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¿Y las propuestas, apá?

En el día a día de la campaña político-electoral de este 2018, falta que se digan aún muchas cosas. Falta que se hable de infinidad de temas y, sobre todo, falta aún que los candidatos a la Presidencia de la República digan qué y el cómo van resolver los grandes problemas nacionales.

México, ciertamente, no se construyó en un día. Y ciertamente las instituciones le costaron a generaciones de mexicanos sangre, sudor y lágrimas. Pero lo verdaderamente grave en este momento es que se estén diciendo del huevo y la gallina quienes aspiran a dirigir los destinos de este país durante los próximos seis años: que si no presentaron la 3 de 3, que si Meade es corrupto, que si Andrés Manuel soltará al tigre si pierde las elecciones, que si Anaya lavó dinero y es un delincuente, que si El Bronco presentó firmas balines, que si Margarita una vez sí y otra vez también le dice a Anaya hasta de qué se va a morir. Es decir, entre todos se han ofendido hasta la saciedad y lo verdaderamente importante no se toca.

¿Y las propuestas, apá?

Nadie, ningún aspirante, ha dicho como le va a hacer para superar el mediocre crecimiento de la economía mexicana en estos últimos cinco años, crecimiento que no ha superado el triste dos por ciento. Tampoco, han dicho cómo le van a hacer los candidatos para resolver el tema del precio de los combustibles que es, sin duda alguna, un elemento inflacionario de la fórmula económica mexicana. 

Tampoco han dicho como le van a hacer para que el precio de la luz baje y no sea un lastre más en la de por si dañada economía de las familias mexicanas.

Tampoco se ha abordado el tema de cómo vamos a parar a esta inseguridad que está dando al traste con la tranquilidad de las familias, que ha puesto en entredicho la seguridad y la intensión de los inversionistas de traer sus dineros a México y que tiene a varias ciudades de nuestro país al borde del precipicio. 

Mucho menos se ha hablado del como terminar de una vez y para siempre con la corrupción y la impunidad. De todo esto ni hablar. Nomás no se habla. Y a estas alturas del proceso electoral no hablar de esos temas ya es preocupante. Y esos son temas que verdaderamente afectan el desarrollo de nuestros pueblos. 

Hoy los debates sólo han sido fuentes de acusaciones personales, llenos de una carga negativa brutal y que no permiten a los ciudadanos tomar una postura con respecto a tal o cual candidato es mejor, ni con respecto a que ideas y propuestas son mejores para México. 

El próximo 1 de julio, los ciudadanos de la República Mexicana viviremos uno de los procesos electorales más importantes de la historia de este país, en el cual elegiremos a más de 3.400 representantes políticos, incluido el puesto del presidente de la nación, el cual habrá de durar seis años en el encargo y con la responsabilidad de llevar este país a buen puerto.

Y quien gane la elección del próximo primero de julio va a recibir un país que, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de México, el 2017 fue considerado como el año más violento en las últimas dos décadas en México, debido a que se registraron más de 23.000 homicidios dolosos, tan solo de enero a noviembre de ese año. De ese tamaño es el reto tan sólo en ese rubro.

Por ello, lo que México y sus ciudadanos esperamos escuchar de quienes aspiran a gobernarnos, son propuestas concretas, que den soluciones reales a los grandes y graves problemas que enfrenta la nación.

Yo quiero que a partir del primero de diciembre, llegue al gobierno un estadista, un hombre sensato, de ideas, de trabajo, de profundo amor a México y a los mexicanos que tenga la sensibilidad, la inteligencia y la visión para sacar del bache a este país y a sus ciudadanos y que tenga los tamaños para enfrentar los grandes retos por venir. 

Yo no quiero a partir del primero de diciembre de 2018 en Palacio Nacional a un charlatán, no quiero alguien que llegue al poder para servirse en lugar de servir, yo no quiero un monigote movido por los intereses, los grupos de poder y el nepotismo descarado, y tampoco quiero que en el ejercicio del cargo se vuelva cínico, altanero y desvergonzado. 

Yo quiero un verdadero líder que tome acciones, que haga cosas, que se vea y que se sienta. Quiero un líder, quiero un estadista, quiero un mexicano honesto y orgulloso de su tierra y de su gente. Quiero que los mexicanos nos sintamos orgullosos de ese presidente y que nos sintamos parte de su proyecto de nación. Yo quiero un presidente que haga historia, quiero un mandatario que sude la camiseta, se acabe los zapatos y haga de este país el mejor lugar para vivir. 

Gracias por recibirnos. Sus comentarios son bien recibidos.

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