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Primero lo primero

Por alguna razón ignota, la historia de México destaca más las hazañas bélicas que los grandes logros en el terreno de la educación y la atención a las nuevas generaciones en cada uno de los periodos de transición

Por alguna razón ignota, la historia de México destaca más las hazañas bélicas que los grandes logros en el terreno de la educación y la atención a las nuevas generaciones en cada uno de los periodos de transición: el telpochcalli y el calmecacn, en la época precortesiana; la escuela lancasteriana promovida por Guadalupe Victoria; Juárez y la libertad de enseñanza y, luminoso, el Articulo Tercero de la Constitución del 1917.

Ahora que se habla de reconstrucción, con no pocas reticencias sobre el tema, bueno sería que las autoridades pararan mientes en el llamado que hace la Unicef para que la inversión pública y privada de reconstrucción coloque y mantenga al centro de las prioridades nacionales a la población infantil afectada por los terremotos de 7 y del 19 de septiembre, particularmente en lo referente a salud física y emocional, educación y vivienda para familias afectadas. Nuevamente, primero los ‘peques’, presente y futuro.

Primero lo primero

Claro, preciso y conciso ha sido el mensaje de Christian Skoog, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia en México, quien expresó: “Los siete millones de niños que viven en las zonas peor afectadas de Chiapas, la Ciudad de México, Morelos, Oaxaca y Puebla, especialmente los más vulnerables debido a la pérdida de sus hogares y escuelas, deben estar al centro de las discusiones presupuestarias que enfrenta el país. En situaciones de emergencia las niñas, niños y adolescentes tienen necesidades especiales en cuanto a alimentación, salud, higiene, educación y apoyo psico-social que, de no ser atendidas tanto puntualmente como a largo plazo, pueden acarrear consecuencias muy graves para sus vidas y para la sociedad”. Lo sabe el representante y lo sabe toda persona de juicio y buena voluntad.

No necesitan las autoridades inventar el hilo negro ni hacer milagros; la historia, esa gran maestra, enseña el camino. Durante las prolongadas discusiones del Congreso Constituyente de Querétaro, en que se dilucidó el modelo educativo de la Revolución, quedó claro que la experiencia ancestral obligaba a que fuera formativo, esto es de una educación integral, no solamente informativo. Educar, no simplemente instruir.

De los aztecas se tomó el ejemplo del el telpochcalli, escuela a la que asistían los niños  y el calmecacn (diferente al calmécac, escuela para las élites), que era planteles con internado, para dar lugar a la amplia red de internados, primero únicamente escuelas primarias y luego también normales, donde se forjaron muchas generaciones de mexicanos ilustres en los tres grandes campos de la cultura humana. Fueron un éxito.

La escuela lancasteriana del primer presidente de la República, se replicó con el Fondo de Fomento Educativo que envía jóvenes estudiantes a impartir educación en escuelas unitarias de comunidades alejadas de los grandes centros poblacionales. La libertad de enseñanza de la Reforma, promovió el conocimiento científico y la propuesta de justicia en lugar de caridad, que tanto impulso dio al desarrollo del país, en libertad.

Buen momento es para que la reconstrucción, ante la contingencia, permita volver la vista atrás para aprender del pasado cómo resolver las contingencias, pues, asegura Unicef: “México enfrenta un reto de reconstrucción con implicaciones presupuestarias importantes y, en este contexto, UNICEF le pide al país que brinde cuidadosa y sistemática consideración a las necesidades de la infancia y adolescencia en la toma de decisiones de reconstrucción, particularmente en lo referente a presupuestos fiscales. El bienestar de niñas, niños y adolescentes debe ser una consideración central a la hora de priorizar el apoyo a familias afectadas. Por ejemplo, las familias con niños o con mayor número de ellos, o los hogares encabezados por mujeres, deben recibir consideración especial y apoyo acorde”.

No hay que olvidar que, México, como país, ha ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y que cuenta con una Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, misma que debe hacerse valer.

¡Primero lo primero!