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Quedan mucho a deber

La máxima de Manlio Fabio Beltrones Rivera, pronunciada al asumir la coordinación del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional en la Cámara de Diputados, de que: “Mi mayor empeño será cumplir al presidente y en ello pondré todo mi capital político”, marcó el desempeño de la Sexagésima Tercer Legislatura Federal siguiente. Dejan los bártulos sin haber asumido su papel de representantes.

Ni senadores ni diputados lograron entender a lo largo de estos tres años, que son el contrapeso de los poderes Ejecutivo y Judicial; que su objetivo de ser la voz de los ciudadanos que les confiaron su representación en las urnas, esperando que llevaran sus asuntos a la más alta tribuna, donde se presentan las iniciativas para hacer leyes que hagan de México un país justo y demócrata. Más que defender, atacaron al pueblo.

Quedan mucho a deber

Cuando el Ejecutivo les envió iniciativas que hubieran resultados muy buenas para el país: pero, lesivas para sus propios intereses, se hicieron de la vista gorda, las situaron en la llamada congeladora, donde durmieron el sueño de los justos, como aquella que fue una de las más importantes promesas de campaña: la reducción del número de los integrantes de las dos Cámaras del Congreso de la Unión, para otorgarles racionalidad.

Indudablemente que hubo algunos logros, porque ni siquiera disputados y senadores pueden pasar su periodo en la absoluta holganza; pero, en el balance final, son más los negativos que los positivos. Se aprobaron las reformas y leyes complementarias del Sistema Nacional Anticorrupción, el haber destrabado y designado un nuevo Auditor Superior, el haber legislado en materia de publicidad gubernamental, aunque con sus deficientes resultados; pero, no se aprobó la supresión del fuero, ni los fiscales que están pendientes de ser nombrados: general, el anticorrupción y en materia electoral.

El trabajo fue deficiente; sin embargo, al finalizar la 63 Legislatura, los diputados federales recibirán 910 mil 440 pesos de su Fondo de Ahorro (monto máximo con descuentos de 12%); aguinaldo proporcional (ocho meses), 93 mil 669 pesos; por su dieta mensual, 73 mil 910. Además, los apoyos económicos por Asistencia Legislativa, 45 mil 786 mil pesos y por Atención Ciudadana 28 mil 722 pesos, así como 2 mil 780 pesos por vales de despensa. Una bolsa de un millón 155 mil 357 pesos de despedida.

Por su parte, los senadores se irán con: Un Fondo de Ahorro acumulado de 281 mil 760 pesos; aguinaldo (proporcional a ocho meses de trabajo): 104 mil 355 pesos; dieta mensual: 117 mil 400 pesos; Asistencia Legislativa y Atención Ciudadana: 200 mil pesos; para hacer un total de: 703 mil 515 pesos. Eso por lo que corresponde al Presupuesto de Egresos de la Federación, aprobado para este año y la Constitución.

Claro que hubo legisladores que sí desquitaron sus emolumentos, tanto por asistencia a las sesiones ordinarias de las dos cámara, como porque presentaron iniciativas que se discutieron y aprobaron en beneficio de la ciudadanía y del país en general; pero, de esos hay muy pocos y, en cambio hay otros que no alcanzarían a calificar en una prueba de eficiencia por desempeño de sus tareas, y debían regresar lo que recibieron.

 Entre los senadores con altas calificaciones están: María Cristina Díaz Salazar del PRI, con un máximo de 100; del PRD Angélica De la Peña Gómez, con 92; también del PRI Jesús Casillas Romero, con 91; por el PAN Roberto Gil Zuarth, con 89 y por el PT Ángel Benjamín Robles Montoya que calificó con 85.

Por lo que hace a los diputados, los más eficientes fueron: Waldo Fernández González perteneciente al PRD, con 100; Martha Hilda González Calderón, del PRI, con 100; del PAN María del Rosario Rodríguez Rubio, con 97; por el PRI Claudia Edith Anaya Mota, con 92 y perteneciente a la bancada del PAN Alfredo Javier Rodríguez Dávila, con 81.

La 63 Legislatura se va con más pena que gloria.