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Herencia de mediocridad

Un adicto como yo

A mí no se me debe de olvidar de dónde vengo,  ni lo que soy,  debo de mantener vigente ese pasado tormentoso del adicto mediocre que fui.  Del tipo disfuncional,  del enfermo emocional que soy,  por supuesto del adicto y del alcohólico,  del drogadicto compulsivo,  no se me debe de olvidar todo el daño que me hice a mí mismo y el daño que le hice a las personas que vivían a mi lado, en mi caso,  la recuperación ha sido un proceso lento,  pero sin duda firme.  En los cambios qué experimentado en estos 20 años que he vivido libre de drogas,  he podido erradicar infinidad de defectos de carácter y patrones de conducta que me dañan en mi vida diaria,  he podido reducir los niveles de ansiedad,   salir de mis depresiones,  trabajar en mis frustraciones, trascender en mis resentimientos y  mis culpas,  por supuesto trabajar en mi pasado, también en el nefasto mecha corta que soy,  sin duda soy un adicto en recuperación,  qué hace muchísimas cosas por salvar su vida,  he podido convertirme en escritor con 12 obras publicadas,  he tenido la fortuna de acreditar mi columna semanal De adicto a  adicto, la que me hacen el favor de publicarme un buen número de periódicos en todo el continente Americano, más de 160,  pero hay cosas más importantes,  recupere a Ernesto, recupere a mi familia y estoy en entrega total por mejorar día a día mis patrones de conducta,  soy una persona tóxica,  neurótica,  mecha corta y sólo por hoy vivo en paz con hechos,  mis hechos se palpan en mi armonía y en mi relación de pareja y con mis hijos hechos son amores y no buenas razones pero tengo que acordarme de esa vida ingobernable llena de mediocridad,  propia de una adicto como yo

Herencia de mediocridad

Tóxico, hasta las cachas

No soy terapeuta,  ni pretendo aparentar serlo,  ni soy psicólogo ni me adjudicó el título que no tengo,  mucho menos,  no soy psiquiatra, ni terapeuta,   soy simplemente un adicto en recuperación y no me duele,  ni me ofende que me pongan etiquetas o que me critiquen o que la gente explote en ira por lo que escribo en mi columna,  yo le falte el respeto a Dios,  le falte el respeto a la vida,  a mi cuerpo,  a mi familia le falté al respeto a mi trabajo,  y vivía en el autoengaño,  lleno de soberbia, de prepotencia,  me atascaba de alcohol y cocaína diariamente,  me mantenía dopado con un cúmulo de defectos de carácter y de patrones de conducta tóxicos,  que me hicieron,   hundirme más y más en esta maldita enfermedad perra enfermedad perversa del alma,  porque  yo no comprendía la dimensión de las consecuencias,  yo pensé que era algo tan simple cómo tapar la botella y dejar de consumir,  le falte el respeto a mi dinero,  a mi salud,  a mi dignidad y tuve que pagar muy caro las consecuencias y lo narró y describo ese Ernesto nefasto una y otra vez a través de estas líneas,  vivo consiente de los fondos que toque de la vida que lleve por mi manera de ser y no lo niego,  le di un pésimo trato a mi mujer,  llegué a golpearla y traté de matarla,  no me ofende que me critiquen por esa triste historia que hoy he  superado,  esa etapa,  porque,  hoy trato de no faltarle el respeto ni a ella,  ni a nadie,  soy un adicto mediocre, soy el príncipe que se convirtió en sapo y le di un verdadero infierno, hoy celebro 27 años de novios con mi mujer, hoy, soy el sapo que con hechos, la enamora, la conquista y le entrega respeto y amor, hoy, este sapo busca convertirse en príncipe, respeto ante todo, pero con hechos.

Relaciones tóxicas

En mi libro Parejas Disparejas,  presento una serie de artículos muy reflexivos sobre las relaciones tóxicas,  propiamente lo que es la codependencia y muchos de los errores así como  los daños que surgen en las parejas  toxicas, cuyo origen se deben precisamente a la falta de respeto,  se falta al respeto en el lenguaje,  usan groserías,  se denigran,  se agreden,  se insultan,  se tratan como enemigos  y se faltan respeto. Por otro lado,  cuando una de las partes quiere controlar la vida de la otra persona,  controlar su espacio,  sus tiempos, su manera de pensar,  su manera de vestir y sobre todo quieren cambiarla, insisten mucho en controlar, manipular.  Esta enfermedad que se llama codependencia el querer a toda costa que la persona cambie al tono y al gusto de sí mismos,  mientras, que estas relaciones tóxicas se tornan violentas y del amor se llega al odio en mi libro Secuestrada por un Neurótico.

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