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Semana de atentados

Resulta muy lamentable compartir con ustedes las historias destacadas de la semana, porque los temas que acapararon la atención internacional fueron los atentados de Brasil y Nueva Zelanda, la consecuencia de ambos es la pérdida de valores y tolerancia de la sociedad. 

En la región metropolitana de Sao Paulo, Brasil, dos jóvenes armados y encapuchados mataron a cinco estudiantes de entre 15 y 17 años y dos funcionarias, en un tiroteo en la escuela Profesor Raúl Brasil. 

Semana de atentados

Antes del evento, los atacantes robaron un vehículo de un centro de auto lavado cercano y dispararon a un trabajador del negocio. El hombre, que por cierto, era pariente de uno de los asesinos, murió en el hospital como consecuencia de las heridas.

Según las autoridades, los responsables del atentado tenían 17 y 25 años,  eran exestudiantes de esta escuela, mismos que se suicidaron tras llevar a cabo el tiroteo, tal y como habrían pactado antes de consumar el crimen. 

A pesar de las restricciones para la venta de armas en Brasil, estas se pueden encontrar fácilmente en las tiendas y sitios de ventas en línea, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, firmó recientemente un decreto que facilitará la tenencia de armas "para los ciudadanos respetuosos de la ley", una de sus principales promesas de campaña; decreto que pudiera ser modificado por los sucesos ocurridos en la semana.

De acuerdo a las estadísticas, Brasil es uno de los países más violentos del mundo, con una tasa de homicidios de más de 30 por cada cien mil.

Mientras tanto, en otro continente, cincuenta personas perdieron la vida y varias fueron heridas a causa del doble ataque a dos mezquitas en Nueva Zelanda, donde un hombre armado abrió fuego indiscriminado contra quienes se encontraban en el lugar. 

Primeramente entró en la mezquita Al Noor, y disparó sin descanso cuando en el recinto estaban congregadas unas 300 personas. 

El atacante llevaba un arma semiautomática, ropa militar y varios cargadores. Las imágenes de la cámara del atacante, lo muestran moviéndose de una estancia a otra en la mezquita, asesinando personas a su paso y disparando contra los heridos a una corta distancia, para asegurarse de haberles quitado la vida.

Salió rápidamente del lugar para cambiar de arma y asegurarse más cargadores para continuar con los asesinatos, en ese momento algunas personas lograron escapar y pedir ayuda.

Inmediatamente después se sube a su auto para trasladarse en unos cuantos minutos a la segunda mezquita, la de Linwood; donde llevaría acabo el siguiente atentado. 

Al llegar a su destino el atacante se preparó con el armamento y bajó decidido a matar a hombres, mujeres y niños que profesen el Islam.

El perpetrador de la masacre, un supremacista blanco al que se identificó como Brenton Tarrant, de 28 años –nacido en Australia, hizo circular minutos antes del ataque un extenso comunicado y transmitió la matanza en directo a través de Facebook. 

Su objetivo no tiene dudas, acabar a los musulmanes, tal y como lo expresó en su teoría del reemplazo; en el mismo explica que matar a los “invasores” ayudaría a acabar con la sobrepoblación y cuidar del medio ambiente.

Poco después de su publicación, Facebook comunicó que había eliminado el video y las cuentas del presunto atacante. Las autoridades solicitaron que no se comparta en internet ese material.

El ejército encontró armas de fuego y dos artefactos explosivos caseros, al parecer el atacante continuaría cometiendo más atentados.

No encuentro palabras adecuadas para describir la psicopatía de estas personas, misma que está recargada de odio, falta de amor y tolerancia con sus semejantes, sin embargo los especialistas en la conducta necesitan encontrar el detonante de estas personalidades asesinas, para evitar que se repitan estos acontecimientos.

La ley que regula el uso de armamento en muchos países, también requiere ser modificada; para que los permisos de porte de armas sean otorgados sólo a aquellas personas que cuenten con  amplio criterio y salud mental, no puede ser posible que un enfermo de odio pueda llegar a una tienda a comprar armas como si se tratara de zapatos.

Decía Jean Paul Sartre: “Basta con que un hombre odie a otro, para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera”.