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La nociva informalidad

La informalidad se yergue como uno de los principales obstáculos para avanzar en los procesos de modernización del país. No importa qué se haga, la informalidad será de manera permanente el principal escollo para acceder a los niveles de desarrollo que se observaron durante los regímenes revolucionario, cuando el país crecía a tasas por encima del 6 % anual, con paz, estabilidad y progreso, en medio de un mundo en caos.

Son muchas y muy variadas las voces autorizadas que se han pronunciado al respecto, como la del experto economista de Moody’s Analytics, Jesse Rogers , quien expresó que: “Aunque la apertura al libre comercio, sobre todo hacia el mercado americano ha llevado a una mayor especialización de las economías regionales, no hemos visto un mayor crecimiento de la productividad laboral como nos indica la teoría económica.

La nociva informalidad

Por eso nos pusimos a indagar sobre las barreras estructurales, como la informalidad laboral y el bajo nivel educativo y encontramos que son estos los factores que explican el tibio desempeño de la productividad en las últimas dos décadas”. En México, más.

Los esfuerzos que anuncia el gobierno para erradicar la informalidad son muchos y de muy variada índole. Por ello, resulta extremadamente complicado tratar de entender ¿por qué, si se reconoce el efecto pernicioso de la informalidad, se aceptó una visita informal del enviado especial del presidente de Estados Unidos a México y una charla de varias horas con el canciller mexicano y el presidente de la República? ¿Qué pasa?

El gobierno de la República debe explicaciones claras, precisas y puntuales de este evento de la mayor informalidad posible. Con ello se lesionó de gravedad el estado de derecho y la institucionalidad del país y de las relaciones que su gobierno debe tener con sus homólogos. Jared Kushner, primer yerno de los Estados Unidos, no tiene el carácter de diplomático en ningún grado, no tiene cargo ejecutivo para ser recibido en las circunstancias que permitieron su arribo a la cancillería y a la residencia oficial.

Al término de su función como embajador de Estados Unidos en México, Jeffrey Davidow escribió un exitosos libro acerca de su experiencia como representantes de su país en el Anáhuac y lo empieza con una leyenda en que Estados Unidos es un oso y México un puerco espín. Uno, rudo, indolente, tosco; el otro arisco, frágil, quisquilloso. Imagen esta que habría que modificar con respecto a la actitud del puerco espín.

El propio Davidow señala que: “En términos generales, desde el final de la Guerra Fría ha existido unanimidad en la política. Nos involucramos mucho menos y estamos teniendo éxito, viendo una mejor gobernanza, desarrollo económico y crecimiento de la democracia. No sé si el nuevo gobierno está retrocediendo en el tiempo o simplemente no le importa”. Lo que denota la inconsistencia en la diplomacia del EU. 

Inconsistencia que se pone de manifiesto por cuanto la embajadora Roberta Jacobson no fue invitada a estar presente en las conversaciones con el canciller y el presidente. Inconsistencia por parte del vecino, a la que debe agregarse la informalidad de los funcionarios del gobierno mexicano, que se saltaron todas los trámites y protocolos.

La opinión que campea en el lado americano no es positiva. Christopher Sabatini, profesor de la Universidad de Columbia, expresó en entrevista que: “Así no es como normalmente se implementa la política exterior, o como debería implementarse. Enviar al yerno del presidente, alguien sin experiencia en las relaciones entre México y Estados Unidos, es otro ejemplo de la falta de profesionalismo y personalización de la diplomacia que dañará los intereses y la influencia de Estados Unidos en la región”.

En México, ya se sabe, el propio secretario de Relaciones Exterior, Luis Videgaray se declaró un aprendiz, que, por lo visto, se empeña en no aprender.