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Tiempo nuevo

Con frecuencia se recuerda la definición que hizo Jesús Reyes Heroles, secretario de Educación, sobre ésta: "La educación en México es un elefante reumático metido en un pantano". Lo dijo a sabiendas, porque entendía bien la necesidad de dar una violenta sacudida al sistema que devino en una terrible corrupción que atenta contra niños, jóvenes y viejos con deseo de aprender.

Después de la gran hazaña de ser los transformadores del país, llevando la educación hasta los más aparatados rincones del territorio, allá donde sólo las águilas se atreven; después de colocar a la educación mexicana en los primeros niveles en todo el planeta, con la Escuela Rural Mexicana, el Método Onomatopéyico para la enseñanza de la lectoescritura, con la publicación de los textos clásicos en formato para niños, con el Libro de Texto Gratuito, el fin, con tantos y tantos logros, los maestros sucumbieron al oprobio de la demagogia y se convirtieron de maestros en trabajadores.

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El Sindicato Mexicano de Maestros y Trabajadores de la Educación, se convirtió en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, con lo cual se pervirtió el estatus del maestro y se devaluó la tarea educativa. Luego vinieron los vicios que acabaron con la mística profesional: la venta y herencia de plazas. Si un muchacho salía malo, simplemente se la compraba una plaza de maestro para que la fuera pasando hasta llegar a la edad de la jubilación sin haber dado golpe.

De la misma suerte que se devaluó la profesión del magisterio, se achicaron los currículos académicos y los programas se fueron adelgazando de tal suerte que basta con poder leer y escribir, hacer cuentas y saber en qué país se vive, para recibir la acreditación de la educación primaria. Sin la base de una buena formación inicial, difícilmente pueden los párvulos navegar por las aguas de la educación media básica; pocos llegan al siguiente nivel y menos a la universidad.

Por eso, ahora que se discute otra reforma educativa, resulta pertinente ir a lo más profundo y retornar al sistema educativo la enorme responsabilidad de cumplir con el Artículo Tercero de la Constitución, que dice que: "... La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia...".

En cada escuela del país, en cada aula, niños y jóvenes deben recibir formación integral que les permita desarrollarse y transitar exitosamente por los tres grandes campos de la cultura humana, arte, ciencia y moral, en búsqueda permanente de los valores universales y eternos: belleza, verdad y bondad. Cualquier otra cosa, es un engaño que perjudica a lo más valioso del Anáhuac.

Mantener los arcaicos y anacrónicos sistemas pedagógicos, venidos de la épocas en que las víboras andaban paradas y los perros de amarraban con longaniza, es absurdo. En plena era del conocimiento, no puede asumirse a gis y pizarrón como únicos instrumentos técnicopedagógicos. Y obligay a los peques a permanecer cuatro horas sentados sin hablar, sin hacer otra cosa que escuchar la voz del expositor que pretende explicar la vida porque no pueden mostrarla en vivo.

Como profesionistas, que no trabajadores, los maestros disponen de un horario diferente a las ocho horas laborales del obrero; pero, por 'conquistas' sucesivas y concesiones de gobiernos necesitados de legitimación, las horas de clase se fueron reduciendo y actualmente son de cuatro horas y media, cinco días a la semana con un día de asueto al mes disque por razones técnicas. La enseñanza del idioma inglés, la educación tecnológica, artística y deportiva, se han suprimido o se encargan a los estudiantes que van a hacer sus prácticas, que realmente muy poco pueden hacer.

Si se pretende construir una nueva realidad de México con la llamada Cuarta Transformación, no puede aceptarse como reforma educativa ninguna acción que perjudique a los educandos para satisfacer los apetitos voraces e insaciables de grupos que han usurpado la alta y noble profesión del magisterio. A las puertas de la era de la inteligencia artificial, no puede obligarse a los niños a contar con palitos, en lugar de usar calculadoras y dominar el uso de las computadoras.