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El lobo estepario

Con harta frecuencia, la literatura se adelanta a la realidad; de hecho, la creación literaria se convierte en una ventana a través de la cual el ser humano se observa a sí mismo.

Con harta frecuencia, la literatura se adelanta a la realidad; de hecho, la creación literaria se convierte en una ventana a través de la cual el ser humano se observa a sí mismo. Goethe afirmó que: “Al darle nombre le dio vida”. El trágico personaje central de la laureada novela de Hermann Hesse, Premio Nobel de Literatura 1946, El lobo estepario, Harry Haller, bien pudo llamarse Stephen Paddock, el asesino de Las Vegas.

El domingo por la noche, Paddock, pudo decir, como Haller: “¡Ah, es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contentadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención?”. En ambos, es el vacío espiritual principio y fin.

El lobo estepario

No hay otra forma de explicar la hecatombe ocurrida durante el Route 91 Harvest Festival, al que asistieron, el domingo, alrededor de 22 mil personas para disfrutar el concierto del cantante de country Jason Aldean. 22 mil amantes de la música que, de pronto, se convirtieron en un blanco fácil para Paddock, quien, apostado en la ventana de su habitación en el piso 32 del enorme y famoso Hotel Mandalay Bay, donde acopió 19 rifles de asalto y de precisión, dos con mira telescópica, se dedicó a liquidar gente.

Esta masacre inaudita es considerada la peor ocurrida en los Estados Unidos, donde, con mucha frecuencia, más de la tolerable, ocurren hechos similares; pero ninguno había arrojado un número tan grande víctimas fatales y heridos. Según las autoridades hay, al momento, al menos 59 personas muertas y otras 527 más heridas, de las cuales se calcula que alrededor de una decena se halla en estado muy crítico y puede fallecer.

De acuerdo a las estadísticas del blog Gun Violence Archive, correspondiente al 2017, hasta el 2 de octubre (última actualización), habían ocurrido en los Estados Unidos un total de 46 mil 631 incidentes con armas de fuego, con un resultado de 11 mil, 661 personas muertas y 23 mil 540 heridos, la mayoría de ellos, 2 mil, 435, jóvenes cuyas edades fluctúan entre los 12 y los 17 años. Se estima que ocurrieron 242 masacres.

Cada vez que sucede un hecho de esta naturaleza, los grupos opositores a las armas de fuego reactivan sus propuestas de modificación de la Segunda Enmienda para que, sin atentar contra los derechos de los ciudadanos, pueda regularse la compraventa de las armas que resultan más letales y que no pueden considerarse de defensa, porque se insertan en los catálogos de las armas de asalto, como varios de los rifles que fueron utilizados por Paddock; pero, el poder de las firmas armamentistas logra imponerse.

Precisamente, el asesino de Las Vegas, según publicó Jan Martínez, en El País, era un: “Antiguo empleado (jubilado) del gigante armamentístico Lockheed Martin. A sus 64 años acudía con frecuencia a los casinos a jugar al póquer, disfrutaba de los conciertos de música country y entre sus pasiones figuraba volar y cazar”. Y, aunque algunas de las organizaciones terroristas más destacadas intentaron montarse en la escena, se sabe que el tirador actuó solo, por motivos que tienen que ver con desajuste mental.

Se sabe que su padre (de acuerdo a un boletín del FBI de 1969), Benjamin Paddock estaba diagnosticado como psicópata y portaba armas de fuego para cometer robos a bancos, y que tenia tendencias suicidas y debía ser considerado como un delincuente armado y muy peligroso”. Muy distinto a Stephen que sólo había recibido multas leves.

Puede decirse que Stephen, como Harry, el lobo estepario, encuentra en sí a un hombre lleno de ideas, de sentimientos, de cultura, de naturaleza dominada y sublimada, y, a la vez, descubre a su lado al lobo: una fiera sombría dominada por los instintos de fiereza, de crueldad; de naturaleza ruda, feroz, caótica”. Dualidad que lo lleva a la autoinmolación, como una forma de escape o de redención.