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La honorabilidad

El concepto supremo de nuestra existencia debería de ser vivir con honorabilidad. Tener una trayectoria limpia, verdaderamente clara, transparente en todos nuestros actos debe ser un deber de vida, de ética social, donde todos cumplamos con nuestro deber, con nuestras obligaciones ciudadanas para ser ejemplo para los demás y un ciudadano ejemplar que hará que la sociedad donde vivimos este más fortalecida.

Uno de los propósitos fundamentales en la educación familiar y en la escolarizada es formar a los niños con los valores éticos y morales que una sociedad demanda. Por ello se les inculca el deber de obedecer a sus padres, a sus mayores, a sus maestros como principio básico de orden y disciplina. Estas enseñanzas son el pilar para seguir aprendiendo ciencias, artes, humanismo, historia y en si todas las áreas del conocimiento humano. Sin la obediencia y el respeto difícilmente se puede lograr el aprendizaje de otras áreas del conocimiento porque todas requieren de una disciplina básica para procesarlas.

La honorabilidad

Por ello la base para la aplicación de los buenos principios que dan cause a una vida honorable, se aprenden en casa y se refuerzan en los primeros años escolares para que nos acompañen toda la vida. ¿Y si es esto tan sencillo de lograr porque tenemos tantos desordenes en la sociedad? La respuesta es porque no todos obedecen esas reglas de urbanidad y prefieren el camino del dispendio, el desorden e incluso la complicidad en varias áreas de la sociedad civil que deforman a la comunidad y la hacen pasar graves dificultades como son las delincuencia, la informalidad, el incumplimiento a la ley, los actos de corrupción, la indiferencia de muchos problemas que nos hace más débiles como sociedad.

Y ante esta debilidad hemos creado los códigos penales, las cárceles, la policía para poder aminorar esta deficiencia institucional y entrar a un régimen de premios y castigos en donde buscamos afanosamente que los castigos compongan conductas y los premios incentiven a ser cada día mejores reconociendo lo bueno que se ha hecho. En esta carrera muchas veces hemos perdido tramos de recorrido y otras ocasiones hay luces de esperanza alentadora con ejemplos que se vuelven arquetipos de la sociedad en general. Esos ejemplos los hemos magnificado creando verdaderos ejemplos de honorabilidad con el fin de incentivar  la sociedad a salir adelante y cerrarle el paso  a la deshonestidad en todas sus manifestaciones.

Hemos intentado como sociedad muchas estrategias para resaltar lo positivo pero lamentablemente lucen más las noticias negativas que incluso se han vuelto en parte de lo que toleramos e incluso nos hemos atrevido a decir que “ya nos estamos acostumbrando” a ver temas negativos en nuestra sociedad como si ello fuera parte de lo cotidiano, cuando es totalmente reprochable. Sin embargo la mala costumbre de aceptar lo negativo nos ha llevado a niveles de tolerancia que no deberían de ser aceptados.

Por estas razones y muchas deberíamos de volver a los principios básicos que como sociedad nos han hecho fuertes en otras épocas y regresar la honorabilidad como principio rector de la conducta social. Tener una historia clara y correcta, principios que te avalen como persona, congruencia entre el decir y el hacer son valores primordiales que deben de regir la conducta externa de las personas.  

Si bien las instituciones han caminado hacia un proceso de principios de “máxima publicidad” en su información, transparencia y rendición de cuentas, sistemas locales y nacionales anti-corrupción entre otras medidas precautorias y punitivas para inhibir las malas conductas de funcionarios públicos y de ciudadanos relacionados con los gobiernos, lo deseable es que cada quien cumpliéramos cabalmente con la ley y de esta forma nos ahorraríamos muchos recursos públicos en vigilancia y podríamos recuperar nuestra propia confianza que lamentablemente hemos perdido y que es tan difícil restablecer.

 Y es que si no nos tenemos confianza entre nosotros difícilmente vamos a lograr avanzar como sociedad. La mejor forma de restablecer esta creencia entre nosotros mismos es la honorabilidad. Este ejercicio diario de cuidar lo que hacemos, con quien hacemos tratos, cumplir lo establecido y no desviarnos del camino correcto es la razón más importante que debemos tener para ser personas honorables a quienes la sociedad no solo respete sino que les tenga aprecio, afecto y reconocimiento que es el mayor galardón que puede tener una persona ante sus pares, ante la ciudadanía y ante su familia que es a quienes debemos de honrar cada día.

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