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¿Quién demonios se atreve?

Estoy de acuerdo con Viridiana Ríos, la articulista del Excélsior, cuando en su última columna hace un llamado a la sociedad para que el tema en sí no sean AMLO, Meade o Anaya, pues México pasa por un momento donde los problemas sobran y las soluciones son escasas.

Y es que aunque a 2017 lo caracterizaron los escándalos de corrupción, y que sin duda este tópico se perfilaba para ser el tema de temas en las precampañas y campañas electorales, lo cierto es que la controversial Ley de Seguridad Interior dio pie a que la seguridad haya prevalecido por encima de la corrupción como tema toral, este inicio de año.

¿Quién demonios se atreve?

No es que estime que la seguridad de los ciudadanos no sea relevante o prioritaria, al contrario, creo que como nunca antes lo es: así lo demuestran diversos estudios de pulso ciudadano y la sensación de inseguridad misma. Sin embargo, como he sostenido en muchas ocasiones, la corrupción es el origen de todos los problemas de este país, incluida la inseguridad.

Por ello, desde la sociedad debemos poner sobre la mesa esos temas inteligentemente: ¿Quién será el próximo Fiscal Anticorrupción del Sistema Nacional Anticorrupción? ¿Cómo garantizar la independencia real de la nueva fiscalía general de la República? ¿A qué porcentaje se reducirá el índice de impunidad para 2021? Hoy somos el líder en Latinoamérica según el Índice Global de Impunidad (IGI) 2017 de la Universidad de las Américas (UDLAP).

¿Cómo se comprobará que en 2019 se reducirán significativamente las evidentes e inmorales complicidades entre altos funcionarios del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y empresarios?

¿Por qué no vamos hablando de una “PEA” (Policía Especializada Anticorrupción)? ¿Cuál es el mejor modelo para la nueva Ley General de Obras Públicas, la que contiene los candados que propone la ONU para reducir sustancialmente los supuestos en los que cabe la contratación bajo el esquema de adjudicación directa, o bien, debemos entrarle aún más allá y corregir de raíz el problema, que es en el diseño de las licitaciones y garantizar así que nunca más estén sobre-inflados los precios en la obra pública?

¿Cómo le hacemos en estados como Tamaulipas: mando único o mando mixto? ¿Que los alcaldes le entren al tema de inseguridad, o de plano es altísima la probabilidad de que una policía local se corrompa?

¿Quién demonios se atreve realmente a comprometerse -pero no con retórica vacía, sino con propuestas y metas convincentes- a fortalecer nuestro Estado de Derecho?

Pero no sólo AMLO, Meade y Anaya tienen que darnos respuestas inteligentes, ¿eh? También deben hacerlo quienes en los próximos días confirmen tanto para el Congreso de la Unión como para las alcaldías su participación en la competencia electoral.

Creo firmemente en que contrario a 2012, esta vez quienes aspiren a representarnos se toparán con un electorado mucho más joven, mucho mejor informado y con una visión muy distinta.

En fin, como lo dije en mi cuenta de Twitter: La lucha contra la corrupción de los próximos meses será determinante y definitiva para nuestro futuro. Desde la sociedad debemos (ex)terminar el cinismo de algunos políticos corruptos que desean continuar siendo ambas cosas. No más políticos corruptos en México.