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Los otros duelos del Covid

No te aflijas. Cualquier cosa que pierdes, vuelve a ti en otra forma. -Rumi

Es muy difícil cumplir expectativas cuando de relaciones se trata. Más cuando son de largo plazo.

Así sean familiares, amorosas, amistosas, laborales, políticas o de otra índole, las relaciones humanas son un tema muy complejo. Lo ha sido siempre, pero los especialistas señalan que los cambios tecnológicos y los ritmos vertiginosos en la vida de millones, resintieron enormemente las relaciones interpersonales. Ahora imaginen las interacciones humanas en este tiempo de pandemia. El confinamiento ha modificado la forma en que nos vemos y relacionamos con los demás, hasta con nosotros mismos.

Los otros duelos del Covid

Para empezar, se acabaron los besos y los abrazos entre amigos y familiares, salvo entre los más íntimos y a veces ni eso. Ya no hay grandes reuniones, ni fiestas, ni convenciones, ni masivos encuentros presenciales. Nuestra vida social se ha reducido al mínimo; incluso la escuela, necesario espacio de interacción cotidiana, ha cerrado sus puertas para dar paso a las clases en línea. Y luego está lo doméstico. Un universo en cada casa. Las rutinas, el tiempo de convivencia, los quehaceres y los roles en constante cambio. Añada la crisis económica, el desempleo, el miedo a enfermar y el resultado son relaciones  atravesadas por un constante estrés.

Pienso en ello después de escuchar a M, amiga y lectora, comentarme que había decidido terminar con su matrimonio de casi treinta años: “tú que escribes los aconteceres del Covid, cuenta también de las rupturas, de los otros duelos en este tiempo”, me dijo con voz entrecortada. Casada desde muy joven, fue descubriendo en la convivencia diaria a un hombre muy distinto al idealizado: frío, distante, mendaz. “No le dieron la mirada que se besa con la luna”, diría el cantor. Pero ella resistió pensando que valía la pena. El confinamiento le mostró lo contrario. Bastaron unos meses para darse cuenta. Y se acabó la luz.

Bastaron unos meses, me dijo. Los meses con sus días, sus horas y sus minutos, porque al con-vivir tanto tiempo juntos, y en estado de tensión, salió a relucir todo lo indeseable. No es lo mismo despedirse por las mañanas que verse la cara todo el día: la cebolla empezó a pelechar, mencionó. Y en cada capa ella encontraba motivos para la ruptura. La convivencia permanente puede poner al descubierto la erosión oculta, dicen los estudiosos. Estar a todas horas con alguien desgasta la relación y esto se exacerba cuando no hay redes de contención afuera. Se quedaron solos y M. buscaba cosas que no encontraba y lo que había no la hacía feliz.  Tal vez a su pareja le pasó lo mismo, no lo sé. Finalmente es una historia de dos.

Y no son el único caso. Se habla de un gran “contagio” en rupturas durante este tiempo incierto; aquí, en China y en muchas partes: “En estos meses se han incrementado los conflictos de pareja y hay un notable aumento en demandas de divorcio”, apunta un abogado. Y si normalmente son procesos dolorosos, romper una relación ahora puede ser “especialmente difícil” por las condiciones del confinamiento y la falta de contacto humano para el consuelo. Sin hombros amigos para llorar, los especialistas aconsejan fortalecer la mejor relación que existe: contigo mismo y aceptar la elaboración de un necesario trabajo de duelo. Y aun cuando en medio de tantos duelos profundos por la pérdida de tanta gente, esos duelos parecen menores, los expertos aconsejan aceptarlos y trabajarlos, pues de lo contrario se convierten en heridas letales.

Y no sólo los matrimonios pueden vivir estos procesos de pérdida. En cualquier vínculo se pueden generar rupturas ahora: entre padres e hijos, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, socios y demás. Nadie está exento. Y lo más triste es el notable incremento de la violencia doméstica durante la pandemia. En nuestro país las cifras son escandalosas. Filas enormes de gente demandando por violencia y casi siempre a un miembro de la familia: “el confinamiento ha puesto de manifiesto tendencias latentes de violencia en muchas personas, además el encierro dificulta la búsqueda de ayuda”. Y lo peor: los médicos advierten que pueden persistir por años los niveles elevados de estrés y angustia psicológica después de la pandemia.

Ante el desolador panorama es necesario atender también los otros duelos del Covid. Reconociendo, no hay peor pérdida que la muerte, pero aceptando la necesidad de trabajar el espíritu y la mente para fortalecernos y elevar nuestro nivel de resiliencia frente a los embates de la temida pandemia. Por su parte, los abogados y los psicólogos recomiendan no tomar decisiones definitivas en este tiempo de excesivas tensiones. Eso le digo a mi amiga M. Y poner especial atención en nuestras relaciones más apreciadas para evitar fracturas. El amor y la amistad deben cultivarse cada día, así como la vida. Benedetti lo dijo mejor: “Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto…desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos”.