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Clamarán por regresar

Un piano “Steinway Vertegrand” fue el cómplice testigo y el principal responsable de la inspiración que motivó a Alex Turner, líder indiscutible de los Arctic Monkeys, para la génesis del “Tranquility Base Hotel & Casino” (2018), la más reciente producción discográfica de los originarios de Sheffield después de una espera de cinco años. Un disco que en primera instancia, rompe el esquema tradicional de la banda, ya que los once temas que lo componen, son un viaje nostálgico lleno de fantasía y ciencia ficción donde el piano se sobrepone a las estridentes guitarras que siempre había caracterizado a los A.M. ¿Un trabajo pretencioso y auto complaciente sobre todas las cosas? Muy probablemente. De hecho, en un futuro a mediano plazo seguramente se hablará acerca de él como: “el álbum incomprendido por los más acérrimos seguidores”; “un álbum transitorio en un momento convulso”; “la egolatría musical de Turner”; “la plataforma conceptual más desquiciante de los veteranos de Sheffield”, y algunos otros pervertidos apelativos. Por ahora, la crítica lo ha ensalzado como una obra maestra (en general),  mientras que las hordas de fanáticos lo han destrozado (también en general). Por mi parte, coincido con algunos críticos y analistas en dos aspectos: Primero: siempre se agradece que los artistas tengan la voluntad, valentía y capacidad de auto inventarse y explorar nuevos terrenos, al margen que el resultado sea satisfactorio. Segundo: es clarísimo el guiño o tributo a legendarias figuras como David Bowie o Lou Reed, héroes inveterados de nuestro citado Alex Turner. Por consiguiente, bajo mi perspectiva, “Tranquility Base Hotel & Casino”, no es una entrega deficiente, de hecho es bastante interesante, ese tipo de “opus” que requieren y te invitan a ser escrutados más de una vez para descubrir nuevas texturas. Su contexto lírico puede ser muy “profundo” o hasta hilarante y básicamente su mayor fortaleza es que deriva de una propuesta diferente a lo realizado en los anteriores álbumes, ya que tampoco es una “masterpiece”, sino un medio de prueba para Turner que lo orillará inexorablemente a que el próximo disco de los Arctic Monkeys sea un “back to basics”. Serpenteantes riffs de guitarra clamarán a gritos por regresar. 

Clamarán por regresar