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Razones para el traslado de la Villa de Reynosa a la Loma de San Antonio, 1802

En el año de 1612, el primitivo asentamiento de Monterrey representaba por si sólo al entonces remoto Nuevo Reino de León

Cronista Municipal de Reynosa 

Grandes avenidas del río Santa Catarina como ésta en Monterrey en 1909, forzaron a que los primeros poblados en el noreste de México fueran reubicados en nuevos sitios.Razones para el traslado de la Villa de Reynosa a la Loma de San Antonio, 1802

Al repasar la historia del noreste de México encontramos que las primeras decisiones para establecer asentamientos coloniales no siempre fueron las mejores o las más acertadas; con frecuencia las providencias fueron erráticas desde un punto de la propia naturaleza de los lugares elegidos o de las circunstancias socio-políticas de la época. La ignorancia de los entornos del noreste y sus errados asentamientos son entendidos a través de su historia. 

En el año de 1612, el primitivo asentamiento de Monterrey representaba por si sólo al entonces remoto Nuevo Reino de León; compuesto por unos cuantos jacales de bajareque, fue arrasado por una inundación para ser restablecida al lado sur de los Ojos de Santa Lucía, en un lugar más alto. Durante la primera mitad del siglo XVII, casas e iglesias de Monterrey y Cerralvo fueron en repetidas ocasiones arrasadas por deslaves de piedra y lodo, como lo cuenta el primer cronista de ese reino, Alonso de León. 

Otro ejemplo fue el de Cadereyta en 1762, cuando sus habitantes pidieron al gobernador del Nuevo Reino de León el traslado de su villa hacia la banda sur del río San Juan; hallábase el primer asentamiento casi del todo demolido entre arroyos y barrancas, además de no contar con el suministro de agua. 

En lo que concierne a Coahuila, se encuentra uno de los asentamientos con más refundaciones en el noreste de México; pasó por ocho diferentes nombres a través de 112 años, para cuando quedó definitivamente establecido con el nombre de Villa de Santiago de la Monclova en 1689. En el caso de Texas durante la primera parte del siglo XVIII, el vecindario de San Antonio estaba compuesto por un conglomerado de cinco misiones para indios, la mayoría trasladadas desde cientos de kilómetros; originalmente establecidas en el este de Texas y el norte de Coahuila.

Nuevo Laredo resulta del tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848; surge cuando su ayuntamiento es ordenado a la parte derecha del río Bravo por el gobierno de México, permaneciendo gran parte de la población en el antiguo asentamiento, en lo que es ahora Laredo, Texas.

El traslado de Reynosa a su actual sitio no es la excepción dentro de la historia de la colonización del noreste de México.

La insistencia para el cambio

La constante insistencia por parte de los primeros pobladores de la villa de Reynosa del traslado desde el primer asentamiento tiene algo que ver con la situación social, política y económica a finales del siglo XVIII; utilizaron siempre un discurso donde se subrayó las inundaciones causadas por el río Bravo que dejaban aislada no solamente a la antigua Reynosa, sino todo el vecindario de ranchos a lo largo del bajo río Bravo.

El sitio para la antigua Reynosa fue seleccionado improvisadamente por su fundador el capitán Carlos Cantú; don José de Escandón en ningún tiempo consideró este asentamiento dentro de las primeras 14 villas, como lo demuestra su proyecto preparado en Querétaro desde octubre de 1747. 

A principios de ese año, Escandón había inspeccionado la costa del Seno Mexicano; el capitán Cantú había asistido como traductor de lenguas indígenas en las inmediaciones de lo que es ahora Matamoros. Es muy probable que, en su recorrido desde Nuevo León, Cantú hubiese inspeccionado las lagunas cerca del actual Venecia, Tamaulipas, donde pretendió más tarde sacar el abastecimiento de agua para la nueva villa y una acequia para riego en marzo de 1749; pero al tiempo de establecer la villa esas lagunas se encontraban completamente secas por lo que se vio obligado a replegar el asentamiento hacia el cauce del río más abajo. 

Un análisis de la cartografía y fotografía satelital moderna muestran que el capitán Carlos Cantú incrustó el primer asentamiento en uno de los meandros o curvas del río Bravo, dejándola rodeada por el río al norte, este y poniente. En esta parte el río está ubicado en una extensa planicie fluvial de más de 16 km de ancho, formada por sedimentos (arcilla y arena) deltaicos de la época cuaternaria, donde no existe roca alguna para construcción sólida. 

El trayecto del río podía cambiar en unas cuantas décadas, además una cantidad de lagunas o meandros abandonados, conocidos localmente como bancos, se encuentran paralelos al río; estos ayudan a aislar o islar la villa y el vecindario de ranchos durante las grandes avenidas del río. 

