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Adiós nunca, Coparmex

Como si fuera ayer, recuerdo la llamada que hace 5 años me hizo mi amigo “Chino” Villarreal, invitándome a formar parte de la entonces recién creada Comisión de Empresarios Jóvenes de Coparmex. 

“Pero ahí no hay paga, Abogado, ¿eh?”, me dijo. Me acuerdo que me dio risa y le dije: “¡Yo jalo!”

Adiós nunca, Coparmex

Después, Dinorah Pensado e Hilda Gallardo, ambas hijas de distinguidos expresidentes de Coparmex Victoria, acudieron a las oficinas de mi Despacho a “formalizar”, digamos, la invitación que me había hecho “Chino”.

Así, de integrante de la Comisión de Empresarios Jóvenes, tuve la oportunidad de, a través del Despacho que dirijo, ser representante legal de mis compañeros empresarios y años después, vicepresidente de nuestra querida Coparmex, durante la gestión del licenciado Fidel Gallardo.

Y entiendo si lo aburro, estimado lector, pero es que hoy cobra vigencia la nostalgia #DelAbogadoAmigo: porque cómo olvidar el proceso interno para mi elección como presidente, diversas voces se escuchaban previo al consenso: 

“¿Cómo va a ser presidente de Coparmex alguien de 28 años? ¿Cómo, aunque sepamos que no es así, con ese apellido va a ser presidente, la gente no creerá en la independencia de la Coparmex? ¿Cómo va a ser líder empresarial en la capital alguien tan joven, le faltan canas, tal vez le falte experiencia…” 

Al final, fui privilegiado por contar con la confianza de la gran mayoría de los socios, y tomé compromiso recién entrado el 2017, periodo que concluyó hace apenas algunos días, el 28 de febrero.

Como lo han hecho mis antecesores, me tocó librar grandes batallas “Coparmexas”, creo que la más marcada, la lucha contra la corrupción, que nos alcanzó, estimo, para convertirnos en el Organismo Empresarial más exigente de Tamaulipas para hacer realidad que fuéramos uno de los primeros Estados de la República en contar con un Sistema Anticorrupción completo. 

Y, claro, aunque es un logro importante y dio el Sistema muestra de funcionamiento con la detención del exgobernador Hernández Flores, hay que reconocerlo: la tarea está -por mucho- inacabada, sobra corrupción. 

En fin. Se acabó uno de los periodos, hasta hoy, más importantes de mi vida: dirigir la Coparmex. Lo digo y me embarga la emoción. 

Pero, no me despido. Seguiré siendo socio y, desde donde esté, seguiré postulando y defendiendo los genuinos ideales que le dan razón de ser, no a la “Cámara”, como erróneamente le dicen algunos, al Sindicato de los Empresarios de México.

Adiós nunca, Coparmex.