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Después del show, hubo sensatez

Siempre sí. Hace algunas horas el presidente electo afirmó que el ejército y la marina continuarán en las calles en tareas de seguridad pública internas. 

Sobre esto, si me permiten, mi reflexión de hoy.

Después del show, hubo sensatez

Hace 8 meses, en diciembre del año pasado, escribí sobre la Ley de Seguridad Interior recién había sido aprobada en lo general y en lo particular en el Senado de la República. 

Recuerdo, que fue muy polémica mi opinión porque, estando yo a favor, en mi columna puse como ejemplo al reconocido actor Gael García, quien estaba radicalmente en contra de la Ley, como muchos, y según mi humilde juicio, sin saber los verdaderos alcances de la, eso sí, muy polémica Ley de Seguridad Interior. 

En dicho texto puse sobre la mesa, en resumen, lo siguiente: 

Que después de 11 años nuestras fuerzas armadas por fin tendrían reglas claras: qué sí pueden hacer.

Que el hecho de que esta Ley trajera consigo darle facultades a las fuerzas armadas, no significaba eternizar sus tareas en las calles y con eso “militarizar al país”, como sostenían Gael García y muchos.  

Que, al contrario, dije, la esencia de la Ley de Seguridad Interior era: el regreso paulatino de las fuerzas armadas a sus cuarteles. 

Porque dicha Ley marca un procedimiento bajo el cual, de ser reiterada la vulneración a la seguridad pública en determinada zona del país, se autorice en su caso, que se disponga de un plazo máximo de intervención de las fuerzas armadas.

Esto, naturalmente significaba el polo opuesto de lo que se había dramatizado en redes sociales, pues permitir la regulación legal de las fuerzas armadas no era, ni es, sinónimo de normalizar la guerra contra el narco, si no que se trataba de una doble limitación: por un lado regular qué sí pueden hacer, y por otro, limitar también el tiempo de su intervención.

Y, en consecuencia, señalé, las autoridades civiles tendrían que acelerar el paso en el fortalecimiento de policías locales pues llegaría más temprano que tarde el momento en que, vencido el plazo de intervención de las fuerzas armadas, tendrían estas que regresar a sus cuarteles: o le apuran o le apuran los gobernadores, incluso rematé. 

Sin embargo, en diciembre, oponiéndose radicalmente, y con más fervor que Gael García; Manuel Bartlett, Dolores Padierna, Miguel Barbosa, y demás soldados de Andrés Manuel en el Senado, lograron no solo “incendiar” el Senado de la República para tratar de echar abajo el proyecto de ley defendiendo su postura como si al aprobarse dicha Ley las fuerzas armadas se quedarían para siempre haciendo labores de seguridad interior, cuando no era así; lograron también confundir a la población en relación a ese punto, y desde luego obtener un fenomenal beneficio político para su líder.  

Hoy, el presidente electo, aunque no se pronunció en sí sobre su postura respecto la Ley de Seguridad Interior, al informar que las fuerzas armadas continúan, mientras tanto, en las calles, avaló su esencia. 

Así, a pesar de la incongruencia, después del show, hubo sensatez. Bien por López Obrador. Aún no están listas ni la Policía Federal, mucho menos las policías locales.