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El torniquete

Por más que aprieten el torniquete, es de esperarse que el gobierno de México resista y no posponga, condone, cancele ni baje impuestos, y que tampoco continúe endeudando irresponsablemente al país

Una de las formas más antiguas utilizadas en México para extraer jugos y componentes líquidos de sus contenedores, orgánicos o no, era el torniquete. Se ponía la fruta, la vid o la caña maceradas en una tela resistente que se iba apretando mediante la torsión de sus extremos amarrados a dos palos fuertes, hasta que soltaban sus deliciosos néctares. También se utilizó en la minería para extraer el azogue, el único metal líquido que existe en estado natural, de sus madres. Ahora se está utilizando para sacar ventajas.

Quizá sea bueno aclarar que en los tiempos del México revolucionario, llamar pillo a un funcionario o a cualquier persona, era una deshonra. Hasta se llegó a inventar el dicho de que 'robar no es un pecado, pecado es robar y que te agarren'. Pero, llegó el malhadado día en que se acuñó la frase infamante de que 'la corrupción somos todos' y, a partir de ahí, ser pillo es un timbre de orgullo, mientras más, mejor. El ingenio popular creó dichos que reflejan la realidad atroz de cada día: 'El que no transa, no avanza'.

El torniquete

Los gobiernos, supuestamente democráticos, estuvieron al servicio de las camarillas del poder y de las hordas fascistas que les dan un tinte popular. Hay quien asegura que el mezcal es bueno para todo mal y para todo bien, también. En ese sentido, encaminar todas las acciones de gobierno para mantener los privilegios de las cúpulas de poder, se consideraba bueno para remediar todos los males, y todos los bienes, también. La salud de la macroeconomía estaba muy por encima de la salud de los aborígenes.

Ahora, es distinto. Se busca que bienes y males se distribuyan por igual entre la población y que quienes aquí viven y trabajan, jalen parejo la carreta. Decía José Alfredo que 'la cruz no pesa, lo que calan son los hilos'; pues que cada quien agarre su mecate y a cargar todos. Pero, no. Los privilegiados por los regímenes anteriores, los que jamás han sabido que es polenta o morisqueta, se resisten. Hay la posibilidad de que no puedan entender la solidaridad; están reacios a cualquier esfuerzo por ayudar.

Claman como aquel que dijo: "Yo me solidarizo y estoy dispuesto a colaborar; pero, con mis cosas, que nadie se metan". Son como el que no fue capaz de darle agua al gallo de la pasión, o el otro que no come plátano no por no tirar la cáscara. Ahora que el capitalismo salvaje llegó al límite de su capacidad para seguir despojando a la mayoría de los pobladores del planeta del producto de su esfuerzos laboral y que se ha topado con la crisis derivada de la pandemia, los ahítos claman por más ayudas y rescates.

Juntos han ideado un gran torniquete para exprimir a las clases medias y bajas cargándoles todo el peso de la contingencia, y aprietan al gobierno para que ceda en sus demandas. De un lado las mafias de poder y sus aliados incondicionales; por el otro, los bancos y organismos financieros internacionales. Unos exigen que se condonen, reduzcan o pospongan los compromisos fiscales y que el gobierno se haga cargo de atender los problemas de salud en lo inmediato y la reactivación de la economía luego de que pase la crisis. Que sea la administración pública la que cargue con todo el peso y, nuevamente, lo traslade a los causantes cautivos, esos millones de personas que día con día se hacen cargo de sus responsabilidades. El albañil que sólo se alimenta de una concha y una coca paga IVA, IEPES e ISR.

Tan obstinados están en salirse con la suya que ayer mandaron a uno de sus jilgueros a sueldo a decir que si 'los malosos' habían decidido recortar el cobro de piso en un 50 por ciento, ¿por qué el gobierno no hace lo mismo? Pero, a otro le ordenaron exigir que el gobierno aumente el gasto para cubrir las exigencias que presenta la contingencia. Que se haga una prueba de Covid-19 a todos y cada uno de los mexicanos y avecindados, para contener el contagio, aunque las experiencias recomiendan lo contrario.

Por otra parte, una de las entidades financieras supranacionales que opera en el país, luego de decir que la economía de México está agonizante, exigió expandir el gasto público en niveles elevados para tener 'una menor pérdida de empleos y evitar daños a la planta productiva nacional'. Nomás le faltó agregar que el remedio para el desahuciado es aceptar el crédito fiat que han ofrecido los mismos de siempre y que crezca la deuda externa del país como ha venido aconteciendo desde hace 30 años, cuando era de apenas 12 mil millones de dólares, respaldados por la reserva de oro y de divisas del Banco de México.

Por más que aprieten el torniquete, es de esperarse que el gobierno de México resista y no posponga, condone, cancele ni baje impuestos, y que tampoco continúe endeudando irresponsablemente al país.