Editoriales > ANÁLISIS

El punto clave

Andrés Manuel López Obrador envió un mensaje a la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi

Las negociaciones para la firma de un nuevo tratado comercial entre los países que integran la América de Norte, están por llegar a su fin y, una vez más, se pone de relieve la capacidad de los representantes mexicanos que han encontrado un punto medio entre las demandas de sus socios comerciales y los intereses de los sectores nacionales que buscan tener un nivel competitivo en una innegables asimetría de desarrollo entre los países firmantes. Ni todo será para acá; pero, tampoco todo para aquel lado.

Sobre ese punto, hay que señalar que bien podría servir de apalancamiento para que se concluyan las pláticas que sostendrán en México los negociadores Robert Lighthizer, representante comercial de Estados Unidos y Jared Kushner, asesor y yerno del presidente Donald Trump, y la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, durante una reunión que habrá de celebrarse hoy, a fin de debatir los últimos detalles para la ratificación del acuerdo comercial regional T-MEC,

El punto clave

Como antecedentes de la posición de México en este asunto, habría que recordar que ayer, por la mañana, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió un mensaje a la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, en el que expresó: “De forma muy respetuosa le solicitaría a la señora Pelosi que se decida sobre este tema. Nosotros ya hemos cumplido y consideramos que es un buen acuerdo para nuestras naciones; muy conveniente para el pueblo de Estados Unidos, Canadá y para el pueblo de México”, mensaje que fue bien aceptado por la receptora.

Tan bien que para mediodía, fuente enteradas de Washington afirmaron que: “Los demócratas llegaron a un consenso con los sindicatos y la Casa Blanca ante posibles modificaciones en el T-MEC”, lo que debe entenderse como una sana disposición, para ver con buenos ojos lo que se negocie durante este día en la Ciudad de México; pero, sin comprometer fechas para subirlo a discusión en la cámara baja, dado que ninguna de las partes está dispuesta a que el nuevo tratado beneficie sólo a una de las partes.

Correspondió al presidente mexicano hablar del punto clave cuando expresó, en el mismo texto del mensaje dirigido a la congresista norteamericana que: “Querían mandar inspectores para el cumplimento de acuerdos de la ley laboral. Eso se modificó y se llegó al acuerdo oficial de que haya páneles de arbitraje acelerado, de que si hay una diferencia, México proponga a un experto y ellos a otro y un tercero y que eso aplique para los dos países”. Así, se dirimirán por la vía legal las quejas.

Cabe recordar que fue en 1994 cuando los presidentes de EU y México, George Bush y Carlos Salinas de Gortari, así como el primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, ratificaron, por separado y en sus respectivos países, el Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte, concebido para atender a un conjunto de 360 millones de consumidores, lo que le conviertió en la primera área comercial del Mundo. Se dijo entonces que habría prosperidad compartida y transferencia tecnológica; pero, no.

No, porque este tratado, como lo reconoció el propio presidente Bill Clinton, sirvió unicamente para que un pequeño grupo de empresarios lograra dominar las actividades industriales y comerciales explotando la mano de obra barata de México, sin que se haya dado la tan cacareada transferencia tecnológica y mucho menos el desarrollo compartido, todo fue para unos cuantos magnates ganones. La clave de la competitividad está fincado en la explotación de los trabajadores que apenas sobreviven.

Como los bajos salarios en México afectaron a los trabajadores de los otros dos países, ahora los sindicatos están exigiendo que haya una homologación salarial, que todos saben que tendrá que ser paulatina, a medida de que se avance en los esfuerzos por lograr mejores niveles de capacitación de los trabajadores mexicanos y en la reconversión industrial para optimizar los procesos de producción y comercialización, actualmente tan obsoletos. Competir con calidad, innovación y buenos precios, no con el hambre de quien unicamente tiene sus manos para ganar la gorda de cada día. 

¡Qué buen punto!