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Los últimos meses de Peña Nieto

Aunque para muchos observadores, el sexenio de Peña Nieto iba a estar caracterizado por la opacidad y la corrupción, ya que es un hijo pródigo del grupo Atlacomulco, lo cierto es que en su primer año de gobierno sorprendió a muchos, y me incluyo en ello, estimado lector.

Porque después de que aterrizó aquel pacto por México en donde para sorpresa de propios y extraños unió a todas las fuerzas políticas para sacar adelante las reformas estructurales, el panorama parecía alentador: ningún presidente de las últimas décadas había sido capaz de encontrar un acuerdo de tal naturaleza y romper así con la tradicional congeladora en el congreso de la unión.

Los últimos meses de Peña Nieto

Sin embargo, bastaron unos meses, solo unos meses después, para que arrancara el episodio obscuro de aquel hijo pródigo del grupo Atlacomulco al que se referían algunos analistas.

El tiempo pone las cosas en su lugar, dice la acuñada frase. Creo que a la administración de Peña le cae como anillo al dedo.

Y es que, simplemente en 2013 la Secretaría de Hacienda estimó que la aprobación de las reformas estructurales haría crecer a nuestro país a tasas de entre cinco y seis por ciento, y dichas predicciones han resultado ser mera ilusión, pues en los últimos cinco años México ha crecido a un promedio anual de tan solo 2.2 por ciento.

Dice el presidente que “mantuvo el barco a flote” en 2017, y sí, estoy de acuerdo si pensamos en la lentitud de un barco como medio de transporte.

2018 representa el fin de la era Peña Nieto. Pero más que pensar en los últimos meses de Peña, los exhorto a recordar que precisamente en los últimos meses de esta administración elegiremos 128 senadores; 500 diputados federales; ocho gubernaturas y un sinnúmero de alcaldías.

Así las cosas, veo dos oportunidades. La de los partidos políticos para competir con gente seria y capaz, no con modelos ni futbolistas ni agentes de la corrupción: ya basta; y para la sociedad, participar inteligentemente, si no, seguiremos contribuyendo a, simplemente, “mantener el barco a flote”.