Editoriales > ANÁLISIS

¿‘Oyites’, papi?

Cien dólares de multa deberán pagar los restaurantes que ofrezcan a los niños bebidas azucaradas para su consumo junto con alimentos, según dispone la Ley para Bebidas Saludables en los Menús Infantiles, que entró en vigor en julio pasado en la ciudad de Baltimore, Maryland, en los Estados Unidos. Se espera que para este mes la medida se aplique también en varias localidades de los estados de California, Colorado y otros.

La idea es que los resultados que se han obtenido a través de la investigación federal, enfocada en esta ciudad, mediante la cual se concluyó que uno de cada cuatro niños en edad escolar consume refrescos todos los días; que el número de los menores obesos en Estados Unidos se ha triplicado desde la década de los setenta y que éste es ya un problema global, sirvan para tomar medidas que ayuden a una mejor calidad de vida.

¿‘Oyites’, papi?

Las multas, con ser una medida drástica, no es el único esfuerzo que se ha hecho por combatir la obesidad infantil que es el origen de muchos problemas, tanto de salud como de integración social, de equilibrio emocional y otros igual de importantes. En Argentina, se ha trabajado con diversas legislaciones referidas a los trastornos de la conducta alimentaria en las escuelas. Por desgracia, la mayoría no prosperó. No pudo tener éxito por los poderosos intereses económicos de las empresas trasnacionales que logran miles de millones de dólares con la venta indiscriminada de sus productos.

En 2008, se sacó la ley nacional 26.396 que promueve un ambiente escolar saludable mediante el desarrollo de estándares alimentarios en sus comedores: dicha ley aún no ha sido reglamentada. En 2014, la Cámara de Diputados de Buenos Aires aprobó un proyecto para establecer la comercialización de alimentos saludables en todos los quioscos y bufetes de establecimientos escolares, pero nunca fue tratada en el Senado.

Por si fuera poco, en el 2016 se creó, mediante el decreto 732/16 del Ministerio de Salud de la Nación, el Programa Nacional de Alimentación Saludable y Prevención de la Obesidad, coordinado por el doctor Alberto Cormillot, quien tuvo que renunciar a los pocos meses por la imposibilidad de avanzar y por el incumplimiento de los pactos destinados a hacer un sector sanitario eficaz. El poder de las multinacionales, imperó.

En México, la Secretaría de Salud anunció las medidas regulatorias de la Estrategia Nacional para la Prevención y Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes, relacionadas con la publicidad y el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas, que debió entrar en vigor el 18 de julio. Los cuatro ejes de esta estrategia son: Se restringirán los anuncios de refrescos, botanas, confitería y chocolates en horarios infantiles de televisión y cine, que van de 2.30 pm a 19.30 pm, de lunes a viernes, y de 7 de la mañana a 19.30 horas sábados y domingos.

Además de ello, se dispondrá de un sello exclusivo para los productos con alto valor nutrimental; cada producto deberá señalar de manera obligatoria, clara y frontal cuántas azúcares, grasas y grasas saturadas contienen los alimentos y bebidas, así como las cantidades que el Sector Salud recomienda ingerir diariamente de esos contenidos. Así mismo, se prohibirán las etiquetas que señalen cantidades de calorías recomendadas, pues las mismas son motivo de confusión.

Se está en espera de que, antes del inicio de clases, la Secretaría de Salud anuncie el reglamento para regular las cooperativas, las tienditas y el comercio de bebidas y alimentos dentro y fuera de las escuelas.

Quizá algún día se logre la aplicación de medidas tan drásticas como la de Baltimore, cuya comisionada de Salud, Leana Wen, expresó que: “La ciencia no engaña. Uno de los grandes contribuidores a la obesidad infantil son las bebidas azucaradas”.

Quizá algún día, se imponga el interés de la gente por sobre los poderes económicos.