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Timbres de orgullo

En prácticamente todo el quehacer humano, la estrategia vale tanto como los elementos con los que se cuenta para llevar a cabo una tarea. La estrategia inicia en el momento en que se establece la interacción con el entorno; igual, van variando los planes, tácticas, pautas, posiciones y perspectivas, a medida que cambian las circunstancias. Hacer lo mismo ante retos distintos, no lleva al éxito; hay que canjear la estrategia en cada lance.

En congruencia con ello, el presidente Enrique Peña Nieto decidió cambiar su estrategia mediática ante los pésimos resultados que se han obtenido hasta el momento, en que de líder mundial ha pasado a ser una figura cuestionada. Es posible que haya escuchado a las múltiples voces que echaban de ver la ineficacia de las instancias de comunicación social de la administración pública, más enfocadas al culto a la personalidad que en llevar mansajes claros, precisos y oportunos de la gestión gubernamental y su por qué.

Timbres de orgullo

Frente a un coro de voces opositoras, los mensajes triunfalistas no tenían buena acogida, lograban el efecto contrario al deseado; por ello, qué bueno que el presidente decidió un cambio en la Dirección de Comunicación Social de la Presidencia de la República. Ora falta ver cuál va a ser la estrategia para revertir los efectos mediáticos negativos, Ojalá que no sea por la vía absurda de sacrificar al mensajero.

De los pocos logros que puede presumir, dentro y fuera de México, la administración pública federal, es el respeto a la libertad de expresión, legado histórico luminoso desde que don Guadalupe Victoria instauró la República y creó al Estado mexicano. Si la tarea del nuevo titular de Comunicación Social es acabar con los espacios de libertad, en que se cuestiona la cuestionable, muy mal. Será como echar cubos de gasolina a la hoguera, y, desde luego, el respeto al voto popular expresado de manera tan contundente en las urnas. Dos timbres de orgullo.

Por otra parte, es en el manejo de la economía nacional donde se torna imperativo variar las estrategias y quizá de estratega. Del momento aquel en que se hicieron los planes económicos, bajo la premisa de los diez punto programáticos: “Mantener la estabilidad macroeconómica; fomentar la competencia; aprovechar el potencial energético; aumentar la inversión en capital humano; incrementar el nivel de crédito para financiar áreas estratégicas; aumentar la inversión en infraestructura; fomentar la economía formal; diseñar una nueva estrategia de comercio exterior; modernizar las políticas enfocada al campo, turismo, y desarrollo industrial; y una reforma hacendaria integral”, ha corrido mucha agua y el mundo ha cambiado. Llego la hora de traer los emergentes.

La última declaración de sus secretarios de Hacienda, cortados con la misma tijera del neoliberalismo, en el sentido de que: “Es cierto, el recorte, el ajuste en el gasto público tendrá un efecto en el margen sobre el crecimiento económico de este año, pero piensen cual sería el efecto de incrementar el déficit, de poner en riesgo la confianza de los mercados y del mundo en el manejo de las finanzas públicas mexicanas y esa historia ya la hemos vivido hace algunas décadas”. Concretamente anunció un recorte de la inversión pública en infraestructura, actitud que corresponde a la ortodoxia neoliberal.

Videgaray, Meade y González  debían echarse un clavado profundo en la obra de Alice Amsden, profesora del MIT, quien descubrió que ‘el milagro de Corea’ no fue producto del neoliberalismo, sino de haber dejado atrás ese camino. “Para empezar, el buen desempeño exportador se explica porque se concentraron en construir ‘ventajas competitivas dinámicas’. Este es un concepto radicalmente distinto del de las ventajas comparativas y coloca el acento en el aprendizaje y la adquisición de capacidades tecnológicas. Así, mientras las ventajas comparativas dependen de la dotación de recursos naturales o la abundancia de mano de obra, las ventajas dinámicas obedecen a una política deliberada en materia de tecnología y de inversiones”.

Seguir maquilando automóviles para ser ‘el primer exportador de autos del planeta’ es una aberración. El camino es invertir lo poco que haya en innovación tecnológica e infraestructura. No hay que olvidar que: “… se hace camino al andar”.

No lo hicieron los genios del gobierno que agoniza; no tuvo voluntad el presidente que pronto entregará los bástulos de la Presidencia por escuchar las voces de dentro y de fuera que le pedían rectificar el camino; ahora, ya no podrá; pero, hay que decir que lleva en su pecho los dos timbres de orgullo señalados.