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De Pitágoras

Los gobiernos, las agrupaciones gremiales y los organismos sociales estuvieron al servicio del gran capital, que ha vivido épocas de jaula inauditas

Durante la mayor parte del siglo 20, la economía de México fue sólida y boyante; tanto que el peso era una de las monedas duras que preferían muchas naciones para sus transacciones internacionales. La decisión de conceder la sede de los Décimo Novenos Juegos Olímpicos al país se tomó como reconocimiento de pueblos y gobiernos de todo el mundo a la estabilidad, paz y desarrollo con justicia social, proclamados por el presidente del Comité Organizador.

Fue a partir del gobierno de Salinas, del que dijo José Angel Gurría que su era habría de durar 25 años, que el Estado mexicano abandonó sus políticas de desarrollo compartido para dar lugar a una época de explotación y concentración del capital en unas cuantas manos estériles, emanadas de la reunión en que Salinas subastó la riqueza acumulada durante 50 anos de gobiernos revolucionarios. De ahí para acá, el deterioro de las instituciones sociales es claro.

De Pitágoras

Los gobiernos, las agrupaciones gremiales y los organismos sociales estuvieron al servicio del gran capital, que ha vivido épocas de jaula inauditas. Quién puede olvidar que a cambio de haber orquestado el fraude del 2006, la Gordillo recibió como premio la Subsecretaria de Educación Básica, el Issste y la Lotería Nacional y que, en pleito de comadres, el director del Instituto denunció que debía pagar 20 millones de pesos mensuales de su presupuesto al Panal.

Durante los años del saqueo, el crecimiento del Producto Interno Bruto fue de un 2 por ciento en promedio; pero, ese dos por ciento se concentraba en las grandes fortunas que crecían como la verdolaga, mientras quienes ganan la gorda con el sudor de la frente veían con angustia que los salarios alcanzaban para menos cada día. El desprecio de los pudientes hacia los de abajo lo ejemplificó claramente Paulina Pena, cuando los llamó chusma, pendejos.

El crecimiento era de 2 por ciento; pero, la inflación fue siempre al alza y duplicó ese indicador, ademas de la devaluación imparable y el crecimiento de las tasas de interés gracias a los malos oficios de Carstens, empeñado en premiar la usura a cambio de privilegios que no merece porque su incapacidad para dirigir las finanzas nacionales desde la Secretaría de Hacienda y desde el Banco de México fue innegable. Sus palabras triunfalistas las desmentían los números.

Nada más por mencionar los resultados más recientes, con Enrique Pena Nieto y su peón de brega, Luis Videgaray, el peso mexicano se devaluó casi en un cien por ciento, pasando durante el periodo de 2012 a 2018, de 12.962 pesos por dólar a 20.453. La deuda publica, igual; tuvo un crecimiento demencial, pasando de 2 billones, 150 millones, 192 mil pesos en el 2006, a 10 billones, 265 millones, 445 mil pesos, con pago de intereses que ahorcan al país.

Las tasas de interés llegaron al 8.25 por ciento en la época en que las economías sólidas estaban operando con tasas negativas, que no sólo no premian el ahorro, sino que cobran por el manejo de cuentas. Y, cómo olvidar la borrachera con los precios del petróleo y exportaciones casi fantásticas de 3 y medio millones de barriles de crudo diarios. Entró a Mexico una gran fortuna sin tomar en cuenta otros ingresos legales o no; todo fue dilapidado con desparpajo.

Con tantas cuentas que saldar y sin los ingresos extraordinarios, cómo no va el país a pasar por una época de estancamiento económico. Si a eso se agrega el manejo responsable de las finanzas y el ajuste presupuestario para volver a la economía por la senda de la racionalidad, el hecho de que México no haya caído en un pozo profundo como Argentina o Brasil, es un auténtico milagro que se produce cada día con enjundia y patriotismo.