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‘Consíganme a Ricardo’

La puerta grande de la industria cinematografiara norteamericana la tuvo con el filme de Richard Thorpe, La Fiesta, llevando a Esther Williams en el papel coestelar

Voluntad, esfuerzo y disciplina fueron las constantes en la vida del gran actor que conquistó Hollywood con su actuación en una cinta iconográfica que muestra el drama de los migrantes mexicanos que son llevados al campo en los Estados Unidos en condiciones lamentables y frecuentemente son explotados por patrones sin escrúpulos. El film se resume en que un agente federal mexicano pide trabajo como un bracero ignorante y logra infiltrar la banda que abusa de campesinos mexicanos ilegales en California.

Ricardo Montalbán, actor nacido en la Ciudad de México y avecindado en Torreón, Coah., no renunció jamás a su nacionalidad de origen, se convirtió, además de un destacado actor que trascendió el límite de los papeles de latino, y junto con Dolores del Río, Ramón Novaro y Katty Jurado, en figura notable del cine clásico estadounidense. Sus inicios como actor fueron en el teatro y la televisión, en Broadway, Nueva York, antes de regresar a México para hacer películas importantes con los mejores directores. 

‘Consíganme a Ricardo’

La puerta grande de la industria cinematografiara norteamericana la tuvo con el filme de Richard Thorpe, La Fiesta, llevando a Esther Williams en el papel coestelar. Este drama musical a todo color, estrenado por la Metro-Goldwyn-Mayer en 1947, se filmó en localizaciones de la ciudad de Puebla, en México. Fue el primer papel acreditado de Montalbán en una película de Hollywood, y dio lugar para firmar un contrato por dos cintas más con la misma Williams: En una isla contigo y La hija de Neptuno. 

De ahí en adelante, tuvo una extensa carrera, tanto en el cine como en el teatro y la televisión, que abarcan setenta años de trabajo ininterrumpido, en la que se mostró siempre como un caballero bien vestido y amable. Cuando no estaba bajo los reflectores, dedicada su tiempo a su familia, al estudio, al gimnasio, a la iglesia y a las relaciones públicas. Quizá por ello proyectó siempre una imagen impecable y su dicción fue correcta en el idioma inglés y las distintas entonaciones de sus personajes.

Pero, si su carrera como actor fue brillante, no lo es menos su empeño en fomentar la buena vecindad y el entendimiento entre dos países vecinos con formación cultural diferente. No renunció a su origen; pero, mantuvo siempre tendidos los brazos para hermanar a las dos naciones, generando conceptos nuevos en el campo de las relaciones institucionales y personales. Hizo camino al andar ese tramo.

Durante un homenaje, casi al final de su carrera, dijo: “México es mi madre y Estados Unidos, el mejor amigo que tendré. Y entonces, sueño con el día en que mi madre dirá: ‘Ricardo, has elegido un amigo maravilloso’. Y el día en que el amigo dirá: ‘Ricardo, tienes una madre sensacional’. Por eso es muy importante reunirnos. Hermanos y hermanas, amen a su prójimo como a sí mismos. Y este teatro, creo, puede ser un pequeño grano de arena hacia ese fin. Aquí hemos abierto las puertas no sólo para que los jóvenes talentos tengan la oportunidad de desarrollarse (escritores, directores, actores), sino también para unirse como grupo en esta sociedad en la que vivimos. Abramos una mano de amistad, amor y hermandad. Este es mi sueño. Nunca lo veré completo mientras todavía esté vivo; pero creo que este es el comienzo, y eso es lo que me hace tan feliz de ver que esto se haga realidad”. Un sueño maravilloso.

Estas aladas palabras las pronunció Ricardo Montalbán en el teatro que lleva su nombre y que echa de ver uno de los frutos más importantes de su trabajo dentro y fuera de los escenarios. Resulta que la Fundación Nosotros y la Fundación Ricardo Montalbán acordaron comprar el Teatro Doolittle, en 1999 y lo inauguraron en el 2002. Entonces Montalbán dijo: “El nombre del teatro lo debo a la organización Nosotros; sus integrantes se aferraron a que llevara mi nombre, lo que me hace sentir muy orgulloso. El hecho de que haya el primer nombre latino para un teatro de Hollywood va a servir como un ejemplo para nuestros niños hispanos, para que digan mira: sí se puede”. Para entonces, el histrión tenía 81 años de edad y se desplazaba en silla de ruedas; pero, su espíritu y su carácter se mantenían incólumes. 

El gran actor, famoso por su actuación en la serie televisiva “La isla de la fantasía”, falleció el 14 de enero de 2009 en su residencia de Los Ángeles, California. Tenía 88 años de edad. Con respecto de su papel como el señor Roarke, dijo que: “A través de las fantasías uno aprende a apreciar sus propias realidades”. El sueño de Montalbán de lograr el acercamiento entre las dos naciones que fueron su madre y su mejor amigo, aún no ha cuajado en la realidad; sigue siendo una fantasía; pero, alcanzable.