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El cáncer no espera

La trágica historia de la niña Ana Lucía, de tres años de edad, padecía leucemia aguda y que desgraciadamente murió el pasado jueves en Zúrich, Suiza, porque en México no recibió la atención adecuada médica-asistencial, demuestra con toda claridad que la llamada “austeridad república” del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha provocado que cientos de niñas y niños con cáncer no reciban con oportunidad sus medicamentos y tratamientos de quimioterapias por parte de las autoridades del Sector Salud.

El pasado jueves, el papá de la niña Ana Lucía, Walter Rupprecht Pimentel, difundió la triste noticia de que el corazón de su hija ya no respondía y que sería desconectada del respirador artificial que la mantenía con vida, por lo que solicitó la ayuda del canciller Marcelo Ebrard Casaubón para realizar todos los trámites necesarios para traer las cenizas de su hija a México, como ella quería.

El cáncer no espera

Ebrard Casaubón de inmediato ordenó a la embajadora de México en Suiza, Cecilia Jaber Breceda, que otorgará toda la ayuda necesaria para realizar los trámites ante las autoridades suizas, además de apoyar con la repatriación de las cenizas de la menor.

Desafortunadamente, la ayuda de la administración de López Obrador llegó demasiado tarde porque la niña Ana Lucía perdió la batalla en contra del cáncer porque no recibió la atención medica-asistencia que requería desde enero del 2019, cuando verdaderamente urgía el apoyo gubernamental.

La triste historia de Ana Lucía se conoció por un excelente artículo que escribió el periodista y escritor Héctor de Mauleón Rodríguez el 20 de enero de 2019, titulado: ”El gobierno de AMLO la abandonó”, en donde relata paso a paso el drama que vivieron sus padres luego de que la menor sufriera una convulsión en su casa de Cuautla, Morelos.

De Mauleón Rodríguez señala que los padres de Ana Lucia la llevaron primero al hospital “Emiliano Zapata” en Cuautla, Morelos, en donde le diagnosticaron neumonía, pero como la salud de la menor se deterioraba día a día, la trasladaron a Cuernavaca, Morelos, en donde también no lograron precisar con exactitud la enfermedad que padecía.

Posteriormente, los padres de Ana Lucía la llevaron al hospital “20 de Noviembre” del ISSSTE en la Ciudad de México, en donde le realizaron nuevos estudios y le diagnosticaron una hemopatía maligna: la niña padecía leucemia linfoblástica aguda de estirpe B, relató De Mauleón Rodríguez.

Más adelante, el también escritor de novelas, como “El Secreto de la Noche Triste”, plasmó el dolor de la familia Rupprecht Contreras cuando veía que su hija sufrió un choque anafiláctico porque en el hospital “20 de Noviembre” se le aplicó un medicamento de un lote de mala calidad, que había sido importado luego de la escasez de fármacos en el país, cuya carencia se registró cuando se suspendió la compra a los laboratorios nacionales con el pretexto de combatir la corrupción.

Incluso, De Mauleón Rodríguez citó en forma textual la declaración que le hizo Rupprecht Pimentel durante la entrevista: “En el hospital, prácticamente no había con que tratarla. La lista de carencias era infinita. Teníamos que comprar guantes, gasas, medicamentos que nos llegaron a costar 3 mil pesos. Descubrimos que no había bombas, mangueras: faltaba hasta lo más indispensable”.

La carencia de medicamentos y la falta de tratamientos adecuados contra el cáncer en nuestro país, obligó al papá de Ana Lucía, que tiene la nacionalidad suiza, a solicitar el apoyo de esta nación europea con la esperanza de que su hija recibiera un tratamiento que le pudiera salvar la vida.

Y fue así que el pasado 29 de enero, la niña Ana Lucía, acompañada de su papá, emprendió el viaje a Zúrich, luego de que la familia vendió varias de sus pertenencias para solventar las deudas que tenían por el largo y costoso tratamiento de su hija y para enfrentar los gastos que tendrán en Suiza.

No fue en vano el esfuerzo que realizaron los padres de la niña Ana Lucía, quienes deben sentirse orgullosos por la lucha que hicieron para tratar de salvarle la vida a su pequeña hija, pero en cambio el titular de la Secretaría de Salud y Asistencia (SSA), doctor Jorge Alcocer Varela, deberá de cargar en su conciencia la muerte de esta menor, sobre todo cuando en noviembre del año pasado dijo en forma textual: “que no pasaba nada si niñas y niños con tratamientos contra el cáncer no recibían algunas dosis por la escasez de medicamentos en el país”.

De igual forma, el director general del ISSSTE, Luis Antonio Ramírez Pineda, tendrá que cargar en su conciencia el deceso de la niña Ana Lucía, luego de no atender la solicitud que hicieron los padres de la menor para que los recibiera en sus oficinas de la Ciudad de México, pero sobre todo por la responsabilidad que tuvo en la compra del lote de mala calidad del fármaco llamado L Asparaginasa, que se le aplico a la menor y le causó el choque anafiláctico.

Y sobre todo el presidente López Obrador le debe preocupar porque cada día la sociedad mexicana se da cuenta de lo nefasto que es y se ha convertido la llamada “austeridad republicana”, puesto que no sólo los padres de niñas y niños con cáncer siguen esperando que se surtan los medicamentos y se apliquen los tratamientos adecuados a sus hijos, sino también que es la causa principal de la muerte de poco más de 43 mil mexicanos en lo que va de la crisis sanitaria por el coronavirus en el país.

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