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"Operación brújula"

En mi niñez y adolescencia participé en el movimiento Scout en el grupo 1 de Reynosa. Algunos de mis recuerdos más entrañables provienen de las experiencias vividas en esa organización: la convivencia con amigos que conservo hasta la fecha; las reuniones de los sábados; los campamentos y el contacto con la naturaleza que ahí encontrábamos.

En los campamentos aprendí la utilidad de la brújula. La brújula nos señala el norte y nos ayuda a caminar en la dirección correcta para llegar a donde queremos. A partir de ahí, he identificado un principio y una técnica que yo llamo “Operación Brújula”.

Operación brújula

 

EN QUÉ CONSISTE

Queriendo enseñar este principio y esta técnica a mis hijos cuando eran pequeños, recuerdo que una vez los senté en la sala de la casa y les pedí que me acompañaran a la cocina. Cuando se levantaron para seguirme, en lugar de caminar para la cocina, caminé rumbo al baño. Confundidos, me preguntan qué pasó. Yo hago como que me equivoqué. Los vuelvo a sentar y ahora les pido que me acompañen a mi cuarto, pero luego camino para la cocina. Hago esto varias veces y luego les pregunto qué pasó y ellos me dicen: “pues que decías que querías ir para un lado, pero caminabas para otro”. “Exactamente –les digo–. ¿Y ustedes cómo se sentían?”. “Pues confundidos –me responden–. No sabíamos si hacerle caso a lo que nos estabas diciendo o a lo que estabas haciendo”. Y entonces les enseñé el principio. Les dije: “a veces, las personas DECIMOS que queremos llegar a algún lado, pero lo que HACEMOS nos encamina en la dirección contraria. Entonces, asegúrense siempre de que lo que HAGAN los ayude a caminar en la dirección a la que DICEN que quieren llegar”.

Todos dicen que quieren tener éxito, ¿no es cierto? Todos dicen que quieren tener una familia feliz. Todos dicen que quieren progresar en su trabajo. Todo mundo DICE eso. Pero no todo mundo HACE lo que tendría que hacer para lograrlo.

La técnica de la “Operación Brújula” consiste en poner por escrito el destino que quieres alcanzar en cualquier área de tu vida y las cosas que tendrías que hacer para llegar ahí y luego, a medida que vas viviendo la vida, consultar constantemente ese escrito para saber si estás caminando en la dirección correcta o si estás perdiendo el rumbo, en cuyo caso podrías hacer los ajustes necesarios para retomarlo, tal como se consulta una brújula en el campo para llegar a salvo a tu destino.

En nuestro caso, en esa ocasión con los niños les dije: “bueno, si queremos alcanzar nuestra meta de ser una familia unida, ¿qué tenemos qué hacer para lograrlo?”. Y dimos paso a un proceso en el que todos aportamos ideas, aún los más pequeños. Entre otras, surgieron ideas como: cuidar unos de otros, controlar el carácter, no gritarnos –a menos que la casa se esté quemando–, corregirnos nuestros errores con amor, hacer cosas juntos que nos acerquen más, etcétera.

Una vez que terminó la lluvia de ideas, pasé todo a una hoja en la computadora, le pusimos algunas imágenes alusivas, la pusimos en un marco y la colocamos en un lugar visible de nuestra sala. Listo. Nuestra brújula familiar. Más de una vez nos ha ayudado a hacer ajustes para no perder el rumbo de lo que nos propusimos.

 

OTROS TIPOS DE BRÚJULAS

Igual funciona para cualquier otra meta. ¿Quieres terminar tus estudios con excelentes resultados que te faciliten luego encontrar un trabajo? Define tu brújula estudiantil. ¿Quieres ser reconocido como un excelente empleado y recibir oportunidades de crecimiento? Define tu brújula laboral. ¿Quieres respetarte como persona y lograr que te respeten y te den tu lugar? Define tu brújula emocional. Y si lo deseas, es válido pedir ayuda a otras personas en la definición de tu brújula, como lo hice yo con mis hijos; te compromete más a seguirla. Y por supuesto, lo más importante: ya que la tengas, consúltala y síguela. De otra manera, andarás, como a veces les digo a mis alumnos, como “zopilote estreñido”: planeando, pero no obrando (ups).