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Malo ‘pal´pókar’

Mañana sale a Washington el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, llevando en sus maletas una propuesta prácticamente muerta para que el vecino del norte acepte ir adelante en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte. Guajardo ofrecerá que el 20 por ciento de la producción de autos susceptibles de ser exportados a Estados Unidos se haga con obreros bien pagados.

A cambio de esa ‘magnánima oferta’ solicitará que sean suprimidas de la cartera de negociaciones las que ponen límites a las oportunidades de contratación del gobierno, las barreras a las exportaciones estacionales de productos agrícolas mexicanos y la cláusula de terminación ‘sunset’, por medio de la cual se hará una revisión quinquenal del acuerdo en el entendido de que puede ser terminado por alguna de las tres partes.

Malo ‘pal´pókar’

Es difícil entender la lógica de las propuestas del representante mexicano, uno de los más empecinados en mantener deprimidos los salarios de los trabajadores aborígenes cuando su contraparte ha mostrado una cerrada oposición a que los frutos del libre comercio vayan a parar a unas pocas manos, estériles e inútiles, a cambio de la miseria de quienes deben sobarse el lomo para poder llevar la gorda a la mesa de la familia.

Con reiteración se ha señalado que ni el presidente Trump ni los negociaciones del TLC son hermanitas de la caridad; pero, han entendido que no puede continuar el libre comercio como un generador de grandes fortunas mientras las masas asalariadas ven disminuida su capacidad de compra. Seguir por el mismo rumbo no tiene otro epílogo que el acendramiento de conductas antisociales que ya han cobrado miles de vidas.

Emily Davis, la vocera del negociador norteamericano de la modernización del TLC,  Robert Lighthizer, explicó hace varios meses que la demanda de su país es que 40 por ciento de los carros y 45 por ciento de los camiones fuesen hechos por trabajadores que ganen un mínimo de 16 dólares por hora, salario promedio de la industria a nivel global. Además, demandan elevar substancialmente la proporción de partes de EU.

Ciertamente que un concesionario de la empresa Ford Motor Co. aceptó que a través del TLCAN, los industriales del ramo en los Estados Unidos han decidido cambiar la producción a México, donde los salarios son generalmente menores. Si Estados Unidos se sustrae el Pacto de la industria podría perder terreno a sus competidores en Asia. A lo que habría que agregar que no sólo la mano de obra barata sino la triangulación comercial es la que ha permitido bajar precios en los automóviles norteamericanos.

Un aspecto a considerar es que la economía estadounidense sigue mostrando signos de fuerza, y que los inversionistas y analistas dicen que están preocupados por el aumento de las políticas comerciales restrictivas. La pelea sobre TLCAN plantea una manifestación especialmente grave de esos temores. El Sr. Trump, ha amenazado con retirarse totalmente de acuerdo, como hizo con el de Asociación Transpacífico en uno de sus primeros actos oficiales, lo que resulta malo para globalización, para la renta variable y para el riesgo. Con ello irían en picada las monedas de países emergentes.

Ahora que seguramente llevará consigo a la representación del gobierno electo, bueno sería que Guajardo mostrara más audacia en las negociaciones y llevara propuestas más serias, más congruentes, más aceptables. A fin de cuentas, él ya tuvo su momento de gloria y ha gozados de las mieles del libre comercio por más de 25 años. Si ya se va, que lo haga con la frente en alto y no como el obstáculo para los empeños que se están llevando a cabo para humanizar el rostro del capitalismo y permitir que los beneficios del libre comercio se desparramen. A fin de cuentas, ¿quién se come una vaca de una sentada?