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Un siglo después (V)

El presidente Lázaro Cárdenas del Río consolidó el gran proyecto revolucionario y dio vigencia a los postulados de la Constitución del 17. Transformó el Partido Nacional Revolucionario por el Partido de la Revolución Mexicana, a efecto de acentuar tanto la cuna como el rumbo. Los 3 ejes del Sistema Político Mexicano fueron: Democracia con justicia social; Nacionalismo Revolucionario; Economía mixta con rectoría del Estado.

Con esas premisas, México no se cerró; por el contrario, se abrió al mundo y en ningún otro período de la historia nacional el prestigió de México brilló tan esplendido en los más importantes escenarios mundiales como entonces. Arte, ciencia y moral llevaron a todos los confines los logros grandiosos de la música, el cine, la pintura, la literatura, la salubridad, la educación y la honrosa postura en defensa de la República Española.

Un siglo después (V)

Con la expropiación de la industria petrolera, además de consolidar la integración de la soberanía nacional, Cárdenas devolvió a la Revolución Mexicana su sentido original y encauzó al país hacia un proceso para sentar las bases del desarrollo autónomo que, al mismo tiempo, abría la posibilidad de que fuera el pueblo quien decidiera su futuro tomando un papel activo en las acciones del gobiernos a través de sus organizaciones.

El testimonio de dos hombres que vivieron personalmente la etapa del cardenismo en activo, dan cuenta de cómo, en medio de la vorágine, un gobierno revolucionario pudo salir avante de todas las vicisitudes de la época y cómo vuelve a ser modelo vigente.

Fernando Benítez, hombre apasionado que demostró su gran gusto por la historia, la etnología, la crónica, el testimonio y el reportaje, cultivados con rigor y amenidad, dice: “Cárdenas era ante todo un hombre político. Por primera vez en nuestra historia no fue un liberal ni un populista, sino un presidente empeñado en borrar la desigualdad mexicana mediante una audaz reforma agraria y una política obrera que hizo de los trabajadores la punta de lanza de la Revolución triunfante. Se empeñó en devolverle a México sus riquezas naturales enajenadas, enfrentándose al imperialismo

norteamericano y a la burguesía agraria e industrial dependiente de los mercados

extranjeros. 

Creo que no se le ha hecho justicia. En su época se le acusó de comunista, y ahora

los jóvenes historiadores lo acusan precisamente por no haberlo sido y le cuelgan las

etiquetas de populista, de bonapartista e incluso de fascista. Cárdenas no logrará ser entendido fuera del marco de la Revolución Mexicana. Ejecutor de la siempre diferida Constitución de 1917, demostró que era posible cambiar el curso de la historia ocupándose ante todo de la enorme masa marginada de los indios, de los campesinos y de los obreros, pero un país como el nuestro no puede cambiar radicalmente en seis años”.  Don Lázaro inicia el Plan Sexenal, que es la la presidencia de 6 años, antes de 4.

Por su parte, con una larga trayectoria en el servicio público que lo llevó a ser el primer rector de la UNAM, secretario de Educación, de Gobernación y procurador de la República, don Ignacio García Téllez dice a la distancia: “La doctrina y obra de esa etapa integrativa de la soberanía e independencia nacionales no ha muerto. Y por lo mismo seguirá avanzando mientras más se le persiga, mientras más se ahonde el abismo entre los pocos ricos y los muchos pobres, mientras continúe la desnacionalización de los recursos del patrimonio territorial, mientras más se debilite la solidaridad unificadora de los trabajadores, mientras más las oligarquías criollas se asocien o dependen de los poderes económicos, técnicos, sociales y políticos de las potencias hegemónicas, pues en tanto que éstas se fortalecen para la lucha de la agresión y la violencia, los pueblos vigorizarán también su lucha por la liberación, por la paz y la fraternidad universal”.

Heberto Castillo narraba con frecuencia una historia que pone de manifiesto el carácter de Lázaro Cárdenas, a quien el pueblo comenzó a llamar ‘Tata’. Cierto día, en Michoacán, una mujer humilde de la raza tarasca contó a don Lázaro sus cuitas; él la escuchó con paciencia, asistiendo a todo lo que decía, sin interrumpirla. Después, señaló: “La gente del campo está abandonada; no tienen quién los oiga, quién les preste atención; por ello, nunca los calles, escúchalos”, lo que fue una prueba de su gran calidad humana.

Quizá el homenaje más sentido sean las palabras del poeta León Felipe: “Encendió una luz que estaba apagada en el mundo: la Justicia, que hay que defenderla más allá del huerto de mi compadre”.

(Continuará)