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Catarsis

Esta colaboración contiene apuntes diversos que al introducirse en la lectura, pareciera que ni el título, ni las ideas, tienen razón de ser. Usted puede opinar lo que guste, espero desde luego, sea de su agrado, pero debo advertir, que conforme avanza inexorablemente el tiempo, el que esto escribe, de alguna manera (empírica), empiezo a descubrir la maravillosa manera de ser feliz, de reír, en vez de llorar, de cantar en lugar de guardar compostura, estar contento, por el simple y sencillo motivo de vivir, de respirar, de oler, de sentir, de caminar, de ver, que con poco o con mucho, cada quien en su perspectiva, se puede ser inmensamente feliz.

No estoy elucubrando, ni me voy al extremo de la felicidad, hay un punto medio, cada quien sabe lo que lleva en “el morral”.

Catarsis

A veces le preguntamos a nuestros conocidos, o bien a personas de nuestro entorno, - oye- De qué te ríes? Y a veces nos contestan: Pues para no llorar.

Pareciera una frase trillada, un tema común, algo simple, en mi opinión, modesta por cierto, encierra un profundo sentido de vida. Lo digo, quizá me equivoque, pero considero que caminar por la vida con cara de tristeza, de amargura, no es nada halagador, por el contrario, y como luego dicen: A este ya se le subieron como a un “perrito todas las pulgas”.

Por eso, al mal tiempo, buena cara, a la vida hay que verla de frente, y dar lo mejor de cada quien, a cada instante, recordemos que cada segundo de nuestra vida, es irrepetible, cada momento que pasamos con alguien: de nuestra familia, trabajo o con quien sea, es un instante, que solo una vez va a suceder, lo narra excelentemente bien en su obra “El Poder del Ahora” Eckard Tolle, quien en su best seller, nos invita a vivir el momento presente, por que ayer, ya paso y mañana no sabemos si estaremos en esta vida. El autor, nos lleva a contar los pasos que damos, nuestras pulsaciones, a final lo que pretende en su obra es enseñar a quien lo lea: a Vivir, es decir disfrutar el presente, el momento con quien estés y donde te encuentres.

Hace muchos años, un poco más de veinticinco, el Doctor en Derecho, y especialista en materia laboral y arbitraje Internacional, además excelente amigo, Carlos Leal Isla Garza, me obsequio un libro, que no me canso de leer y volver a leerlo. Titulado, “Que risa me dan los políticos”, bajo la autoría de Jorge Mejía Prieto, quien según el Diccionario de escritores mexicanos siglo XX, “estudió Técnicas de Producción Radiofónica en Italia. Fue productor y conductor del programa bilingüe de radio: Una hora italiana en la Ciudad de México; dirigió un canal de televisión en Hermosillo, Sonora. Fue locutor de radio de 1946 a 1971. Colaboró con cuentos, ensayos, reseñas y reportajes en Ovaciones, El Heraldo Cultural, suplemento de El Heraldo de México, y en La Onda, suplemento de Novedades, cuentista y ensayista, reúne en Relatos de humor negro y contaminación breves narraciones en las que, con humorismo y sarcasmo, critica las debilidades del hombre y sus situaciones cotidianas, donde son frecuentes los elementos sorpresa y las lecciones moralizadoras”. 

Esta obra, desmenuza la vida personal y relata eventos poco conocidos de los políticos, de una manera simple, es un ensayo que aborda en clave de humor, diferentes episodios de la política mexicana y sus protagonistas, en un recorrido que va de Antonio López de Santa-Anna a José López Portillo, pasando por Benito Juárez y Adolfo Ruiz Cortines.

Les recomiendo esta lectura, no por el hecho de burlarse o no de los políticos, sino por el hecho de que debemos ver a los políticos como son, como personas de carne y hueso, seres humanos iguales que cualquier mortal, no son seres inalcanzables o hechos a mano. Es allí donde debe darse una verdadera transformación del quehacer político en México, que los gobernantes y representantes populares estén atentos y cerca de los reclamos ciudadanos, Que dejen de disfrutar de grandes emolumentos y  que se bajen de la “suburban” y se suban a vehículos económicos, que se deje la ostentosidad, que exista menos burocracia, que se dejen las malas prácticas de tener secretarios y asistentes para todo, cuando cualquier civil puede hacer de todo. En pocas palabras, que se pongan los zapatos del ciudadano y entiendan que nuestro querido país, ya no aguanta más corrupción, impunidad. 

Pero después de esta “Catarsis”, volvamos a lo nuestro a la risa o a la risoterapia. Y esa forma de vivir la vida, con la que inicio esta colaboración.

Les comparto unas líneas tomadas de la revista expansión cnn en línea que dicen: “Hay una frase muy mexicana, 'de broma en broma, la verdad se asoma'. Los mexicanos hemos encontrado una forma de disfrazar en el humor lo que sentimos íntimamente", sostiene Boris Berenzon, profesor titular de Historia de la UNAM y autor del libro Re-tratos de la Re-vuelta. Los discursos del humor en el México Revolucionario. El mexicano ante su propia tragedia prefiere reír que llorar pero hay excepciones. El mito del país de la sonrisa imborrable se ha adherido a la dermis del imaginario colectivo. La relación tragicómica con la parca es el mejor ejemplo.  Novelas tan significativas como El Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz, describen ese culto a la muerte como dadora de vida. "Irremediablemente te vas a morir. Alguien te va a dar esa noticia. Pero mientras, le mientas la madre a la muerte", resume el periodista y conductor de televisión y radio Víctor Trujillo, quien es creador de un personaje muy famoso en México, Brozo, el payaso tenebroso”

EN SÍNTESIS, Estamos en un momento importante en nuestras vidas y en la vida institucional de México, es momento de ser protagonistas de este cambio y dejar de ser simples espectadores. Atentos a la situación de nuestro entorno y procurando un mejoramiento del mismo, hagamos cada quien lo que nos corresponde, empecemos con nuestra familia, nuestro barrio, la comunidad, la ciudad, el Estado y desde luego nuestra patria. Pero no perdamos de vista el compromiso social, regresarle a nuestra gente por lo que ha luchado y pensar desde luego en el México que estaremos heredando a nuestros hijos.

Nos vemos en la próxima Dios mediante, 

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