Editoriales > ANÁLISIS

Las asociaciones civiles

Ayer, se celebró el Día Mundial de las ONGs (organismos de la sociedad civil) y es un buen momento para hacer una reflexión acerca de estas corporaciones, el papel que han desarrollado en México y por qué la mayoría ha caído en un descrédito total que no se observa en otras partes del ancho mundo y se han tenido que tomar medidas para acabar con sus irregularidades, principalmente cortando el flujo de recursos públicos que recibían a pasto en un raro esquema que les permitía operar a expensas del erario.

De acuerdo a las definiciones de Alexis de Tocqueville, el primero en estudiarla, la organización civil, sea política, social, comunitaria, religiosa, o incluso artística o deportiva, resulta favorable para la democracia en tanto que constituye una especie de escuela para la participación, así como un dique que impide que el Estado invada los espacios sociales. En los días que corren, puede decirse que estos entes operan para llenar los vacíos que dejan las acciones del Estado, de la Religión, de los partidos políticos y de las instancias constituidas con fines precisos, y para representar o defender asuntos específicos.

Las asociaciones civiles

Las características generales que se observan tienen que ver con la integración espontánea, la filiación voluntaria, la independencia política, la autónoma económica y el cumplimiento irrestricto de los marcos normativos en los ámbitos de su incumbencia. Se trata de ciudadanos actuando colectivamente en una esfera pública para expresar sus intereses, pasiones e ideas y alcanzar los objetivos comunes. Es claro que no pueden o, cuando menos, no debían realizar acciones que afecten al resto de la sociedad.

Por su importancia y por el papel relevante que ha tenido en el Mediterráneo, se toma a ACNUR de España, como un ejemplo claro y preciso de cómo debe financiarse un organismo de la sociedad civil. En su portal, este organismo que coadyuva en la tarea de la Organización de las Nacionales Unidas para la atención de los refugiados en el planeta, señala que: “En el caso de ACNUR Comité español, los ingresos vienen de: “73% de las cuotas de los socios. Además de sumar la partida más importante del dinero que se envía desde España, estas cuotas tienen una mayor relevancia. A diferencia de los fondos de gobiernos, que van dirigidos de antemano a un país o emergencia concreta, las cuotas de los socios van a la bolsa de dónde más se necesita. Esa bolsa hace posible cubrir las necesidades más básicas en las crisis más olvidadas de todo el mundo”. Son personas que aportan sus recursos para ayudar a otros.

Agrega que: el 16% proviene de la Agencia de la ONU para los refugiados. El 11% de los donantes privados y públicos que comprende las donaciones de empresas, fundaciones, comunidades y ayuntamientos, además de las donaciones puntuales de particulares, para hacer el total global y cumplir con los compromisos que se han echado a cuestas para paliar los estragos de las migraciones forzadas.

Pueden citarse otros muchos ejemplos de organismos de la sociedad civil que se integran para servir o para representar o defender causas en las que están comprometidos sus miembros; pero, en todos los casos, se trata de entidades autónomas en su desempeño y en su financiamiento. En México, ocurre todo lo contrario y cualquier hijo de vecina puede fundar una sociedad para rastrear baba de caracol o de ayuda para encontrar la cuadratura del círculo y pide al gobierno apoyo económico que incluye altísimos salarios para la burocracia que genere el organismo y sus acciones de operación en campo.

En un interesante artículo de María Elena Zúñiga se señala que: “La promulgación de la Ley Federal de Fomento a las Actividades realizadas por las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), en 2004 (Fox), detonó el boom de esos grupos en México, gracias al incentivo de la entrega de recursos públicos. Aprovechando el establecimiento de una nueva legislación, sus autores clasificaron dentro del concepto de OSC a los Organismos No Gubernamentales para evitar que el término ONG denotara un papel antagónico al gobierno. En los últimos nueve años el presupuesto canalizado a las organizaciones de la sociedad civil (OSC) aumentó más de 500 por ciento al pasar de mil 232 millones de pesos en 2005 a seis mil 779 millones en 2014”. Con tanta lana, ¿cómo no iba a crecer la plaga de las OSCs?

Ahora que se les ha llamado a cuentas y que se les pide transparentar los recursos públicos que reciben, se han refugiado en la resistencia al cambio. El botín es enorme y seguramente que lo seguirán peleando con uñas y dientes. Son otras tantas de las sanguijuelas que sangraban a México y su gente.