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María no nació dos veces

De la gran diva mexicana, María Félix, escribió Octavio Paz Lozano, Premio Nobel de Literatura, que: “Nació dos veces: sus padres la engendraron y ella , después, se inventó a sí misma”, lo que bien pudo tratarse de una apreciación subjetiva y más bien poética, dado que la misma artista se definía a sí misma como mujer extremadamente trabajadora y disciplinada, desechando la idea del mito de haberse creado una imagen.

¿Una imagen de qué? ¿De india, de cabaretera, de mujer sumisa o fatal? No, todo fue obra del trabajo frente a las cámaras, que nada tiene de glamour o de día de campo. Las desveladas aprendiendo y ensayando los diálogos, los gestos, la dicción; las ‘desmañanadas’ para lucir siempre radiante y para presentarse a tiempo a los sets de filmación; luego mantener una caracterización durante muchas horas, días y meses. 

María no nació dos veces

Quizá por ello es María-México, María-Revolución, la estrella de una época que enseñó al mundo los mejores logros de la Revolución, plasmados en la Constitución del 17, en los que regía el principio de la justicia social, que ella mismas encarnó al tener el más elevado pedestal en un mundo creativo sublime, que no ganó por poses de diva, como se ha dicho; sino, por un desempeño altamente profesional y totalmente disciplinado.

Al texto escrito por Paz como parte del prologo de un libro editado con motivo del centenario de su nacimiento y los doce años de su partida, respondió con sus propias palabras. Paz dijo: “Hay una diferencia entre los mitos de ayer y los de hoy: la ninfa se convierte en constelación por voluntad de Zeus mientras la María Félix que todos conocemos es el resultado de los que hizo con ella misma, con su cuerpo y con su cara, con su alma y con su vida, una muchacha de clase media mexicana”, y ella había dicho:

“Mis personajes nunca tuvieron nada qué ver con mi físico. ¿Usted cree que me parezco a una cucaracha? ¡Lo que se parece un elefante a una gallina, me parezco yo a una india! ¡Son mis entretelas! No tengo físico de india ni de arrastrada ni de puta. Para tener una carrera como la mía, yo aprendí a trabajar, a disciplinarme. Sin disciplina no se puede hacer nada y los actores que no la tienen, son desechables. Me costó trabajo aprender, porque es una disciplina llegar temprano, aprenderse los diálogos, adentrarse en un personaje, en una puta, una cocinera o una virgen”. 

Octavio Paz no fue el único de los creadores de la época que sufrió los embates de la notable inteligencia de María. Una vez que le dijo a Renato Leduc, recién divorciado de Leonora Carrington a quien había traído a México desde Madrid luego de rescatarla de un manicomio: “Oye: ¿por qué no te casas conmigo?, al fin que tú ya no estás casado con nadie”. Este le respondió: “No, no me chingues, María. Yo estoy contento de ser el señor Leduc, ¿por qué voy a ser el señor Félix? Tú tienes que casarte con alguien como Stalin. Fuera de ese cabrón, a todos los que se metan contigo te los chingas”. Ya para esas fechas María había estado casada tres veces, una de ellas con Agustín Lara y otra con Jorge Negrete. Carrington pintó 3 cuadros de María, incluyendo un gran tríptico.

Habiendo vivido y habiendo formado parte de la gran corriente cultural que culminó con los tres Premios Nobel a mexicanos de la postrevolución, María, a poco de su partida dijo que: “La cultura está en un momento muy malo; aquí, quitando a Octavio Paz, a Krauze y a (Andrés) Henestrosa, yo no conozco muchos hombres escritores de gran cultura en México. En todo el mundo la cultura está mal ahora. La pintura, por ejemplo, se traduce en dinero. ¿Usted cree que son pinturas esos garabatos que pintó Tamayo? ¿Usted cree que Tamayo se iba a herniar por los monigotes que hacía? Algunos se los habrá hecho Olga, son tan fáciles de hacer…”.

Al hacer un inventario de su misma, vuelve a desmitificarse: “Hice cuarenta y siete películas a lo largo de mi carrera, pero mi aprendizaje nunca terminó. Cada papel me enseñaba algo nuevo. Todos me exigían transformaciones, cambios de ropa, cambios de lenguaje, cambios de mentalidad. Las historias que uno lee en el libreto varían al irse filmando. Nada es definitivo: hasta la trama puede modificarse a última hora y los personajes pueden ganar o perder importancia según la capacidad del actor. En ese juego de azar está el encanto del cine para quienes lo vemos como profesión”.

Este 8 de abril, en el aniversario de su nacimiento y de su muerte, María deja oír una de su máximas: “A mi no me impresiona nadie con el precio; pero, sí con los resultados”.