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Hamlet y la gran interrogante

Hamlet, es la tragedia del dramaturgo inglés William Shakespeare más importante de la lengua inglesa en el Renacimiento. Existe la convicción de que casi todos los seres humanos han oído del monólogo del príncipe de Dinamarca en que se pregunta: “¿Que es más elevado para el espíritu, sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra el piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas?”.

La obra plantea una rica y compleja gama de problemas éticos y filosóficos que le dan la calidad de magistral y, venida de mediados del siglo XVI, sigue siendo un parámetro para medir la conducta de los hombres ante los acontecimientos pasados, presentes y futuros. En su trigésima edición, el Índice Mundial de Competitividad 2018 de la IMD Business School, de Suiza, informa que México sigue cayendo vertiginosamente en ese renglón.

Hamlet y la gran interrogante

Y, luego, asegura, con todas sus letras, que la única forma de frenar la tendencia y, en un determinado momento, emprender la recuperación, exige: “Mejorar el ambiente empresarial a través de una mejor elección de Presidente para mejorar la justicia y seguridad”. Como al buen entendedor, pocas palabras; la idea es poner fin al modelo de capitalismo de amigos que tanto daño ha hecho al país y enriquecido a unos pocos.

Restablecer el estado de Derecho y aplicar la ley parejo, dejando de lado la impunidad que ha venido a resultar la madre de todas las desdichas que padecen el Anáhuac y los aborígenes. En ese empeño, deben concurrir todos los mexicanos de buena voluntad que desean la recuperación del México que crecía al 6 y 7 por ciento en un ambiente de paz, estabilidad y desarrollo. El México que ideó la democracia con justicia social.

Para apuntalar sus apreciaciones, los autores del estudio aseguran que: “México cayó al puesto 51 como resultado del empeoramiento de las percepciones sobre la calidad de las instituciones y la legislación empresarial, como la facilidad para hacer negocios y algunos aspectos del Gobierno corporativo”. Luego, hace un esquema comparativo en el que resulta que al inicio de la actual administración la posición de México era la 37 en la tabla de posiciones, y que durante el primer año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, la expectativa esbozada por la iniciativa de reformas estructurales permitió al país dar un salto importante de cinco posiciones en el índice, para llegar al lugar 32.

Pero, cuando se vio que las reformas llamadas estructurales estaban encaminadas a favorecer a una élite empresarial y que el desempeño de las instituciones del Estado no estaba enfocado a respetar y hacer respetar la ley, vino el declive y la caída se ha acentuado en los últimos tres años. En la Índice se identifican los pesados lastres: La corrupción y sobornos, la concentración de exportaciones por socio, la muy limitada transparencia, la inseguridad personal y los escasos derechos de propiedad privada.

En el mismo periodo de estudio, se destaca que los Estados Unidos recuperaron su lugar preponderante a nivel mundial gracias a las medidas que se han tomado para hacer más competitiva su economía. Destaca en hecho de que, con la reforma fiscal se ha acrecentado el retorno de capitales nacionales y la inversión extranjera directa; y que, con la diversificación de su economía y los bajos costos de capital, va a la cabeza.

Retornando a la cita de Hamlet, quizá ha llegado el momento de que quienes en esta tierra viven y trabajan aporten su grano de arena para que, una vez más, México sea la vanguardia en la recuperación de la justicia social, que no es otra cosa que la adecuada retribución del trabajo, en condiciones humanas y con horarios racionales, ¡nada más!