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La enfermedad del alma

Durante la Guerra de Independencia, suprimió la esclavitud y proclamó la libertad y la igualdad

Una muletilla muy socorrida del discurso público es la recuperación de los valores que dieron grandeza al México del siglo XX, cuando, luego de derrotar en toda la línea al capitalismo decimonónico, logró la mayor época de paz, estabilidad y desarrollo que haya conocido el mundo moderno, para culminar con los Premios Nobel en los tres grandes campos de la cultura humana, arte, ciencia y moral y la globalización que llevó la creatividad del pueblo mexicano por todos los confines del planeta.

También, con harta frecuencia se habla de la pasividad del mexicano como consecuencia de tres siglos de dominación española, durante la cual la sociedad novohispana devino de un conformismo colectivo, y que como consecuencia de esa actitud, la pasividad y la quietud fueron las características dominantes durante la Colonia. Parte de esta tesis la usa Octavio Paz en su Laberinto de la Soledad; sin embargo, es una visión histórica falseada, como lo demostró don Vicente Cobarrubias, en su libro Las rebeliones indígenas en la Nueva España, de consulta obligada, con el cual desmiente el mito del indio indolente.

La enfermedad del alma

En la obra del autor, Vitrales de Nuestra Señora de Guadalupe en Reynosa, queda en claro que: "Hubo una enorme expansión colonizadora que dio auge a la construcción de vivienda y de edificios públicos y confesionales. Obras portentosas, que ningún avance técnico, tecnológico o científico ha podido igualar, se erigieron en la mayor parte del territorio nacional; sólo la región norestense quedó exenta por su tardío poblamiento. Con el auge de las ciudades, vino la producción y el comercio de bienes y servicios, creándose, con el conocimiento de los españoles, la habilidad de los aborígenes, la fuerza de los negros y el ingenio de los mestizos, una cultura nueva en todos los aspecto: comida, vestido, vivienda, recreación, transporte, religión, arte y ciencias. Juan Ruiz de Alarcón, Carlos de Sigüenza y Góngora y Sor Juana Inés de la Cruz fueron cumbres luminosas del saber y del decir que mostraron al mundo el talento novohispano. La invención del estípite, aporte arquitectónico del barroco mexicano". 

Después, ya se sabe. Durante la Guerra de Independencia, suprimió la esclavitud y proclamó la libertad y la igualdad. Superada la noche oscura del santanismo, cercenado en su territorio, pudo resistir los embates del ejército más poderoso de la época y mantener inhiestos los principios republicanos que instauró do Guadalupe Victoria, primer presidente de México y creador del Estado nacional mexicano; luego hizo la primera revolución social del siglo XX y creó la más avanzada constitución de su época.

Para citar un ejemplo simple y propio de la gente de este país, la maestra Chelita, una joven agraciada de 18 años de edad, que cursó sus estudios de Normal en una prestigiosa escuela particular, sobrina de una subsecretaria de Estado, aceptó en 1967 la plaza de profesora de instrucción primaria que le entregó el secretario de Educación para ejercer en una comunidad rural de Suahuarich, en el municipio de San Francisco de Borja, en la sierra tarahumara del estado de Chihuahua, donde ejerció con entrega y dedicación.

Dotada de facultades para el deporte y la danza, llevó La Picota y la redoba a los altos de la sierra en donde los pequeños y jóvenes danzaban rompiendo el hielo de la tierra con sus pies descalzos. Cuando aceptó regresar a su tierra, jamás permitió que los niños hicieran el ridículo montados prácticamente inmóviles en el escenario, mientras un disco tocaba piezas regionales. Bajo el principio fundamental de la responsabilidad y la disciplina, forjó generaciones de hombres rectos, mientras atendía a su familia.

Como ella, muchos mexicanos lograron la hazaña de colocar a México en honrosos lugares en el panorama internacional. Cuando México expropió su industria petrolera, todos participaron en la rifa de ese avión, con gallinas y puercos; con los ahorros en la libreta escolar, en el 'cochinito' o en el banco. Cuando fueron necesarios obreros capacitados, técnicos, ingenieros, profesionistas de diversas ramas, las instituciones educativas superiores se saturaron de jóvenes mexicanos prestos a dar lo mejor de sí mismos.

Cuando México rompió el círculo monopólico de los Juegos Olímpicos que se disputaban las potencias con alto nivel de desarrollo, introdujo la cultura y la solidaridad universal como principios paralelos a las prácticas deportivas. Incluyó la Olimpiada Cultural y las justas deportivas paralímpicas en la Décimo Novena Olimpiada de los tiempos modernos, considerada el parteaguas de estos eventos mundiales. Luego, el Campeonato Mundial de Fútbol. Ni que decir que México era un referente universal por su pasado y por su presente.

Pero, mal día fue cuando los jóvenes ambiciosos educados en universidades y escuelas doctrinarias de otras latitudes lograron apoderarse del gobierno y, como había prometido Lansing a Rodolph Hearst, entregaron el país a los intereses del capitalismo salvaje. Lo que no hicieron tres siglos de dominación española, el primer y segundo Imperio mexicanos, la pérdida del territorio, la invasión francesa, el muy prolongado porfirismo, fue posible gracias al neoliberalismo que hizo de los aborígenes consumidores pasivos.

Ahora una gran mayoría de los jóvenes mexicanos permanecen ajenos al gran legado de las generaciones esforzadas que crearon una patria tan grande que aún no se la puede acabar las hienas del capitalismo feroz y predador. Muy lejos están los estudiantes de hoy de aquellos que debían aprender en libros que estaban impresos en idiomas extranjeros, principalmente inglés, alemán y francés, para lo cual desde la secundaria se familiarizaron con las raíces grecolatinas, principio de las lenguas de occidente.

No es por herencia trágica que los muchachos de clase alta vivan a expensas de sus padres sin poder arreglar ni un café con leche, menos cumplir un compromiso o estar a determinada hora en tal lugar. Tampoco lo es que los de clase media viven prisioneros de sus pasiones primitivas o enajenados por los juegos electrónicos o la televisión. Que los de abajo sobrevivan en permanente modorra con el agravante de las conductas antisociales que agravian a la comunidad y afectan a todos.

Para que no tengan necesidad de 'pasar necesidades', los padres complacientes les compran una placita en la que no tengan que hacer algo ni puedan ser corridos. Los que no, van a heredar los negocios hasta que los truenen.

¿Por qué? ¿Cómo pasó esto? La respuesta es simple: por el neoliberalismo, esto es la avidez enfermiza de dinero que conduce a abaratar el trabajo, desdeñar el esfuerzo, ridiculizar la responsabilidad y llevar al ser humano a ser un consumidor pasivo de alimentos que no alimentan y contenidos mediáticos que idiotizan. La molicie, esto es la pereza, la falta de iniciativa, la poca resistencia física, la fatiga crónica es una inducción para una vida artificial de consumo banal, sin valores ni principios.

Es la perversa enfermedad del alma que convierte al ser humano, el ser superior, en una cosa desechable.