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Vacas flacas

La industria mexicana debe por fuerza resurgir porque hoy está en manos de los productos extranjeros

Las expectativas de la mayoría de los mexicanos son muy altas sobre el funcionamiento de la administración Lopezobradorista. Algunos de sus seguidores les preocupa que el pueblo se lleve una decepción y hasta creen era innecesario generar esas expectativas.

Pero si no se hubiesen generado habría sido imposible el triunfo de López Obrador, de tal manera, las altas expectativas son un mal necesario para generar la inercia suficiente y cambiar gobiernos o regímenes. En otras palabras: nadie vota con firmeza para buscar estar peor.

Vacas flacas

Ahora bien, debemos ser cautos y sobre todo realistas con la situación que guarda la nación sobre todo en materia económica, de igualdad y seguridad. Porque los números son devastadores, el país está hundido en una guerra delincuencial abonada en gran medida por la desigualdad y la falta de oportunidades.

Andrés Manuel recibirá un país con cifras escalofriantes: la deuda gubernamental alcanza el 53% del PIB. 120,000 muertos y desaparecidos, una pérdida del poder adquisitivo del 12%, desempleo que ronda el 4% del PEA, y el índice de corrupción más alto de la historia.

Le herencia de la deuda se puede medir de manera escalofriante. Zedillo dejó una deuda que rondó el 20% del PIB, Fox gracias a los excedentes petroleros y el endeudamiento de Pemex la bajó al 17%, luego Calderón con 450 millardos de dólares de excedentes petroleros y su guerra contra el narco la llevó al 28% del PIB, y ahora con precios bajos de petróleo, Peña la entregará con un terrible 53%.

El daño patrimonial que han dejado las administraciones de Fox, y sobre todo Calderón y Peña son una muestra inequívoca y contundente que el neoliberalismo económico y el libre comercio son mortales para las economías emergentes, para las empresas nacionales y destruyen la economía familiar.

El endeudamiento excesivo del gobierno y de los consumidores se debe a la falta de ingresos por la pérdida de productividad y esa pérdida se debe a las importaciones sin aranceles, por eso tenemos un déficit comercial de 34,200 millardos por año. Importamos más de lo que exportamos. Solo un estúpido podría tener la ilusión tras 30 años de seguir este mismo camino, que esto se pueda revertir.

La industria mexicana debe por fuerza resurgir y dominar nuestro mercado interno, porque hoy está en manos de los productos extranjeros. De tal manera, la nueva administración deberá dar un giro en las políticas económicas, fiscales y de competencia que permitan un suelo fértil para el renacer de la industria nacional, llámese privada o paraestatal.

Generar esos cambios será nada fácil, por eso inquieta, y mucho, de la nueva administración la capacidad y voluntad de algunos miembros del futuro gabinete para empujar esos cambios que son urgentes e importantes.

Sin lugar a dudas el Presidente electo deberá darse cuenta  que algunas de sus propuestas deberán ser cambiada rápidamente, bueno, eso si quiere tener éxito en el gran compromiso que se ha echado a cuestas para lograr la cuarta transformación.