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El sucio truco sucio

Una vez más, el pueblo de México es víctima del sucio truco sucio del gatopardo, en que se hacen cambios para que nada cambie. Siguiendo la máxima de que la voz del pueblo es la voz de Dios, tendría que afirmarse que el PRI aceptó que se hiciera la voluntad de Dios. Sí; pero, en los bueyes del compadre. Ante la presión de quienes ya no ven lo duro, sino lo tupido, aceptaron recortar ‘sus prerrogativas’ (dinero gratis).

El presidente del Partido Revolucionario Institucional, Enrique Ochoa Reza, quien en los corrillos populares es conocido como ‘Clavillazo’, porque luego de quebrar a la Comisión Federal de Electricidad y dejarla lista par su venta como chatarra, cobró desmesurada indemnización (total y absolutamente ilegal desde todos los puntos de vista), dijo que donaría para un fondo de recuperación de los daños que ocasionó el terremoto del día 19 de los corrientes, el cien por ciento del dinero que se le adeuda.

El sucio truco sucio

Acompañado de sus cachanchanes, Ochoa Reza dijo que su partido renuncia a los 258 millones de pesos que debería recibir como prerrogativas en el último trimestre del año, y, además, conminó a los otros partidos a seguir su ejemplo para que, en el corto plazo, estos recursos se devuelvan a la Tesorería de la Federación, lo que permitiría acumular casi mil millones de pesos que se podrían destinar a la reconstrucción de los daños causados por los movimientos telúricos y meteoros ocurridos recientemente.

Con ello, cierra cómodamente el año electoral en que se hizo exitoso ensayo general de la elección de Estado que se prepara para el año próximo, en que habrá un enorme derroche de recursos para comprar votos, voluntades y decisiones, tanto personales como institucionales, a fin de que: “México pueda seguir avanzando por la senda del progreso, por medio de la consolidación de las reformas estructurales democráticas”. 

Para el año próximo, en que se presupone que se hará el mayor ejercicio electoral de la historia, el Instituto Nacional Electoral ejercerá un gran presupuesto de  25 mil, 45 millones de pesos, de los cuales, 18 mil, 256 millones serán para el gasto operativo del organismo, y el resto, 6 mil 788 millones serán para el financiamiento de los partidos políticos y candidatos independientes. Un gasto enorme que no es posible justificar.

El descredito de las autoridades electorales, todas al servicio del jefe, y de los partidos políticos, ha llegado a niveles tan bajos que, durante la Segunda Encuesta Nacional de Opinión Ciudadana 2017, publicada el pasado junio tras las elecciones estatales por la casa Grupo de Economistas y Asociados (GEA-ISA) la gran mayoría de los encuestados afirmaron no tener confianza en las autoridades electorales del país. El propio INE, a través de su presidente, Lorenzo Córdova Vianello, reconoce que en el 2018: “el reto mayor será recuperar la credibilidad y confianza ciudadana, porque de estas depende la legitimidad de quién gane la presidencia de la República”. ¡La cama está ya tendida!

Así que, habiendo cumplido en el 2017, pueden dejar propina, que se hizo un buen servicio; pero, que no se toquen los fondos del año próximo, cuando se echará la casa por la ventana para que no haya un retroceso en el prolongado camino de las reformas privatizadoras y la entrega del país al capitalismo salvaje, que fue prácticamente de un terremoto al otro terremoto.

Ojalá el resto de los partidos políticos (exceptuado las rémoras y paleros), con un poco de pudicia y de dignidad, puedan presionar a las reformas constitucionales que lleven al recorte de los enormes gastos del INE y el ajuste de las prerrogativas a los partidos se reduzca, no como una ocurrencia oportunista y transitoria, sino como respuesta a las demandas populares, que no está en estos momentos el horno para bollos ni para seguir alimentando panzas aventureras de funcionarios y representantes ineptos y corruptos.