Editoriales > FONDO Y FORMA (ABEL OSEGUERA KERNION)

Todos pierden

En el mundo de los negocios hay términos comunes para establecer ciertas operaciones sociales, uno de esos términos se define en la frase; “Ganar, ganar”. Haciendo alusión a que las partes de la operación tendrán sus propias ganancias.

Bueno, hago referencia en esto, porque en el caso de la crisis venezolana todos pierden. El pueblo venezolano está atrapado entre un juego dictatorial del actual Presidente Nicolás Maduro y el entreguismo económico de Juan Guaidó. 

Todos pierden

La realidad venezolana pudiese haber sido muy distinta si el finado Hugo Chávez hubiese institucionalizado su política Bolivariana en lugar de haberla personalizado. Esto es; si Hugo Chávez hubiese generado los cambios de lucha contra la corrupción y anteponer los intereses nacionales sobre los internacionales, pero al mismo tiempo reforzar las instituciones para que éstas fueran lo suficiente sólidas para enfrentar los embates extranjeros y sus intereses en lugar de fortalecer su imagen para mantenerse en poder, Venezuela no estaría pasando por este trance. 

Si bien es cierto el mundo está viviendo una transformación empujada por el empobrecimiento de las clases medias del mundo que ha llevado a líderes anti sistema al poder, en el caso de Venezuela con Guaidó encabezando el movimiento opositor pareciera una mal broma del destino para aquella nación. 

Sobre todo porque la injerencia internacional encabezada por Estados Unidos para derrocar al gobierno de Maduro de ninguna manera puede justificarse como un caso desinteresado de imponer la democracia. 

Por el contrario, el pueblo venezolano deberá pagar, y muy caro, todo ese aparato político internacional echado a andar para cambiar de régimen. Si no pregúntenle a los argentinos dónde el derechista Macri en un par de años ya elevó la deuda del país en 400%, el desempleo creció y está sacrificando a la clase media para cumplir con los compromisos internacionales que lo llevaron al poder.

Lo peor de la crisis venezolana es que al tiempo que Guaidó firma el compromiso con los intereses neoliberales del mundo para empujar el derrocamiento, Maduro hace lo propio con los intereses orientales de China y Rusia para mantenerse en el poder. 

De tal manera, haya cambio de régimen o se sostenga el actual, Venezuela estará atrapada con compromisos terribles para su desarrollo como nación. Dicho de otra manera; o les va mal, o les va mal. Están en un punto de no retorno donde todo lo que ocurra será en detrimento de Venezuela. Porque incluso arrebatando el poder Guaidó, la presión internacional será mayor para que Venezuela entre en la dinámica neoliberal, cuando ya está más que probado que ese sistema solo genera hombres muy ricos y mayorías muy pobres. Y la prueba más contundente es la economía del mismo Estados Unidos. Un crecimiento por debajo del 2%, empobrecimiento del 8% en la última década, empobrecimiento de la clase media que llevó al poder a Trump por simple desesperación. 

Si bien es cierto el libre mercado debe servir para empujar la productividad, la calidad y la eficiencia, el libre comercio destruye esto al generar competencias inequitativas. Solo los  grandes consorcios tienen el poder de mover sus fábricas a dónde paguen menos salarios y sus sedes financieras a dónde les cobren menos impuestos, acumulando más capital y destruyendo a los pequeños y medianos productores. 

Por eso en Gran Bretaña votaron por salirse de la Unión Europea, porque a su clase media le ha ido muy mal, y por eso en Estados Unidos votaron por Trump. En mismo México se generó una ola arrolladora para llevar al poder a Andrés Manuel López Obrador precisamente porque al pueblo le ha ido muy mal en lo económico tras 30 años de neoliberalismo. 

      Quienes nos hemos dado a la tarea de estudiar estos fenómenos políticos, encontramos que el principal motor de un cambio en las sociedades se dan por motivos económicos en su clase media y pobre. Y si bien hoy sabemos claramente que el comunismo es una utopía inviable, debemos aprender de lo que hoy ocurre; el neoliberalismo también es inviable. 

      Desafortunadamente para Venezuela, la opción única para derrocar el autoritarismo de Maduro es una opción probada de fracaso económico. Que llegue al poder Guaidó será tan bueno para la economía venezolana como si llegase el comunismo. En lugar que el estado te quite tus propiedades te las quitaran los bancos, en lugar que el estado te de un trabajo mísero, te lo darán las trasnacionales. En lugar que el estado te impida ejercer tu pequeño negocio, te lo impedirán las grandes corporaciones. Pobre Venezuela.