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Carta a un candidato(a) Estimado(a):

Se acerca la hora de la elección y seguramente estarás con natural nerviosismo; más todavía si crees que tienes posibilidad de ganar y asumir muy pronto un cargo de elección popular. Imagino que estás cansado de los intensos y calurosos días de recorridos y tal vez agobiado si has padecido campañas negras durante estos meses. Ya sabrás: esto de la política profesional no es cosa fácil. Por algo decía el inolvidable Carlos Fuentes: la política es el arte de comer sapos sin hacer gestos. Y quizá tú ya probaste algunos.

Pero no todo son sapos. Ya te habrás dado cuenta que también hay aplausos, sonrisas y recompensas. Estar donde estás es ya un privilegio al cual no cualquiera accede. Y si el voto te favorece más todavía. Y no hablo sólo de buenos sueldos y prebendas, sino de ricas y significativas experiencias. Cada día en el ejercicio público podrá darte la posibilidad de tocar, transformar, construir e influir en la vida de los demás. Ese es el verdadero sentido del quehacer público, ese que tanto se ha prostituido al ser usado para fines personales. La política es mucho más. Dale valor a tu encargo. Haz de la política un arte. Honra con buenas acciones la oportunidad.   

Carta a un candidato(a) Estimado(a):

A riesgo de parecer políticamente incorrecta, aclaro que escribo en masculino, pero mi carta es igualmente para ustedes las mujeres candidatas. Confieso tener mucho gusto por saber de tantas féminas ahora en las contiendas, cuando hace apenas unos años, eran contadas las  participantes. Y aunque el piso todavía no es parejo y existen prácticas deleznables contra las mujeres en política, es un gran reto para el género pues ustedes nos representan a todas y esperamos buenos desempeños, a la altura del compromiso y lo mismo esperamos de los hombres. Porque es muy triste, vergonzante y altamente perjudicial ver a tantos representantes populares sin preparación y lo peor: sirviendo a intereses oscuros y no a los de la sociedad.

 Y en esta misiva no puedo dejar de mencionar la vocación, pues es un factor cardinal para hacer política. No sé cómo te sientas al respecto, pero todos quienes estamos al otro lado de la cancha, quisiéramos políticos con vocación, con aptitudes y talento  suficientes para sentarse en una silla sin olvidar a quien sirven. Y digo sirven, porque el servicio es la esencia de tu quehacer. Nunca lo olvides. Son ustedes servidores de la sociedad. Un gran privilegio y también una enorme responsabilidad. Servir con humildad y también con alegría como decía Tagore. Y eso aplica lo mismo para cualquier puesto. Ya sabrás que hemos tenido muy malas experiencias con personas indignas de sus cargos, cuyo nombre es sinónimo de repudio y deshonor.

Vivir para la política y no de la política, como decía bien Max Weber. Entrégate cada día con pasión a la causa que has elegido. Sin medias tintas. Con preparación y conocimiento de tu encargo. Porque el primer acto de corrupción es aceptar un puesto para el cual no estás preparado. Y la honestidad no es cosa de pusilánimes. Sólo quienes están dispuestos a la grandeza son honestos en la vida pública. Nunca lo olvides. Ten el valor de cambiar la descomposición imperante. En un país donde tuvimos un mandatario apodado el “Quince uñas” por su afición a los bienes públicos y muchos políticos más dados a la uña bien larga; la corrupción pareciera “normal”. Pero no es así. Debes recordar que es brutalmente dañina y con ello se afecta la vida, el futuro de millones de personas.

Tal vez por eso “honestidad” fue la palabra que más mencionaron las personas a quienes pregunté qué te pedirían como candidato. Otras peticiones recurrentes fueron agua, seguridad, servicios públicos (luz, recolección de basura, espacios dignos, pavimentación, bacheo, banquetas, forestación masiva) educación, salud, empleo,  cultura, política fiscal sana, planeación inteligente, eficiente aplicación de recursos y leyes, democracia participativa,  rendición de cuentas. Y para ello señalaron que tú requerías capacidad, congruencia, responsabilidad, experiencia, cumplir lo que prometes, conocimiento a profundidad del territorio y sus problemas, inclusión, participación cívico-política, gestión con resultados, trabajo y más y más honestidad. De ese tamaño es el compromiso. Ah y también me dicen que nunca olvides quien te paga y no te vuelvas loco con el puesto. Ufff. No te enfermes de hybris, soberbia,  mal del ladrillo. Búscate quien te recuerde que eres mortal, como le decían al emperador.

En fin, muchas cosas más quisiera decirte, sólo me resta desearte suerte y si el voto te favorece, que logres dejar un buen recuerdo. Termino con una frase de Marte R. Gómez, quien logró dejar excelente memoria de su quehacer público: “Creo que la política ha sido bien definida como el arte de lo posible. Ningún hombre de Estado puede hacer más de lo que las circunstancias le permiten. Hay algunos que desperdician su momento y no hacen nada. Esos defraudan su destino”.

Espero no lo defraudes tú