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El principio de la barbarie

El ser humano se relaciona consigo mismo y con su entorno de tres maneras, claramente definidas en los tratados de sicología: consciente, subconsciente e inconscientemente. En el primer caso se dice que siente, piensa y obra con pleno conocimiento de sus actos y de la repercusión que éstos puedan tener; en el segundo, actúa sin esa convicción y quizá sin una voluntad manifiesta; ya en el tercero, todo es ajeno a sus facultades y sucede por motivaciones sobre las que no tiene control.

Así se ha observado cómo una parte de la humanidad está consciente de las graves asechanzas que se ciernen sobre su futuro, sea porque posee un alto nivel de preparación intelectual; porque es sensible y receptiva a los fenómenos sociales o porque es víctima de las tramas que se cobijan con la piel del lobo. Otra parte vive sumergida en los pequeños problemas cotidianos y no presta atención a lo que se encuentra distante, aunque resiente los efectos del fin de la civilización. Por último, están los que no tienen interés en saber cómo o a qué precio; pero exigen sus privilegios.

El principio de la barbarie

Hoy concluye la Conferencia de Seguridad de Múnich en un clima de crispación internacional en la que la canciller alemana, Angela Merkel, expresó: "Vemos que la arquitectura que apuntala el mundo como lo conocemos es un rompecabezas que se ha roto en pequeños pedazos". Luego explicó que: "Las estructuras con las que trabajamos son fruto de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y ahora están bajo una intensa presión, porque los desafíos actuales nos exigen que las reformemos". Sí; pero, dase el caso de que hay poderosos intereses que se oponen a ello.

Otra de las voces enfáticas en el evento, fue la del exprimer ministro sueco Carl Bildt, quien dijo: "El cambio climático es gradual, pero también hay eventos extremos, que a su vez tienen su reflejo en el deterioro del clima", y no se anduvo por las ramas cuando señaló que el anuncio que hizo Estados Unidos a principios de este mes, de que se retiraba del tratado de control de las armas nucleares de mediano alcance, acusando a Rusia de violarlo, es considerado un punto de inflexión, además de ser una de las evidencias más tangibles del cambio catastrófico en la geopolítica. 

Con mayor precisión fueron las definiciones de Nicholas Burns, quien fuera subsecretario de Estado para Asuntos Políticos con el presidente George W. Bush. Dijo, al margen de la conferencia que: "Hay incertidumbre sobre un nuevo comienzo. Nadie quiere volver a los años cincuenta o sesenta; aquello era el salvaje oeste, sin tratados nucleares". Luego se fue a lo profundo: "el orden mundial puede ser renovado, pero es difícil hacerlo sin EU y el problema es que Trump no cree en la OTAN".

Antes de concluir los trabajos de este día, retumbaron en los salones de la capital bávara las palabras del ministro de Defensa del Reino Unido de la Gran Bretaña, Gavin Williamson, quien aseguró: "El mundo se está volviendo un lugar más peligroso y oscuro y es importante que permanezcamos juntos". Palabras que calaron hondo, pero que no llegaron a la consciencia.

Lo que si estremeció a la comunidad consciente fue la carta dirigida por Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, quince veces doctorado honoris causa por distintas universidades del mundo, y un ferviente promotor de la paz y la justicia a la doctora Michel Bachelet, Alta Comisionada de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que suscriben más de 155 organismos progresistas e intelectuales de prácticamente todo el continente americano, en la que dicen:

"Queremos expresar ante usted nuestra grave preocupación por las consecuencias catastróficas que está teniendo el bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos de América, con la colaboración de la Unión Europea, contra la República Bolivariana de Venezuela...

"...Por tales motivos venimos a solicitarle, dada su investidura y la responsabilidad de la oficina a su cargo, que haga valer el respeto a la Carta de las Naciones Unidas y el ordenamiento jurídico internacional pacientemente construido desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, impedir que en las relaciones entre los gobiernos se adopten medidas, como las sanciones económicas, intencionalmente destinadas a provocar crueles sufrimientos en la población para, de ese modo, fomentar la rebelión contra sus autoridades. Así como también evitar el saqueo de los recursos del pueblo venezolano y las explícitas intenciones de una intervención militar disfrazada de ayuda humanitaria que, como lo asegurara el Consejero de Seguridad Nacional John Bolton, aspira a entregar a empresas petroleras de Estados Unidos la explotación de los hidrocarburos venezolanos....".

¡Chispas!