Editoriales > INVITADA

Fuera de lugar

Hoy quiero compartir con ustedes mi opinión respecto al caso del compañero periodista Fernando Acuña Piñeiro.

Tengo más de quince años de formar parte de la vida de un político, apoyándolo en sus diferentes cargos públicos y aspiraciones, aprendiendo todo lo que implica vivir en un mundo influenciado por la política.

Fuera de lugar

En esta “vida pública” los medios de comunicación, incluso las redes sociales, están siempre presentes, para bien o para mal, sin embargo considero imposible imaginar un ambiente político sin medios de comunicación y todo lo que esto conlleva.

Como ustedes saben hay periodistas a los que puedes caerles bien y quieran formar parte de tu proyecto, pero hay muchos otros que simplemente no desean apoyarte por diferentes motivos y se encargan de hacerlo saber.

En quince años de matrimonio he leído a todos los columnistas del estado y otros tantos nacionales, y la mayoría de las ocasiones leí comentarios que me hicieron sentir muy orgullosa de mi esposo;  por otro lado, también leí columnas que trataban de desacreditarlo, con mentiras o verdades a medias, con criterios muy personales de aprobación o desaprobación… yo como esposa, simplemente continuaba con mi obligación de estar informada y tomar las cosas de quien venían.

Me preguntarán si yo por ser esposa de un político también fui “blanco” de ataques o comentarios destructivos, y mi respuesta es ¡sí! En mucha menor medida, pero también los sufrí.

Hoy agradezco los buenos comentarios que hay para mi esposo, y a los comentarios negativos simplemente decidí no darles poder para hacer daño.

Por otro lado, tengo la suerte de formar parte de los grupos de opinión en la prensa escrita del estado, conozco a muchos de los columnistas que generan influencia en Tamaulipas, y con algunos de ellos he conservado una amistad desde hace muchos años, al ser parte de la familia de los medios de comunicación entiendo su postura.

De algún modo quienes hacemos opinión tenemos la responsabilidad de informar a nuestros lectores, de ser esa voz que muchos ciudadanos por miedo, por ignorancia o por conveniencia han decidido callar; sabemos que no tenemos la verdad absoluta, pero simplemente decidimos no guardar silencio, y con nuestro trabajo contribuir sólo un poco, como un grano de arena al desarrollo de la sociedad.

Vivimos en un país de libertades, de libertad de pensamiento, de culto, de tránsito y de opinión, tenemos el derecho de expresarnos y manifestarnos como lo creamos conveniente, por los motivos que a cada quien importen.

Fernando Acuña está en la libertad de informar y dar su opinión de los eventos que ocurren en la política de Tamaulipas, el mismo derecho que tenemos todos los periodistas, aunque nuestra opinión no siempre sea la mejor…

Dicen los expertos en la conducta, que todos los hombres tenemos derecho a sentir y demostrar nuestras emociones, pero sólo aquellos que tiene una inteligencia emocional y social no solo saben controlar sus emociones, si no que aprenden a transformarlas.

La señora que preside el PRI en Tamaulipas está en su derecho de tener sentimientos negativos, sólo que en la opinión del especialista en conducta Daniel Goleman no supo manejar la inteligencia emocional, esa la que todos necesitamos, la más difícil de adquirir.

Fernando Acuña tiene el apoyo de todos aquellos que trabajamos en el periodismo y que de algún modo formamos opinión, y estoy segura que seremos un bloque de alianza para él, todos desaprobamos la absurda demanda que hay en su contra.

Quien hoy lo acusa, simplemente se encuentra fuera de lugar, ahora tendrá más desaprobación pública que antes, ni los que forman parte de su equipo quieren jugar de su lado.

A las mujeres que quieren ingresar a la política les sugiero que se compren psicológicamente una “armadura medieval” –hablando con metáforas, para que no hagan el ridículo al ir a luchar, para que adquieran valentía y comprendan que la igualdad de género tiene sus pros y sus contras.

Desde el siglo pasado muchas mujeres han luchado por una oportunidad para formar parte de la vida pública de México, estaban dispuestas a todo para demostrar la inteligencia y la fortaleza de una mujer, aquellas priistas estaban hechas a prueba de balas, hoy probablemente se avergonzarían de la piel delicada de las mujeres que por ley tienen que representarnos… 

¿Acaso usted se imagina a mujeres como Dulce María Sauri, Beatriz Paredes, Josefina Vázquez Mota, Cecilia Soto, Laura Alicia Garza Galindo o Mercedes del Carmen Guillen llorando por un rasguño? Seguramente no.