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Monte de orégano

Hay cosas que pueden hacerse sin ayuda de complicados procesos mentales, por ejemplo, aprender y tocar música de oídas; aprender computación sin tener una computadora; bailar sin música; pero, hasta el día de hoy, no se puede razonar de oídas, esto es, encontrar relación entre ideas o conceptos distintos para obtener conclusiones o formar un juicio. A lo más que puede llegarse sin el rigor mental es a decir tontería y media por razones diversas, entre las que están incluidas intereses personales y de camarilla.

Asentado lo cual, hay que reconocer que uno de los países que saldrá mejor librado de la crisis derivada del fin del capitalismo salvaje, el combate a la corrupción y los estragos provocados por la pandemia, es México. Los números y estadísticas que manejan personajes o instancias afectados por los cambios que se han venido dando para despercudir la vida institucional del Anáhuac, son harto cuestionables, por lo que es necesario acudir a fuentes más confiables, que por su propia naturaleza no puedan mentir.

Monte de orégano

Ayer,el Departamento de Comercio de los Estados Unidos anunció una caída récord de la economía de ese país, estimada en un 32.9 % durante el segundo trimestre, debido a los cierres por la pandemia de coronavirus. La disminución en el segundo trimestre del producto interno bruto trae como consecuencia que la producción total de bienes y servicios, marcará la mayor caída registrada desde 1947, lo que pone a la nación más poderosa del planeta al borde de una recesión de imprevisibles consecuencias.

Voces agoreras dicen que la economía estadounidense ya venía mal desde la crisis inmobiliaria y financiera del 2008; eso habría que verlo. Lo cierto es que el mercado laboral, la parte más importante de la economía estadounidense, ha sufrido graves daños. Decenas de millones de empleos se perdieron durante la recesión, y más de 1 millón de personas despedidas solicitan ayudas por desempleo cada semana durante 18 semanas consecutivas. La semana pasada, por ejemplo, llegaron a 1,43 millones.

Estados Unidos es el país con el el mayor número de personas afectadas por el Covid-19, con más de cuatro y medio millones de casos y hasta ayer casi 154 mil muertes, sin que haya una evidencia clara de que los contagios hayan disminuido. Ciertamente que el director de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud, Mike Ryan, dio a conocer un boletín negando un rebrote de la pandemia; sin embargo, señaló que: “Diría que no hay una segunda ola como tal, pero estamos viendo cómo el virus reaparece naturalmente cuando quitamos presión en las medidas para evitar contagios”.

Por otra parte, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática publicó ayer que en el segundo trimestre de 2020, cuando se dieron con mayor rigor las medidas de contingencia ante la pandemia del coronavirus, el Producto Interno Bruto (PIB) de México registró una caída de 18.9 por ciento frente al mismo periodo de 2019, lo que representa la baja anual más alta desde 1981. Esta caída de la economía mexicana es menor a la estimada por el consenso de los ‘especialistas’ del mercado.

Si la economía de los Estados Unidos cae un 57 por ciento más que la de México, es obvio que algo se está haciendo bien aquí o algo se está cocinando mal allá. Como para el grueso de los amargosos que han perdido sus privilegios, es imposible que algo así suceda, evitan hacer las comparaciones y, en cambio muestran estadísticas a modo para crear la sensación de que el país va mal, qué digo mal, va de mal en peor. Por ejemplo, un tal Julito publicó ayer mismo un Tuit: “#PIB la fuerte contracción anual del Producto Interno Bruto estimada en 2020-T2 (-18.9% a/a) es la mayor en la historia de este indicador macroeconómico y supera con creces las bajas en 1995-T2 (-8.6%) y 2009-T2 (-7.7%)”.

Por lo que hace a la pandemia y su confrontación, Estados Unidos sigue siendo el país con el mayor número de contagios en el planeta (más de cuatro millones y medio) y, lamentablemente, con el más alto registro de fallecimientos (ayer ya estaban cerca de los ciento cincuenta y cinco mil), sin que haya buenas noticias al respecto. En México, el número de contagios es muy bajo, apenas arriba de 408 mil, 500; en tanto que el número de muertos si es elevado, 45 mil, 361, hasta ayer; pero, el caso tiene mucho por averiguar para deslindar responsabilidades por las resistencias, las oposiciones y las irregularidades.

Con los datos oficiales aportados por organismo cuya solvencia está a salvo, hay que reconocer que el país va por la ruta correcta y que habrá de llegar a puerto con los vientos a favor para una recuperación pronta y venturosa. Antes de la pandemia ya se habían rectificado muchos de los errores económicos y políticos que ponían en riesgo la viabilidad del país. Después, se han utilizado estratégicamente los recursos disponibles para evitar daños mayores a la población, al sector productivo y la vida institucional.

Ayer mismo dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador que: “Ya pasó lo peor y funcionó la estrategia y ya nos estamos recuperando”, basándose en los datos del Inegi, para agregar que: “Dijimos que en julio empezábamos a levantarnos y ya hay signos en ese sentido”, lo que es evidente a medida que se normalizan las actividades y los mexicanos se adaptan a la nueva normalidad, que por fuerza debe ser mejor que lo que se vivía antes. El optimismo en las instituciones permea a la masa popular.

Antes, las contingencias servía para que los potentados amafiados al gobierno se hicieran de mulas a la mala, incrementando sus fortunas; ahora, ante los problemas se aplican medidas inteligentes de uso racional de los recursos disponibles, como viene siendo el caso de que, ante la caída de los ingresos por exportación de petróleo, se ha echado mano de los fondos de contingencia. Así, si de enero a junio de este año, los ingresos tributarios y petroleros quedaron 168,966 millones de pesos por debajo de lo que se había programado, esto se compensará con los recursos del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, equivalente a 176,963 mdp de acuerdo los criterios de la normatividad aplicable”.

Cuando se quiere se puede. Y, sin mayor endeudamiento ni nuevos compromisos que condicionen el desarrollo, el futuro se antoja como un monte de orégano.