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Los tres pelos del Diablo

Los hermanos Grimm, Jakob Ludwig Karl Grimm (1785-1863) y Wilhelm Karl Grimm (1786-1859), alemanes famosos por sus cuentos infantiles, escribieron obras con una gran moraleja. Entre ellas se cuenta Los tres pelos de oro del diablo, en la que se hace referencia a la avaricia del rey y cómo esta lo lleva a su perdición. Bien puede hacerse una analogía de este monarca con los dueños del gran capital y el gobierno de .

La ambición los ha llevado a perpetrar desaguisados de tal magnitud, que nunca antes el país había estado en tan lamentables condiciones, con un futuro incierto que no se puede arreglar con más de lo mismo. Los estragos del capitalismo feroz y su alianza aleve con la administración pública ha sumido en un pozo profundo lo que en tiempos pretéritos fue conocido como el cuerno de la abundancia donde había todo para todos.

Los tres pelos del Diablo

Los tres males que hereda la administración que pronto se ira, son: una economía en ruinas, corrupción e impunidad y violencia generalizada. Precisamente, los renglones en que prometió soluciones casi mágicas mediante colusiones inconfesables que no pasaron de ser un acoplamiento de intereses para llevar hasta las últimas instancias la apropiación de la riqueza acumulada en más de medio siglo de regímenes nacionalistas.

Los retrocesos en materia económica, quedan claramente evidenciados con el ya histórico nivel de la deuda pública (que rebasa los 10 billones de pesos); con un tipo de cambio que gira alrededor de los 20 pesos por dólar; con una inflación alta (4.55 por ciento), y con un Tratado de Libre Comercio que no se ha podido concretar por la tozudez de los negociadores mexicanos que quieren seguir vendiendo piezas chinas como si se tratara exportaciones mexicanas, sin entender que la jauja ya se acabó.

Según declaraciones de Marcelo Delajara, director del Centro de Estudios Económicos Espinosa Yglesias, el legado más favorable en la administración de Peña Nieto es la generación de empleo, que alcanzó los 3.6 millones de puestos de trabajo hasta el 30 de abril de este año, de acuerdo con datos del propio Gobierno federal. Pero, lo que no dice es que se trata de empleos precarios y que los salarios que se pagan en ellos son muy bajos: menores a tres salarios mínimos. El salario mínimo se fijó en 88.36 pesos.

Por lo que hace a los otros renglones, la corrupción y la inseguridad han dejado en segundo plano la problemática económica de México. Los indicadores señalan que cerró 2017 con 25 mil 339 homicidios dolosos, la cifra más alta en dos décadas, y 76.8 por ciento de los mexicanos sienten que vivir en sus ciudades es inseguro, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. En el tema de la corrupción, México fue el país peor calificado en este rubro entre los países que conforman el G20 y la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, según el Índice de Percepción de la Corrupción 2017. No hay, pues, mucho de dónde agarrarse en pro.

Tampoco es posible encontrar respuestas en quienes fueron actores principales en los sainetes que terminaron en pactos y acuerdos sacados a rajatabla, no para bien del país y de los paisanos, sino para seguir cargando las pulgas al can más famélico en tanto que las élites del poder económico y político aumentaron sustancialmente sus ya muy cuantiosas fortunas. Desde el Congreso o desde las secretarías, son responsables.

Las malas cuentas del que se va, con su pan habrá de comerlas, que le quedarán aún muchos años por delante para cargar con el estigma de haber arruinado la economía, percudido las instituciones y fomentado la rapiña, la corrupción y la atroz impunidad.