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El Met

La expresión de que ‘‘nunca hay tiempo suficiente para estar en el Museo Metropolitano de Nueva York’’ es absolutamente cierta. En sus espaciosos salones el tiempo no corre, vuela; lo que empieza como un plácido recorrido entre las obras más significativas de la creación humana de los cinco continentes, se convierte en una apresurada selección de lo puede alcanzarse a ver antes de que cierren sus puertas. La tarea de volver al día siguiente se prolonga día con día; nunca es bastante.

El Met fue inaugurado el 20 de febrero de 1872 y desde entonces es catalogado como uno de los más importantes del mundo. Recibe cinco millones de visitantes al año y su colección incluye más de dos millones de piezas provenientes de África, América, Asia, Europa y Oceanía, algunas de ellas con más de cinco mil años de antigüedad. Hasta marzo del año pasado, un día a la semana los visitantes podían pagar lo que querían por ingresar a sus magníficas instalaciones de la 5ª Avenida.

El Met

Lo primero que se encuentra es la exhibición de arte egipcio, en la que no aparece por ningún lado Cleopatra. La calidad de la colección es reconocida mundialmente y la convierte en la exhibición preferida. Son más de 36 mil objetos distribuidos en 40 salas, fechados desde el paleolítico hasta la invasión romana. Muchas de las piezas más interesantes son de excavaciones y descubrimientos arqueológicos propios del museo, realizados entre 1906 y 1944. Lo interesantes es que además de los objetos, se cuenta su historia. Los sarcófagos son angostos porque el muerto iba de costado.

Atracción imperdible es el Templo de Dendur magníficamente reconstruido. Este templo fue un regalo de Egipto por la ayuda en la salvación de Abu Simbel.

Cabe señalar que el museo fue creado a partir de que Robert Lee Jenkins donó su colección privada. Desde entonces ha ido incrementando su acervo hasta los más de dos millones de objetos. Los objetos más importantes del museo Metropolitano son sus tesoros de las culturas clásicas y las pinturas de artistas de la talla de Monet, Cézanne o Rembrandt. Las esculturas de Rodín son otro de los tesoros singulares de este museo, en el que se conjuga lo mejor del arte antiguo, medieval, moderno y actual, con muchas obras maestras notables.

Ahí se entiende cómo y porqué existió la amistosa rivalidad de Diego y Picasso. Lamentablemente, también se echa de ver la misoginia en algunos de los curadores que integraron la colosal exhibición del arte, en el que predomina la creación masculina. Se nota al ver las creaciones de la magnífica Adélaïde Labille-Guiard, quien junto con Vigée-Le Brun y otra, tuvo que ser aceptada como miembro de Real Academia de Pintura y Escultura de Francia por su indudable talento y maestría. La aceptación de las tres mujeres juntas creó una comparación entre sus obras más que con la obra de los miembros precedentes, aliviando así las preocupaciones de los más antiguos.

Gran asombro es conocer las obras de arte polinesio, en que queda plasmada la habilidad del ser humano para crear objetos en los que la expresión figurativa queda relegada por la imaginación prolífica, que, además, mezcla la creación artística con el pragmatismo de la vida cotidiana. Los tótems explican la influencia de los ancestros en la conformación de la personalidad de las nuevas generaciones. Muchos volúmenes podrían describir la visita al Museo Metropolitano, sin bastar.

El recorrido por los salones de las artes gráficas se centra específicamente en obras norteamericanas y de Europa occidental producidas después de la Edad Media. Es, por número de piezas, el departamento más grande del museo: su colección posee más de 11 000 dibujos, 1.5 millones de grabados y 12 000 libros ilustrados. La colección ha crecido sostenidamente desde la herencia de 670 dibujos donados por Cornelius Vanderbilt en 1880. Los grandes maestros europeos de la pintura, que producían muchos más bocetos y dibujos que los pintores actuales, están representados en gran medida en la colección. Entre el acervo del departamento se encuentran dibujos importantes de Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y Rembrandt, así como también grabados y demás ejemplos de Anthony van Dyck, Alberto Durero y Edgar Degas entre muchos otros.

Pollock, Van Gogh y Picasso están esperando.