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Guadalajara: libros que derraman millones

Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos es Dios quien habla con nosotros. San Agustín.

Dicen que Guadalajara huele a tierra mojada, porque sin duda llueve mucho, pero esta vez tocó soleado, con una temperatura ideal, de esas que invitan a caminar entre sus muchos árboles. La conocí desde muy niña, pero ahora que la visito más seguido la encuentro cada vez más atractiva, interesante, dinámica. Guadalajara es de esas ciudades que lo tienen todo, lo mismo historia y tradición que encanto y modernidad, igual tortas ahogadas o birria en la calle que muy buenos restaurantes. Hace unos días estuve ahí para asistir otra vez a la Feria Internacional del Libro y mis ojos se llenaron de nuevo del asombro por el fenómeno impresionante. 

Y digo fenómeno porque no se puede llamar de otra manera a una feria de libros tan importante y tan visitada en un país que se lee muy poco. Pareciera como si los cientos de miles de personas que la visitamos, llenando sus pasillos, estuviéramos buscando contradecir las estadísticas de lectura desoladoras en nuestro México. La  feria de libro más importante en español del mundo y la segunda en todo el orbe la tenemos nosotros y visitarla es una experiencia siempre irrepetible. Porque cada año es distinta como diversos son los libros y los autores que ahí se presentan.

Guadalajara: libros que derraman millones

Tengo más de diez años de acudir a la fiesta de los libros y no merma la pasión, al contrario. Desde que llego a Guadalajara, desde que veo los enormes agaves sembrados en esa tierra pródiga, las manos me cosquillean por la anticipada  emoción del encuentro con los libros. Y todo se suma a la fiesta en la Perla de Occidente, porque hasta las deliciosas “tostadas de pata” en La Chata, tienen sabor de feria. Pues los tapatíos saben lo que esa feria representa en derrama económica y acentúan su amabilidad característica para hacernos sentir bien, para dejarnos con ganas de volver.

Este 2019 la FIL tuvo como país invitado a la India y se dejó sentir la cultura de la tierra asiática a través de su comida, su música y por supuesto su literatura. Además acudieron representantes de 42 países con 21 mil libreros profesionales y 727 escritores con 636 presentaciones. Números fríos que poco reflejan la calidez de lo ahí sucedido. Porque en cada presentación, en cada firma de libro, en cada compra, en cada encuentro, está la experiencia humana, lo mejor de la literatura. 

Una entre los más de 840 mil asistentes que este año abarrotaron la feria, parecemos hormigas entre la multitud, pero a la vez accedemos a la grandeza entre la gente que enarbola la fraternidad pese a las diferencias. Porque si algo se percibe en tan espectacular espacio es la diversidad. Sabernos todos distintos pero unidos por la pasión libresca. Una feria que se ha ido transformando para dar cada vez más espacios a los antes excluidos. Por ejemplo a las mujeres. Pues aunque todavía hay inequidad, ahora se ven más y mejores espacios para la voz de la mujer, para su literatura. Incluso este año la ola contra el machismo y el feminicidio se dejó sentir fuerte en la presencia de los grupos de mujeres alzando unidas voces y cantos.

Y fue precisamente la presentación de una mujer, uno de los momentos estelares en la fiesta de los libros. Siri  Husdvedt , la escritora noruega- estadounidense recién galardonada con el Premio Princesa de Asturias, quien no por su físico impresionante, sino por su carisma y luminosa inteligencia cautivó a los públicos en sus presentaciones. Yo que me cuento entre sus fervientes lectoras, disfruté de manera extraordinaria escuchar sus palabras y ver la congruencia de su ser buena escritora y persona. Porque además de recorrer las exhibiciones, admirar y comprar libros, también se goza asistir a las presentaciones y saludar a nuestros escritores, que además se pasean como Rock stars por los pasillos.

Así la feria de la palabra en Guadalajara. Una Disneylandia para quienes amamos los libros y no nos importa hacer filas para una entrada, una firma o una compra. Un fenómeno sin duda. Y no sólo por su millonaria derrama económica, se habla de más de 300 millones de dólares y eso demuestra que la cultura puede ser un factor productivo; sino también por sus aportes en la construcción de una sociedad que a través de la lectura genere mayor bienestar humano y armonía social.  Porque ver a tantos niños y jóvenes cerca de los libros es un prodigio que nos llena de esperanza. Además es bello constatar que el libro en papel goza de cabal salud.

En fin, como todo, la FIL 2019 se acabó, pero nos dejó llenos de letras para alentar mentes y corazones. Por lo pronto, hay que ir ahorrando para la próxima. Y seguir leyendo…