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La neutralidad

A prácticamente dos semanas de que inicie la Cuaresma, tiempo de recogimiento y reflexión para la grey católica y de fiesta y diversión para el resto del mundo occidental, es buen momento para entender que sigue vigente el mensaje de Jesús, aquel que se dijo hijo de Dios y que vino al mundo a predicar la buena nueva del amor. Se puede creer o no; pero, no puede negarse el enorme valor que tiene la voluntad para sentarse a la mesa y compartir el pan y la sal en armonía y solidaridad.

Sócrates, el padre de la filosofía fue acosado y obligado a beber la cicuta, en cambio Aristóteles vivió un tiempo junto a Alejandro Magno y tuvo una vida de lujo y placidez; Leonardo da Vinci fue un cortesano que vestía de gala y compartía la mesa de los Médici, en cambio Miguel Ángel era un áspero cantero que vivía como anacoreta, que fue obligado a pintar los frescos de la Capilla Sixtina y produjo las esculturas más notables de la creación humana; Beethoven fue casi un ermitaño osco, en tanto que Mozart era un muchacho alegre y retozón. Eran distintos, pero todos  genios.

La neutralidad

Aportaron sus habilidades y talentos para hacer la vida del ser humano más grata. Aunque algunos gozaron del boato y la opulencia, ninguno dedico sus afanes a la acumulación de la riqueza; por el contrario, se cuenta que cuando a Leonardo pretendieron engañarlo unos vendedores de caballos dándole un jamelgo aporreado como un brioso corcel, él se carcajeaba platicando que los había timado al comprarles el animal y dejándoles creer que lo habían robado. No era rehén del dinero.

Ninguno de ellos se rindió bajo el embrujo del becerro de oro y su nombre y su obra ha logrado trascender el paso de los siglos y sigue siendo ejemplo de la capacidad creadora del ser humano, que mucho tiene de inspiración divina, tanto en el concepto como en la ejecución. Los hombres más grandes, incluyendo los grandes conquistadores, no se han dejado atrapar por el sonido de las monedas de oro; sus afanes han ido más allá y han logrado hazañas portentosas que otros jamás.

Dicho lo cual, habría que ver la posición que tienen las mentes más ilustradas del planeta en torno al asunto de Venezuela, donde un tan Juanito, apoyado por los acólitos del capitalismo salvaje, se ha autoproclamado presidente encargado del gobierno de un país que lucha por salir de la crisis en que la encrucijada histórica lo ha puesto. Lo que está en juego en Venezuela es el imperio de la ley y el estado de derecho, la piedra angular de las relaciones entre individuos y entre naciones.

Un buen ejemplo de lo que es una posición congruente con los principios fundamentales de la convivencia pacífica, lo dio ayer el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas,  António Guterres, al recibir en sus oficinas al secretario de Relaciones Exteriores de Venezuela, Jorge Arreaza, ante quien reitero la imparcialidad del organismo y su disposición de trabajar con las instituciones venezolanas para lograr una salida justa al conflicto. Además, reiteró que la ONU seguirá actuando de acuerdo con los principios humanitarios fundamentales de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia, y para hacer llegar ayudar a las personas necesitadas.

Ayuda esta que no tiene tintes políticos ni intereses aviesos, como los que se echan de ver con las caravanas que transportan vehículos militares de las naciones involucradas en este diferendo que corresponde exclusivamente a los habitantes de la nación andina. La posición de neutralidad ha sido asumida por otros países, como México, donde hay un dicho: "No me defiendas, compadre", con el que se quiere significar que no haya intromisión de otros para sacar ventajas a favor.

Caber señalar que durante la conversación, Guterres también instó a las autoridades venezolanas a no utilizar fuerza letal contra los manifestantes, invocando a una salida negociada en la que predomine la buena voluntad que evite el derramamiento de sangre de cualquiera de las partes. El secretario general de la ONU, al igual que el resto de los países que optan por la neutralidad busca que la crisis de Venezuela no sea la chispa que desate un conflicto bélico de imprevisibles consecuencias.

La situación real de Venezuela ha sido explicada magistralmente por Noam Chomsky: "Lo que ha ocurrido en América Latina durante los últimos 15 años tiene un gran significado histórico e indica claramente que los movimientos populares pueden hacer una diferencia. Por primera vez en 500 años, desde el momento en que llegaron los Conquistadores, América Latina ha comenzado a liberarse del control imperialista".

La neutralidad es la posición que permitirá a las partes sentarse a la mesa y negociar. Es evidencia de buena voluntad y de sentido humano.