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Vuelta a la oscuridad

El periodista Howard Zhang describe que en los mercados mojados que son muy comunes en Asia

A 500 años del Renacimiento, cuando la ciencia ganó la carrera a la creencia, la humanidad parece ir en retroceso, víctima del acoso incesante de las técnicas de manipulación que inhiben el razonamiento para estimular la emoción. Un caso, cualquier caso, se politiza y se troca en arma de descalificación, desestimando las herramientas del método científico para llegar a un conocimiento meridiano de los acontecimientos, próximos o lejanos, que inciden en la vida de los seres humanos como entes sociales.

Si corregir los excesos de los grupos de poder que convirtieron a México en el paraíso de la corrupción, con un saqueo inaudito de los recursos naturales y la riqueza generada con la explotación de la mano de obra abundante y pobremente capacitada, ha merecido una respuesta beligerante y agresiva por parte de grupos afectados aliados a algunos medios masivos al servicio del capitalismo salvaje, con campañas insidiosas que ya empiezan a resultar chocantes, es imperativo que el grueso de los paisanos esté alerta.

Vuelta a la oscuridad

La confluencia de dos circunstancias innegables, ha dado como resultado un problema que en sí mismo tiene la respuesta. Las afectaciones a las redes tróficas, esto es, a las formas de interdependencia de los seres vivos en la naturaleza y su relación con el planeta mismo, no han quedado impunes y la respuesta ha sido evidente con el cambio climático y los movimientos telúricos irregulares. Y, si los atentados en contra del medio ambiente se manifiestan en lo macro, ¿por qué no habría de ocurrir en lo personal? 

Todos los seres vivos requieren de los elementos que provee la naturaleza para nacer, vivir, desarrollarse y morir; pero, ninguno es tan valioso como el aire. Se puede vivir muchos días sin comida y unos pocos sin agua; pero, sin aire, no más de dos minutos. Por falta de comida más de cien millones de personas estaban en riesgo de morir de hambre en el 2018, según informes de la Organización de las Naciones Unidas. El mismo organismo señala que el mismo año, 780.000 persona murieron de sed.

Todavía no se han tipificado los padecimientos pulmonares como falta de aire, más bien oxigeno, en el organismo humano; pero, no hace falta. Las propias autoridades que detectaron el nuevo virus que ha cambiado de nombre para llamarse Covid19, señalan que es una forma de neumonía y en los tratados médicos se define como: “Inflamación de los pulmones, causada por la infección de un virus o una bacteria, que se caracteriza por la presencia de fiebre alta, escalofríos, dolor intenso en el costado afectado del tórax, tos y expectoración”. Algunos medios especializados hablan de la neumonía como una enfermedad común.

Antes de entrar en materia específica, hay que señalar que, de acuerdo a la UNICEF y a la OMS, las principales epidemias de los años recientes son: de cólera en Yemen, enfermedad apareció en abril de 2017 y alcanzó la cifra de casi un millón de casos y 2,226 muertes a final de año. Durante 2018 el brote de cólera continuó con más de 300.000 casos y 401 muertes. Listeria en Sudáfrica, esta epidemia comenzó en 2017, con 1.060 casos y 216 muertos. El brote duró hasta la primera semana de Junio de 2018. Ébola en el Congo; el mayor brote de Ébola de la historia fue el de 2014, con más de 11.000 muertos; en diciembre de 2018 ya se habían contabilizado 591 casos nuevos y sigue sin control. 

Pero, no nada más en los países subdesarrollados aparecen las epidemias. En Europa se detectó una epidemia de sarampión, enfermedad que se considerada erradicada, con 10.530 casos y 33 muertes hasta octubre de 2018 y la Hepatitis A en Estados Unidos, con 10.582 casos hasta fin del 2018, sin muertes. Mucho antes, la emergencia de salud pública del virus SARS en 2002, que también fue un coronavirus que se originó en China y que mató a casi 800 personas en el mundo. No hay pues, nada nuevo al caso.

El Covid19 apareció en las zonas marginales de la ciudad china de Wuhan, conocida coloquialmente como la ‘olla de China’ por las elevadas temperaturas que alcanza en verano; es una de la urbes más pobladas, con 11 millones de habitantes y millones de visitantes anuales por sus grandes atractivos naturales pues es una zona rodeada de ríos y lagunas; se considera un centro neurálgico de las comunicaciones aéreas, terrestres y pluviales (está situada en las márgenes del Yangtsé), y punto estratégico en la red ferroviaria de alta velocidad, además de poseer un puerto interior muy activo.

En un país con altos niveles de contaminación, derivada de la explosión industrial que ha situado a China como una gran potencia económica, una ciudad como Wuhan es el lugar preciso para que se desarrollen padecimientos de índole pulmonar, más si en sus zonas marginales prevalecen costumbres ancestrales que no abonan en favor del cuidado del medio ambiente ni de la salud de las personas.

El periodista Howard Zhang describe que en los mercados mojados que son muy comunes en Asia, “Se venden animales vivos, y puedes ver los pollos y gallinas en los puestos y los peces nadando en tanques de agua. Esto es porque la gente quiere tener productos frescos. Entonces, por ejemplo, compran un pollo y el vendedor lo sacrifica y lo despedaza allí mismo en el puesto, y todos los desperdicios quedan esparcidos en el suelo, con poca higiene y salubridad, lo que facilita la propagación de enfermedades".

Esa falta de higiene en el mismo espacio que alberga a millones de personas que han ingresado a un nuevo estatus social y económico con el crecimiento de la economía china, y el trasiego constante que significa altos niveles de contaminación de suelo, agua y aire, no puede tener otra consecuencia que el cobro de las facturas que la naturaleza está haciendo en otros niveles y en otras latitudes. El que escupe al cielo tarde o temprano tendrá que limpiar de su cara los esputos.

Que el virus se ha desplazado a otras latitudes, cierto. Que debe crearse una sicosis que venga a abonar las que ya se han generado por las resistencias al cambio, no. Quizá lo primero es ver de qué se trata este nuevo problema de salud que es sumamente peligroso porque afecta el acceso de aire al organismo humano; luego, dimensionar en su exacta magnitud el problema y, finalmente, tomar las providencias necesarias que no son otra que revertir la tendencia consumista irracional, la perniciosa acumulación de los bienes que hacen falta en otras latitudes y, en lo personal, volver a los hábitos sanos y muy recomendables: moverse, comer saludable, tomar agua e higiene, mucha higiene. Con eso, no hay riesgo al saludar, abrazar y besar. Así como Dios da y quita, Natura hace lo propio.