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Lo público y lo privado

Marx decía que el fin del capitalismo, fin como meta y fin como límite, es la privatización de la riqueza y la sociabilización de la deuda privada

Ese gran líder en pro de los derechos civiles de la población negra en los Estados Unidos, Martin Luther King, afirmaba: “No pedimos que nos quieran; sólo pedimos que dejen de fastidiarnos”. En ningún momento se le ocurrió demandar privilegios o consideraciones especiales para sus millones de representados. Su lucha se centró en el reconocimiento de los derechos y de los deberes de la gente de color como ciudadanos norteamericanos.

Hasta fechas recientes, los asuntos que se inscribían en el ámbito privado, que incluso se trataban en la intimidad, como los gustos personales, las preferencias sexuales, las identidades o la experiencia religiosa, ahora irrumpen en la escena pública con enorme fuerza e inmediatez, convirtiendo lo personal en asunto político y demandando atención y trato preferencial, cuando no apoyo oficial para difundir y magnificar la causa que se sigue.

Lo público y lo privado

Marx decía que el fin del capitalismo, fin como meta y fin como límite, es la privatización de la riqueza y la sociabilización de la deuda privada (Fobaproa, rescate carretero), parte de esa fórmula en la división de la sociedad en múltiples facciones que dispersas no son tan fuerte como pudieran serlo si se unen en los temas de fondo y reclaman derechos con mayor legitimidad. No que las minorías no tengan derechos; sino, que los hay superiores.

Tradicionalmente, la izquierda denota una preferencia hacia lo público frente a lo privado en asuntos de economía y política social, igual tiende a privilegiar lo privado en asuntos de conciencia o de libertad de expresión; en tanto que la derecha favorece en principio la toma de decisiones privada, excepto en aquellos casos que les irritan, como el del aborto. Tampoco están convencidos de la práctica de la religión como asunto meramente privado.

Se rompen los esquemas cerrados y de esta manera en más difícil establecer exactamente en dónde comienzo lo público y dónde termina lo privado. Quizá por ello, finalmente, no se trata de que la derecha y la izquierda tengan una atención selectiva hacia los problemas que planean; sino de entender que ante las inciertas fronteras entre esos ámbitos, tanto la libertad privada como el orden social, tanto lo diferente como lo ordinario, son asuntos importantes que deben ser complementados y no ir uno contra otro con ánimo excluyente.

Las palabras de Luther King tienen una enorme dosis de sensatez y de cordura y ponen el punto sobre las íes. Se trata de que la ley y el cuerpo social están obligados de garantizar el derecho a ser protegidos de la intrusión y el acoso, a no ser discriminados en materia de empleo o educación. Pero nadie tiene el derecho a la aprobación pública de sus propias actividades, preferencias o valores. Ser públicamente legitimado no es un derecho; pero, sí es derecho fundamental y plenamente aceptado, el no estar obligado a gustar a todos.

El quehacer político está obligado a garantizar la privacidad de lo íntimo, y en fechas muy recientes, se ha legislado al respecto para que nadie pueda ser molestado o exhibido en el ámbito personal. La esfera privada podría definirse como aquello que es especialmente protegido cuando se exonera a cada uno de la obligación de justificar en todo momento sus propias acciones, de asumir como propias las razones dominantes en la sociedad, o que la interferencia sobre la propia identidad deba ser justificada. Esto significa que hay un ámbito en el cual carece de relevancia si los motivos de las propias decisiones pueden o no ser compartidos por otros. Dicho de otra forma, que cada quien haga de su vida un guacamole; pero, que no haya intención de politizar las ideas que emergen de la mente o los sentimientos que anidan en el alma.

Llevar la intimidad a la plaza pública denota interés político, esto es, influir en otros para llevarlos a la causa y eso ya no corresponde al ámbito de los derechos o de la libertad.