En 1750 Joseph Antonio Ladrón de Guevara, el primer gobernador interino del Nuevo Santander, supervisó el primero y único intento por construir una acequia para los sembradíos de la villa; pero el año siguiente fue destruida por un gran creciente que presenciaron los primeros pobladores, los cuales se mantuvieron incomunicados por dos meses en sus casas. 

En 1752 la villa pasó por la misma suerte, razón por la cual el siguiente año Escandón propuso se elevara con un terraplén de dos varas (1.70 metros) cada vivienda que se fabricara dentro del ámbito de la villa. 

Las opciones

Desde sus inicios se consideró diferentes sitios para el traslado de dicha villa. El capitán Carlos Cantú recomendó un sitio cinco cuartos de legua (5.24 km) río abajo, aludido como Boca del Potrero de la Caballada. Los pobladores solicitaron a Escandón también el paraje el Desierto, tres cuartos de legua (3 km) río arriba, lugar donde se estableció la misión de indios San Joaquín del Monte, (en el lugar donde estuvo la desaparecida comunidad indígena de Las Prietas. 

El sitio que tuvo más relevancia fue el paraje nombrado Santa María de las Lajas, localizado actualmente en las inmediaciones del poblado San Francisco, en el municipio de Camargo, al noroeste de Valadeces; el lugar fue más tarde parte de las porciones ocho y nueve de dicha villa Camargo, a partir de 1767. El lugar de Las Lajas fue seleccionado como resultado de la inspección a la Colonia del Nuevo Santander por el Capitán Joseph Tienda de Cuervo y el Ingeniero Agustín López de la Cámara Alta en 1757. El Rey en una Real cédula de 1763 dictaminó que se mudara “Reinosa al sitio… de la Alhaja (Sic).” 

En realidad el Rey había resuelto el asunto del traslado de Reynosa (junto con el de las poblaciones de Escandón y Burgos) desde 1761, después que se le expuso la situación a través del Fiscal ante el Consejo de Indias. Aunque en la Nueva España, el Virrey, Marqués de Cruillas, dictaminó el debido cumplimiento a dicha resolución en julio de 1763, el trámite perdió fluidez al pasar el tiempo y perdió el interés de los pobladores hasta 1799. 

Para 1767 el atractivo para los pobladores de Reynosa se volcó a la primera repartición de tierras, cuyo documento que la evalúa es conocido como los Autos de la General Visita, practicado por el gobernador interino Juan Fernando de Palacio y el abogado de los Reales Consejos, José Osorio y Llamas. 

En este proceso se repartieron en ambos lados del río Bravo ochenta porciones de tierras de un poco más de un kilómetro de ancho por cerca de 21 km de fondo. También se asignó el ejido para la villa, o tierras comunales alrededor de la primera villa. A la misión San Joaquín del Monte se le repartió casi ocho mil hectáreas al poniente de dicho ejido, en lo que es ahora las tierras de cultivo del municipio de Díaz Ordaz. 

Todas las porciones asignadas colindaban con el río Bravo, aproximadamente entre los 42 kilómetros que existen entre los linderos orientales del municipio de Camargo y las inmediaciones del Puente Internacional Reynosa-Pharr. En octubre de 1767 el deslinde de terrenos se vio interrumpido por una gran avenida del río hasta abril de 1768. El rancho o paraje San Antonio, después conocido como La Loma(s) de San Antonio, sitio adonde se trasladaría la villa de Reynosa años más tarde, está estrechamente ligado a los Autos de la General Visita. 

El Justicia Mayor (representante de la jurisdicción de la villa de Reynosa ante el virreinato), Juan Antonio Ballí, era el propietario de dicho rancho por lo que pidió se le adjudicase la porción 13 donde se ubicaba. El año de 1768, después de la inundación, varios de los vecinos optaron por abandonar sus porciones, ya que habían adquirido agostaderos río abajo a través de otros mecanismos oficiales de la corona. Debido a esa coyuntura, Juan Antonio Ballí pidió también las porciones de la 8 a la 11. Para finales del siglo su hijo, José Francisco Ballí, había adquirido las porciones 14 y 15, al poniente de la Loma de San Antonio. 

El 24 de mayo de 1799, el medio cabildo de la villa solicitó al virreinato el traslado de la villa al paraje de La Loma de San Antonio. El papeleo del trámite oficial y el forzado traslado en 1802, provocado por la madre naturaleza, serán contados en una próxima ocasión.

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Primer plano de la villa de Reynosa de 1750.

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Inundaciones como ésta del río Bravo en 1967, fueron frecuentes cuando se fundó la primera villa de Reynosa.

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La primera villa se estableció en un meandro o curva del río Bravo, quedando a merced de las avenidas de su cauce. Foto aérea de Reynosa Díaz, USGS.



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