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No les cae el veinte

El año antepasado, la fortuna de los 35 que apostaron en la puja de Salinas se incrementó de manera notable, no obstante las amenazas del vecino del norte, la ola de recesión que se expande por el planeta y otros fenómenos que tienen que ver con la geopolítica. Para los magnates huehuenches, fue un año magnífico, tanto que han podido jalar a otros de su misma clase para unirse al club de los súper ricos, esos cuya fortuna está por encima de los 500 millones de dólares. El nuevo jugador es el Grupo Herdez.

Este fenómeno es fácilmente explicable, porque todo el sistema, desde la famosa cena aquella en casa de don Antonio Ortiz Mena, está a disposición de las grandes empresas que no sólo no pagan impuestos sino que reciben subvenciones de la administración pública y que dominan el mercado sin control alguno, ofreciendo productos de muy dudosa calidad en envases que valen más que lo que contienen, con cargo directo al consumidor. No hay quien venda litros de litro, ni kilos de a kilo, y ¡a ojos vistas!

No les cae el veinte

Pero, vino a resultar que los mexicanos, esa ‘gentuza’ de la que abominó Paulina Peña, se dieron un gobierno cercano a la gente que ha propuesto la Cuarta Transformación, que no es otra cosas que la restauración del estado de derecho que empieza por la justicia social, y la redistribución razonablemente la riqueza generada con el esfuerzo del hombre, va por la auténtica democratización de las acciones de gobierno y la consecución del bienestar de las mayorías, que tanto tiempo vieron caer su nivel de vida.

Además, se está buscando, ahora sí, que los servicios que presta el Estado por mandato constitucional, se cumplan con eficacia y oportunidad. Una de esas encomiendas es velar por la salud de quienes en este país viven y trabajan; no únicamente con acciones curativas, también con tareas preventivas, entre las que se encuentran las acciones de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.

Esta Cofepris, tiene como misión: “Proteger a la población contra riesgos a la salud provocados por el uso y consumo de bienes y servicios, insumos para la salud, así como por su exposición a factores ambientales y laborales, la ocurrencia de emergencias sanitarias y la prestación de servicios de salud mediante la regulación, control y prevención de riesgos sanitarios”, para lo cual, como miembro activo de las Organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud OPS/OMS, busca la compra directa de ciertas vacunas y medicamentos por medio de Fondos Rotatorio y Estratégico de esos organismos internacionales, de los que obtendría beneficios respecto a los precios ofertados; además de otros.

Para ir más a fondo y habiéndose detectado una epidemia de obesidad y de padecimientos crónicos debidos a la mala alimentación y a la promoción de hábitos sedentarios a través de los medios masivos, especialmente la televisión, contra la cual el espectador tiene muy escasa defensa, el Congreso se ha dado a la tarea de legislar para exigir a las industrias alimentarias, de bebidas y farmacéuticas normas de operación razonables, que van acordes a las que rigen en la mayor parte de los países civilizados.

Entre estas reglas esta la del etiquetado frontal, que debe enterar al consumidor de los contenidos de cada producto. Ni siquiera se les pide una advertencia de alerta, como la que se pone en las cajetillas de cigarrillos. Nada más que digan lo que agregaron a los alimentos, las bebidas y las medicinas a fin de darles aspecto, sabor o conservación prolongada, dejando al libre albedrío del comprador tomarlos o no.

Con el propósito de que la nueva medida tenga un sustento democrático y plural, el Congreso, a través de sus cámaras, llevó a cabo una serie de mesas de trabajo en la que estuvieron presentes los representantes de las industrias involucradas. En la Cámara de Senadores se discutió la Norma 051, que detalla la implementación de esta medida por medio de la cual se solicita un etiquetado que informe al consumidor; que permita distinguir los contenidos en exceso de calorías, sodio, grasas saturadas y azúcares; que sea universal, para que los consumidores puedan comparar y tomar la mejor decisión.

Los primeros en protestar fueron las grandes empresas transnacionales que dominan el mercado de la frituras y de las aguas embotelladas con o sin alcohol; pero sí con grandes cantidades de azúcar. Luego fueron los de dentro, alegando que tendrían enormes pérdidas que se traducirían en desempleo para los trabajadores del ramo y afectación a la economía nacional en lo general. ¿Y las pérdidas por obesidad?

No han logrado articular un argumento sólido para seguir con sus ventas de comida y bebida chatarra. Tampoco entienden que los tiempos han cambiado y que ahora se trabaja para la gente, no ‘pal’capital’.