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Un siglo después (VI)

El general Manuel Ávila Camacho asumió la presidencia de la República el primero de diciembre de 1940. Es el último militar en la alta magistratura. Su logro mayor fue la promulgación de la Ley del Seguro Social y la creación del Instituto Mexicano del Seguro Social, institución que atendía las necesidades de salud de la clase trabajadora, y que, además, daba servicios deportivos, culturales y educativos a toda la población.

Se crearon los centros vacacionales para los trabajadores de Oaxtepec y Puebla, en los que podía obtener servicios turísticos y recreativos de alto nivel a precios muy bajos toda la población.  Se construyeron diversos centros hospitalarios, como el Hospital Infantil de México y el Instituto Nacional de Cardiología. El último año de su mandato separó a los militares del partido y lo cambió a Partido Revolucionario Institucional.

Un siglo después (VI)

Le sucedió el primer civil en la Presidencia, Miguel Alemán Valdez. Durante su régimen, el país aumentó considerablemente su red de carreteras, vías férreas y obras públicas; se mejoraron los sistemas de riego y se crearon nuevos, como el derivado de la presa Marte R. Gómez en Tamaulipas; creció el reparto agrario y se amplió la propiedad privada; también favoreció la inversión privada. Se diversificó la industria automotriz, de motores y electrodomésticos y las cadenas hoteleras. Impulsó el turismo y sobre todo el puerto de Acapulco. Se habló de corrupción en su gobierno.

Quizá por ello, quien le sucediera en el cargo, don Adolfo Ruiz Cortines pronunció, durante su toma de posesión que: “No permitiré que se quebranten los principios revolucionarios ni las leyes que nos rigen [...] seré inflexible con los servidores públicos que se aparten de la honradez y de la decencia”, palabras que no gustaron a su antecesor. Inició una política de austeridad y moralización durante su sexenio.

Reformó la ley reglamentaria del artículo 28 constitucional en materia de monopolios: se sancionaría con más severidad a las personas que monopolizaran artículos de primera necesidad. Se aplicaron multas a comerciantes por violaciones a los precios oficiales. Al poco tiempo ordenó la suspensión de todos los  pagos a contratistas del gobierno para revisar de cada proyecto y aplicaron severas multas a los abusivos.

Los estragos provocados a la economía nacional por el ‘milagro’ alemanista y la severa corrupción, y las medidas de austeridad y de combate a la corrupción oficial y privada, provocaron una crisis de liquidez y la fuga de capitales, de tal suerte que el presidente debió devaluar la moneda nacional, que pasó de 8.65 pesos a 12.50 pesos por dólar.

Con Adolfo López Mateos, quien tomó posesión en primero de diciembre de 1958, se estabilizó la economía. Creó el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), que sustituyó a la Dirección General de Pensiones, para proporcionar atención médica, pensiones, jubilaciones y otros servicios a los empleados del sector público. Quizá su mayor logró fue, al interior, la nacionalización de la industria eléctrica el 27 de septiembre de 1960 y la creación del organismo descentralizado denominado Compañía Mexicana de Luz y Fuerza; un sólido impulso a la industria petrolera; la creación de los libros de textos gratuitos para primaria; del Instituto Mexicano para la Protección de la Infancia, y varios museos nacionales.

Al exterior, inició las gestiones para la recuperación de El Chamizal; para traer a México los Juegos Olímpicos de 1968, los primeros efectuados en un país del Tercer Mundo, y los trabajos para la proscripción de las armas nucleares en la América Latina a través del Tratado de Tlatelolco.

Su sucesor cumplió ampliamente con tales compromisos, su gobierno pudo sortear el intervencionismo extranjero que exige mayores ventajas comerciales y mayor control de las actividades de los grupos de izquierda; logra cierta independencia en la política exterior de México en la que reiteró la libre autodeterminación de los pueblos. Don Gustavo Díaz Ordaz fue el último presidente que cumplió con las reglas no escritas del Sistema Político Mexicano; de hecho, fue el postres presidente revolucionario.

En su gobierno se constituyeron la Empresa Mexicana de Cobre, la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas y el Consorcio Minero de Peña Colorada. Se crea el Instituto Mexicano del Petróleo, se construyen ocho plantas de refinación y se impulsa el desarrollo de 217 plantas petroquímicas: 41 pertenecientes a PEMEX, 19 a Guanos y Fertilizantes y 157 al sector privado. Asimismo, se amplía el servicio eléctrico a 2.5 millones de nuevos consumidores y comienzan su funcionamiento las plantas de Malpaso, Topolobampo, Valle de México, Salamanca, Guaymas, Monterrey, La Laguna y Guadalajara, entre otras. Crea el Fondo de Promoción de la Infraestructura Turística.

Don Gustavo rompió la regla de la política mexicana al designar a su sucesor, Luis Echeverría, sin experiencia de gobierno ni malicia política, que también se equivoca al nombrar a José López Portillo, quien se deslumbró con el boom petrolero y quebró al país. Miguel de la Madrid entregó el poder político al poder económico y de ahí siguió la debacle del Estado mexicano.

Con todo ello, se ha se ha cumplido la profecía de Robert Lansing.

(Fin)