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Cuentas viejas y nuevas

Como los clásicos de la proyección política dirían: Si las elecciones presidenciales de los Estados Unidos fueran en los próximos tres meses, sin duda el presidente Trump se llevaría la reelección de calle por muchos motivos que aquí se han señalado con oportunidad, entre ellos sus aciertos en economía; pero, si el juicio político se prolonga, entonces los pronósticos son reservados, pues, al mismo tiempo que crecerían figuras alternas fuertes en el Partido Republicanos, muchos se zafarían.

Una de esa figuras alternas con peso propio e imagen conocida a nivel nacional, es la del senador por Utah y exgobernador de Massachusetts, Mitt Romney, uno de los republicanos que no votó en favor de una resolución de la senadora Lindsey Graham, para condenar la investigación de juicio político que viene impulsando la Cámara de Representantes. En este momento él mismo descarta la posibilidad de ser candidato a la Presidencia; pero, quizá esa decisión no se mantenga si el proceso contra Trump avanza.

Cuentas viejas  y nuevas

Romney, en cambio, si votó a favor del severo repudio del Senado a la política de Trump en Siria. De hecho, se considera que hay viejas cuentas que saldar desde que ambos fueron precandidatos por la Presidencia. Personalmente ha señalado que el proceso para enjuiciar a un presidente en funciones es malo, independientemente de quien sea el inquilino de la Casa Blanca; cree que se está perjudicando al sistema político norteamericano en momentos en que el mundo pasa por un periodo de gran agitación.

Entre esos fenómenos que hacen apasionante el juego político, debe incluirse el de que mientras Romney pierde simpatizantes y votantes en su estado, donde es una figura respetada y reconocido por haber llevado los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002 a Salt Lake City, en otras partes del país se le reconoce como un hombre de sólidos principios republicanos, que bien podía recuperar algunos de los valores que se han perdido y que fueron emblemáticos de la nación más poderosa de la tierra. Entre el senador y el presidente se han cursado algunas escaramuzas mediáticas que pueden recrudecerse ahora.

El punto es que Mitt puede ser el factor decisivo en cuanto a la procedencia o no del juicio político, dado que en la Cámara Alta hay 53 senadores republicanos y 47 demócratas; para destituir al presidente hace falta una mayoría de dos tercios, es decir, 67 votos; pero, para que el presidente sea sentado en el banquillo de los acusados se necesita una mayoría simple, esto es, 51 votos, que los demócratas podrían conseguir si se les sumas cuatro republicanos. Romney puede saldar viejas cuentas liderando a esos 4.

¿Quienes serían? Bueno, habría que considerar a Susan Collins, la veterana senadora por Maine que ya vivió el juicio del presidente Bill Clinton y que se ha mostrado permanentemente proclive a la política de transparencia y personalmente reconoce que: “Ha estado trabajando con otros tres senadores republicanos: Lisa Murkowski de Alaska, Mitt Romney de Utah y Lamar Alexander de Tennessee, para garantizar que el lenguaje en la resolución del martes incluya disposiciones para una votación nominal sobre si en las mociones debe permitirse citar testigos y documentos”. Lo que viene a poner interés.

Sobre Lisa Murkowsky, primera mujer senadora por Alaska y primer nativo de Alaska en llegar al Senado, hay mucho que decir, principiando por el mensaje cibernético que publicó el 8 de octubre de 2016: “No puedo y no apoyaré a Donald Trump para presidente. Ha perdido el derecho a ser el nominado de nuestro partido. - Lisa Murkowski (@LisaForSenate)”. Luego, cuando el presidente dijo que la senadora lo odiaban esta replicó que no, que no lo odiaba, y escribió: “Creo que es importante reconocer que puedes tener desacuerdos en asuntos de política. No te puede gustar la forma en que alguien ha dicho algo. Pero son personas con las que trabajamos, y las relaciones son importantes”.

Lamar Alexander, es quizá quien menos tiene que perder y, por lo mismo, puede ser más decisivo. Con de 79 años a cuestas, es respetado en ambos lados del tinglado. Su carrera política de cuatro décadas está a punto de terminar y por ello es considerado un presagio de lo que los miembros moderados del Partido Republicano podrían hacer. La semana pasada, respondió a la pregunta acerca del juicio al presidente: “Quiero saber los hechos antes de comentar”, que dista mucho de las críticas previas .

Por todo ello, la moneda sigue en el aire y lo que ocurra en la primera semana de febrero marcará el rumbo de la historia de los Estados Unidos y quizá del planeta entero, al iniciarse el tercer juicio a un presidente en toda la historia de la nación que ha sido adalid de la democracia y de los derechos humanos.