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Diálogo norte-sur

La idea de la cooperación en beneficio mutuo entre países desiguales y con asimetría en el desarrollo económico, no es nueva. Han sido muchos los reclamos que se han hecho en los más importantes foros mundiales acerca de la necesidad de la cooperación para el desarrollo, con resultados que no han sido satisfactorios, dado que, como en los pasajes bíblicos, el pez grande sigue engullendo al chico. Justicia, claman unos, un nuevo orden económico mundial, los otros.

Quizá, uno de los intentos más importantes por lograr un acercamiento al propósito del tema haya sido Reunión Internacional de Cooperación y Desarrollo, mejor conocida como Cumbre de Cancún, en la que se discutió la necesidad de un nuevo orden económico mundial. A ésta asistieron 17 jefes de Estado y cinco ministros de relaciones internacionales para llevar a cabo un intenso diálogo del 22 y 23 de octubre de 1981, a fin de encontrar y adoptar la naturaleza de una nueva interdependencia global: los países desarrollados se percataron de la importancia que tienen los pobres como abastecedores de materias primas y como compradores de sus bienes y servicios.

Diálogo norte-sur

Para dar una idea de la importancia del evento, habría que señalar que en él estuvieron presentes: Ronald Reagan (presidente de Estados Unidos), Pierre Elliott Trudeau (primer ministro de Canadá), José López Portillo (presidente de México), el príncipe Fahd (heredero del trono de Arabia Saudita), Zhao Ziyang (primer ministro de China), Ferdinand Marcos (presidente de Filipinas), Julius Nyerere (presidente de Tanzania), Margaret Thatcher (primera ministra del Reino Unido), François Mitterrand (presidente de Francia), Indira Gandhi (primera ministra de India), Luis Herrera Campins (presidente de Venezuela) y Kurt Waldheim (secretario general de las Naciones Unidas).

La representación de los Estados Unidos impidió que se invitara a Cuba y, por ende, tampoco asistió Rusia, no obstante el peso específico de su economía en el orden internacional. Ni que decir que la voz cantante la llevaron los norteamericanos y los ingleses, que ya preparaban el advenimiento del neoliberalismo, esto es, del capitalismo salvaje y predador montado sobre el lomo del brioso corcel de la globalización. México ganó al albergar la cumbre en Cancún y de esta manera promoverlo como un destino turístico de categoría mundial. Para ello, la ciudad fue dotada de la infraestructura necesaria para desarrollar actividades turísticas de todo tipo y género.

Los cronistas de la cumbre señalan que uno de los participantes del evento mejor librado fue el presidente Reagan, quien logró no convertirse en el villano de la obra con su condicionada y tímida oferta de aceptar negociaciones globales, siempre que sean dentro de las instituciones existentes en Naciones Unidas. Logra escabullirse de compromisos directos y acuerda el inicio del programa a largo plazo para erradicar el hambre, y rechaza un fondo del Banco Mundial para ayudar a países pobres a pagar su factura petrolera. Sin embargo, el hecho de haberse reunido es ya una proeza.

Quizá uno de los propósitos más esperados; pero, igualmente fallidos, fue del plan alimentario. La presión de los países pobres, que deseaban resultados concretos y no esperaban demasiado de un largo proceso de negociaciones globales, logra obtener quizá el único resultado concreto de la conferencia: un plan alimentario destinado a acabar con el hambre en el mundo antes del año 2000. El presidente nigeriano, Shehu Shagari, ha explicado la necesidad de esta medida con un dato muy simple: cada africano tiene hoy un 10% menos de alimentos que hace diez años.

Si se toman en cuenta las circunstancias actuales, podría decirse que, de haberse cumplido con ese propósito, que implicaba la transferencia de tecnología y la tecnificación de la producción alimentaria con apoyo de las naciones desarrolladas; ahora no se verías las escenas dramáticas de miles de seres humanos huyendo del hambre, el desamparo, la explotación y la violencia, que ha llegado a niveles tales que un buen número de seres humanos prefiere perder la vida en el intento de llegar a lugares donde pueda vivir y trabajar en condiciones humanas.

La cumbre norte-sur no trajo soluciones, sino problemas, que ahora son peores.