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Pepsicóatl

No podía ser otro que Carlos Fuentes quien cambiara el mito de Quetzalcóatl, que fue curiosamente puesto de moda por José López Portillo con su libro del mismo nombre, por el de ‘Pepsicóatl’, que ya no promete el sol, sino una lavadora de marca extranjera pagadera a plazos.

No podía ser otro que Carlos Fuentes quien cambiara el mito de Quetzalcóatl, que fue curiosamente puesto de moda por José López Portillo con su libro del mismo nombre, por el de ‘Pepsicóatl’, que ya no promete el sol, sino una lavadora de marca extranjera pagadera a plazos. Fuentes vino al mundo el 11 de noviembre de 1928 y es uno de los impulsores claves del ‘boom’ de la literatura latinoamericana, que la vuelve universal.

Nacido en Panamá, pasó la mayor parte de su vida viajando por diversos países del mundo, primero acompañando a su padre, diplomático, y luego por su cuenta y más adelante con la representación diplomática de México. Eso le permitió tener la visión ecuménica que se ve reflejada en sus 50 obras que lo mismo son de creación literaria estricta, que de ensayo, de crítica y, desde luego, de un notable ejercicio periodístico.

Pepsicóatl

Fue quién con más acierto percibió y pudo describir la claudicación de la clase política aborigen a los mandatos del capitalismo salvaje. Así lo expresa con todas sus letras en su Nuevo tiempo mexicano, un texto indudablemente realista: “No podemos regresar a Quetzalcóatl; Quetzalcóatl tampoco regresará a nosotros. Como Godot, Quetzalcóat se fue para siempre y sólo regresó disfrazado de conquistador español o de príncipe austriaco. ¿Debemos, por ello, enajenarnos a Pepsicóatl? Sería el camino más fácil, pero no el más feliz. México se encuentra actualmente en un grado de desarrollo capitalista intermedio: el que el teórico de la subordinación imperialista, W W Rostow, llama la etapa del despegue”.

Nuevo tiempo mexicano, salió a la luz pública en 1994, el año del levantamiento zapatista; de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte; de los crímenes de Estado, especialmente el asesinato del candidato a la presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio; de la elección de Ernesto Zedillo, quien ya dijo que no vería con malos ojos la candidatura de José Antonio Meade.

Ya en ese tiempo sabía que: “Pero ese desarrollo, una vez que la burguesía mexicana aprovechó para sí las reformas revolucionarias, sepultando de paso la ideología revolucionaria, carece hoy de metas verdaderas en el orden de la justicia y, también, en el de la imaginación: se trata de un desarrollo por el desarrollo mismo que al cabo, nos hace persistir en el atraso y nos convierte en depositarios del excedente plástico, descafeinado y korequizado de la gran industria norteamericana: somos el Bajo Chaparral de la producción y el consumo de la metrópoli yanqui. Quetzalcóatl nos prometía el Sol; Pepsicóatl nos promete una lavadora Bendix pagable a plazos”.

En la irrupción literaria de los 60s y 70s, con la temática social de denuncia de los excesos perpetrados por los sangrientos regímenes dictatoriales, emergen los escritores del ‘boom’ latinoamericano, entre los que destacan en Argentina Julio Cortázar, en Brasil Jorge Amado, en México Carlos Fuentes y Juan Rulfo, en Colombia Gabriel García Márquez, en Paraguay Augusto Roa Bastos, en Cuba Guillermo Cabrera Infante, en Guatemala Miguel Ángel Asturias y en Perú Mario Vargas Llosa. Mención aparte merece Eduardo Galeano con Las venas abiertas de la América Latina.

De todos ellos, es Carlos Fuentes quien logra, por su contacto estrecho con culturas de casi todos los confines de planeta (los viajes ilustran), una visión más completa que conjuga con un magistral dominio del lenguaje. El mosaico de estilos, de experiencias y de enfoques novedosos, encuentra en Fuentes una de sus máximas expresiones.

El hecho de haber servido en la diplomacia mexicana, no lo exentó de la una crítica certera y muchas veces ácida del quehacer gubernamental y de las tendencias de quienes teniendo la oportunidad y la obligación de servir a México y a los mexicanos se pusieron al servicio de los intereses del capitalismo salvaje.

 “Los atractivos del estilo de vida norteamericana transplantados a México generan, a través de los medios de difusión, un segundo problema; el de la aglomeración irracional en las urbes mayores. Cinco mil personas llegan diariamente del campo a la ciudad de México, atraídas en gran medida por el espejismo nylon que les ofrecen la radio, el cine, los anuncios y la televisión (y expulsadas del campo, en medida aún mayor, por las condiciones de injusticia que en él privan). Son los hijos de Zapata que se convertirán en hijos de Sánchez”.

Carlos Fuentes Macías recibió, entre otros premios, el Rómulo Gallegos, el Cervantes, el Príncipe de Asturias de las Letras, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y la Legión de Honor otorgada por Francia. Falleció a los 83 años, el 15 de mayo de 2012 en la Ciudad de México; al día siguiente se le rindió un homenaje en el Palacio de Bellas Artes para posteriormente trasladar sus restos a París, al Cementerio de Montparnasse, donde reposan dando muestra de la universalidad de su obra.