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La ley de Murphy

A segura un viejo y conocido refrán que “el que no oye consejo, no llega a viejo”, con lo que se ejemplifica el riesgo de ir contra viento y marea en pos de una idea que no tiene la garantía necesaria para ser viable y hasta redituable en términos de ganancia, sea en metálico o en beneficios de otro género. En México, los ejemplos, que significaron costos muy altos para el país, menudean y no hay que ir muy lejos para encontrarlos.

Ahora, se anuncia como la obra de sexenio el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que es el segundo más grande del mundo en construcción; antes, se pregonaron el gasoducto mas grande del planeta, de Cactus, Chiapas a Reynosa, en el estado de Tamaulipas, y el Paso Interoceánico Multimodal de Salina Cruz, Oaxaca a Coatzacoalcos, Veracruz. Ninguno de éstos sirvió; pero, quedó colosal deuda externa.

La ley de Murphy

Con las dos obras portentosas, que vendrían a abrir enormes chorros de dólares para el país y que traerían incontables beneficios para los paisanos, México habría de aprender a administrar la abundancia; pero, no. Con una deuda impagable de 40 mil millones de dólares y con los precios del petróleo en picada, los nuevos ricos debieron declararse en bancarrota y llegó la moratoria de pagos de los compromisos contraídos en el exterior.

Claro el NAICDX no es lo mismo, está avalado por las empresas financieras de mayor prestigio en el planeta; fue ideado por un diseñador de Europa y tiene en apoyo de la élite plutocrática. Sí; pero, apenas se pusieron en marcha las obras, surgieron los problemas de toda índole, sobre todo de dinero y de impacto ambiental. El costo que fue fijado inicialmente en 160 millones de pesos, ya va muy por encima, sin que se sepa a ciencia cierta a cuánto asciende en este momento porque hay un total sigilo en el manejo de números; sin embargo, Parsons, el principal consultor de la obra, presentó una demanda de amparo, reclamando que su contrato fuera revisado después de que los costos se fueron a las nubes por las devaluaciones, aunque un juez falló en su contra y se hicieran arreglos que no se han dado a conocer públicamente.

Otros de los problemas graves ha sido el retraso en las operaciones del tren que ha de transportar escombros y carga para las obras. Erich Wetzel Storsberg, director de Ferrocarril y Terminal del Valle de México, afirmó que sería a partir del 1 de marzo pasado cuando comenzarían las operaciones el tren llamado Ferrovalle; pero, no se tienen informes al respecto, lo único que se ha dicho es que el retraso en el inicio se debió a los problemas en los derechos de paso, por las negociaciones que se llevaron a cabo con Pinfra y los ejes dos, y también por la solicitud de permisos para el crucero a nivel en la autopista Lechería- Texcoco. Sin el tren de gran capacidad, la carga ahí está.

Si eso no fuera suficiente, ya empezaron los problemas en el relleno del lago de Texcoco, que realmente es una locura, pues es necesario recubrir 5 mil hectáreas con tezontle, una piedra volcánica de color rojizo. Además, para las pistas de despegue se necesitarán tres capas adicionales de tezontle y otras dos más de basalto. Y, es que, geológicamente se trata de un relleno y compactación de tecnología muy complicada. 

Según los ingeniero, los materiales pesados están diseñados para hundirse unos dos metros y con ello expulsar cualquier remanente de agua del subsuelo, a través de millones de dispositivos como popotes. De esa forma, las pistas serán lo suficientemente fuertes para absorber el impacto de los aterrizajes de aviones todos los días. 

No todos coinciden en ello, pues, según el experto en aeronáutica y profesor de Economía y Finanzas de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle en Daytona, Florida, Bijan Vasigh, “Cuando tienes un lago, un río, y tratas de construir encima, es muy difícil; de alguna forma han tratado de minimizar los problemas que podrían surgir en el futuro. O realmente no saben lo que podría ocurrir”.

Así, que, no hay que olvidar la ley de Murphy.